En los últimos años, los países en vías de desarrollo han procurado conseguir que los programas de bienestar social para los pobres y las personas vulnerables sean más eficientes. La distribución de los productos de prevención en salud es un ejemplo importante. Estos productos pueden ayudar a los pobres a evitar la desnutrición y las enfermedades y contribuir a mejorar la productividad general. Sin embargo, tradicionalmente han sido distribuidos recurriendo a precios subvencionados, y si bien esto puede aumentar la cobertura también es probable que excluya a los pobres, que no tienen el mismo acceso a dinero en efectivo, ahorros y crédito que los relativamente ricos. El reto de mejorar la focalización es crucial.
¿Cómo se puede mejorar la focalización? Focalizar directamente a los pobres para que reciban un subsidio no es posible sin una documentación amplia y precisa del ingreso. Aquí proponemos un mecanismo alternativo, que es el tema de un nuevo estudio del BID, utilizando precios no monetarios como, por ejemplo, hacer que las personas esperen en una cola o lleven a cabo algún tipo de trabajo a cambio del producto de salud. Esto tiene un sentido elemental si los pobres están más dispuestos que los ricos a pagar con tiempo.
Sin embargo, la respuesta no es tan sencilla. Esto se debe a que cada hora dedicada a trabajar a cambio de un producto de salud (pagando un precio no monetario) podría haberse destinado a trabajar por un salario. Y la teoría económica demuestra que un salario más alto tiene dos efectos opuestos. Por un lado, los salarios más altos significan que cada hora dedicada a pagar un precio no monetario tiene como resultado un mayor número de bienes a los que hay que renunciar, de manera que renunciar a salarios monetarios para pagar un precio no monetario es especialmente costoso para los ricos. Por otro lado, dado que los hogares con salarios más altos gozan de un punto de partida más rico, el salario de cada hora adicional es menos crítico. Por lo tanto, desde esa perspectiva, los ricos tendrían más probabilidades que los pobres de comprar el producto en salud a un precio no monetario.
Dado que la teoría económica por sí sola no puede responder a esta pregunta, hemos diseñado un experimento de campo para probar empíricamente si los precios no monetarios focalizan mejor los productos de salud para los pobres que los precios monetarios. El experimento tuvo lugar en Hyderabad, India, utilizando un purificador de agua disponible localmente. La contaminación del agua es un problema de salud pública persistente en Hyderabad. La Junta Central para el Control de la Contaminación decidió que el agua potable debe ser tratada y desinfectada antes de que se considere segura para el consumo. Sin embargo, los datos recopilados al comienzo del estudio revelaron que el 70% de los 800 hogares en 17 barrios de bajos ingresos no poseían purificador de agua. Los riesgos de beber agua no tratada son considerables. En 2013, el año en que se llevó a cabo el experimento, más de 100 personas murieron por enfermedades transmitidas por el agua en Andhra Pradesh, el estado donde está situado Hyderabad (actualmente, Hyderabad pertenece al estado de Telegana).
El experimento determinó la disposición de cada hogar a pagar por un purificador de agua a un precio no monetario (horas dedicadas a seleccionar semillas) y a un precio monetario (dinero en efectivo). Combinando estas dos medidas de disposición a pagar con los datos recopilados durante la encuesta de los hogares, estimamos las curvas de la demanda para cada tipo de precio y determinamos qué tipo de precio tiene como resultado el mayor porcentaje de purificadores de agua en manos de los pobres.
Llegamos a la conclusión de que un aumento del 10% en el ingreso de los hogares tenía como resultado un aumento del 2% en la cantidad que los hogares estaban dispuestos a pagar en efectivo. Por lo tanto, si el purificador de agua se ofrecía a un precio monetario, lo comprarían un número mayor de hogares relativamente ricos que hogares pobres. Pero si se ofrecía a un precio no monetario, la proporción de hogares pobres que comprarían el purificador de agua aumentaría hasta al menos el mismo nivel que los ricos. Aunque dista mucho de una focalización precisa, esto significa que pedir a las personas que dediquen su tiempo y esfuerzos a cambio de un producto para la salud se centraría en los más necesitados de manera significativamente más eficaz que utilizar un precio en efectivo.
Otros estudios recientes también han demostrado el importante potencial de los precios no monetarios para los responsables de las políticas públicas. Por ejemplo, los trabajos de Rema Hanna y sus coautores llegan a la conclusión de que requerir tiempo y esfuerzo de parte de los beneficiarios potenciales puede mejorar en gran medida la focalización de las transferencias en efectivo a los pobres en Indonesia. Puede que el mecanismo de los precios no monetarios no sea necesario en aquellos países de América Latina donde hay una documentación precisa del ingreso de las personas y donde los programas públicos funcionan bien. Sin embargo, en los países donde es difícil identificar y verificar quién es, en realidad, pobre, los precios no monetarios pueden mejorar la focalización y contribuir a dedicar una mayor proporción de recursos a aquellos que más los necesitan.
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