Cuando aliados del presidente Horacio Cartes intentaron forzar una enmienda en el Congreso paraguayo el año pasado con el fin de que pudiera presentarse para un segundo mandato, los manifestantes tomaron las calles y prendieron fuego al Congreso, ilustrando de una manera particularmente dramática las profundas divisiones a propósito de los límites de un mandato presidencial.
Al final, Cartes decidió no volver a presentarse, pero puede que haya sido la excepción. En años recientes, los límites de los mandatos se han eliminado completamente en más de un país y se han ampliado en otros de la region. Actualmente, sólo cuatro países en América Latina —México, Colombia, Guatemala y Paraguay— prohíben tanto la reelección inmediata como la reelección no consecutiva.
Aún así, todavía hay grandes diferencias entre aquellos que apoyan la idea de una reelección presidencial y aquellos que no la apoyan.
El argumento para limitar los mandatos
Los que se oponen a la reelección sostienen que los presidentes pueden acumular demasiado poder en el ejercicio de su cargo y volverse corruptos. También dicen que el cargo da ciertas ventajas a los líderes, como la capacidad de aumentar el gasto público antes de las elecciones, lo cual les permite perpetuarse de manera injusta en el poder.
Los que proponen la reelección contraatacan diciendo que la posibilidad de reelección alienta a los políticos a probarse a sí mismos en el cargo y promueve la rendición de cuentas.
Mi investigación empíricamente apoya esta última opinión. En un documento presentado en conjunto con profesores de la Universidad de Maryland, S. Borağan Aruoba y Allan Drazen, mostramos que la posibilidad de ser reelegido puede tener un fuerte efecto disciplinante en los líderes. Puede mejorar el desempeño y dar a los votantes información crítica con la cual tomar una decisión acertada en las urnas.
Creamos un modelo para analizar cómo la posibilidad de servir dos mandatos influía en el desempeño de los gobernadores en los 50 estados de Estados Unidos desde 1978 hasta 2014. Analizamos sus niveles de aprobación y mostramos que estas calificaciones están correlacionadas con indicadores de desempeño no ideológicos como el aumento del ingreso per cápita estatal, el crecimiento de la población y el desempleo.
El modelo también distingue entre la calidad de los gobernadores y las circunstancias más allá de su control (shocks exógenos) como una recesión económica a nivel nacional, para inferir quiénes son buenos y malos gobernadores.
Los sistemas de doble mandato mejoran el bienestar de los votantes
Observamos que la posibilidad de reelección para un segundo mandato servía como un poderoso incentivo a favor de la buena gobernanza. De hecho, los sistemas de doble mandato tuvieron como resultado una mejora del 4,2% en el bienestar de los votantes en relación con los resultados de un solo mandato, con un aumento del 13% entre los gobernadores que realizaron grandes esfuerzos en su primer mandato.
Los líderes débiles en otros sentidos se veían particularmente afectados por la posibilidad de una reelección. Dos terceras partes de las mejoras en bienestar para los ciudadanos se debían a aquellos gobernadores con resultados deficientes que se veían obligados por las necesidades de reelección a mejorar su desempeño. La presión electoral parece que obliga a centrarse en el deber político.
Las perspectivas de reelección reducen la corrupción
Un estudio de investigadores en la Universidad de Berkeley en California y la PUC de Rio analizó la corrupción a través de auditorías federales del gasto municipal en Brasil y llegó a una conclusión similar. Observó que los alcaldes que se encontraban en su primer mandato y se enfrentaban a la reelección acababan hurtando el 27% menos de recursos que los alcaldes en su segundo y último mandato. Aproximadamente US$550 millones se pierden cada año debido a la corrupción a nivel local en Brasil, según estimaciones de los investigadores. Según ellos, esto significa que unos US$55.000 menos desaparecen bajo alcaldes en su primer término que bajo alcaldes limitados por un mandato.
En nuestro estudio, también observamos que la posibilidad de una reelección ayuda a los votantes a seleccionar mejor a los líderes. Los votantes normalmente dedican un esfuerzo limitado a evaluar la calidad de un gobernador basándose en su desempeño en el pasado. Esto puede reducir sus mejoras de bienestar. Sin embargo, simulamos una situación donde los votantes están considerablemente más informados, como podrían estarlo si siguieran de cerca las noticias, y llegamos a la conclusión de que esto producía una mejora adicional del 0,5% en su bienestar, por encima y más allá de la mejora del 4,2% resultante del efecto disciplinante de la presión electoral. Esto, desde luego, sería imposible con medios de comunicación sesgados o censurados, pero sí muestra la importancia de permitir a los gobernadores presentarse a un segundo mandato después de haber establecido un historial en el cargo.
Sin duda ésta no es la última palabra. Nuestro estudio se llevó a cabo en un sistema político diferente con instituciones propias del Estado de derecho más fuertes de lo que caracteriza a la mayoría de los países en América Latina. Sin embargo, sugiere que la reelección puede dar a los representantes en ejercicio un incentivo para maximizar su desempeño a la vez que presentan a los votantes un historial que éstos pueden utilizar para mejorar la selección y descartar a los candidatos con un desempeño deficiente.
Leave a Reply