Los resultados del examen trienal Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por sus siglas en inglés), suelen caer como un balde de agua fría en América Latina y el Caribe. El examen de 2015 no fue distinto. A pesar del gran progreso en educación que ha conseguido la región, de los aumentos en la inversión y de la matriculación casi universal en escuelas primarias, la región se ubicó en la mitad inferior de la tabla de 72 países en la prueba que evalúa a jóvenes de 15 años en lectura, matemática y ciencia. Además, quedó 2,5 años detrás del promedio de la OCDE.
De todos modos, hubo motivos para el optimismo, especialmente en Perú. El país quedó entre las seis naciones que mejoran más rápido a nivel mundial desde 2012 y se convirtió en el líder regional en mejoras de puntajes desde que comenzaron a tomarse los exámenes en 2000. Además, expertos creen que estos avances reflejan la amplia mejoría de las condiciones socio-económicas y un enfoque más ambicioso sobre educación tanto a nivel de la familia como del gobierno.
Investigaciones del BID muestran desde hace tiempo que las condiciones socioeconómicas tienen un efecto significativo en el desarrollo cognitivo. Los padres con mayor holgura económica están en mejor posición de brindar un ambiente seguro, con mejor salud y nutrición, conversaciones más estimulantes y juguetes apropiados durante los primeros años de la vida de un niño. A medida que los pequeños crecen, los padres con más dinero y educación pueden ayudar mejor con la tarea y las actividades extra escolares, y brindar orientación hacia una carrera.
Los grandes avances socioeconómicos de Perú durante los últimos 30 años sugieren que ese tipo de factores podrían estar involucrados. Los jóvenes que rindieron las pruebas PISA en 2001, el primer año en que participó Perú, nacieron en 1986. Eran momentos de terrorismo. En los años siguientes hubo hiperinflación y tasas de pobreza de más de 50%. Los que rindieron el examen en 2015 crecieron en un país que disfrutaba de la paz, de ser una de las economías de crecimiento más rápido de América Latina y de tasas de pobreza en descenso constante que para 2014 habían caído a menos del 25% de la población. La mejora en las tasas de alfabetismo de los adultos (15 años o más), que aumentaron de 82% en 1981 a 94% en 2015, también podrían ser un factor. Las encuestas sugieren de forma consistente que los padres peruanos valoran mucho la educación de sus hijos, quizás producto de haber tenido una mejor educación ellos mismos.
Las reformas en políticas educativas han sido significativas. En 2007 y 2012, Perú aprobó dos importantes leyes de educación, que combinadas requieren que los maestros tengan capacitación universitaria o terciaria en pedagogía, rindan pruebas, y reciban aumentos salariales según los resultados. Esos cambios, junto con mejores programas de capacitación para maestros y el nombramiento de directores de escuela en base al mérito durante los últimos cinco años con el ex presidente Ollanta Humala, le dan dado impulso a la profesión docente, a la vez que la cantidad de alumnos en cada aula se está reduciendo. De hecho, entre 2005 y 2015 la proporción entre estudiantes y maestros en escuelas primarias bajó desde 22:1 a 15:1, con caídas algo menores pero de todos modos importantes a nivel secundario.
No todas las decisiones han conseguido los resultados buscados. En 2008, en un momento de entusiasmo por el aprendizaje con computadoras y la Internet, Perú distribuyó 900.000 computadoras en escuelas primarias con el programa Una Laptop por Niño. Se asumía que esto mejoraría las habilidades de lectura y matemática, y provocaría una mayor matriculación a la vez que reduciría las tasas de repetición y abandono. El programa mejoró las habilidades informáticas. Pero, según un estudio del BID, se quedó atrás en otros los frentes, debido en parte a no realizar estudios aleatorios controlados sobre la eficacia del plan antes de lanzarlo.
Sin embargo, ajustes de políticas más recientes parecen ir por el buen camino. Aumentos en el gasto en educación, por ejemplo, han impulsado la inversión en el sector desde 2,8% del PIB en 2011 a 3,9%, y permitieron que el gobierno gaste US$1.000 millones al año en los últimos tres años para renovar escuelas en mal estado y brindar capacitación y aumentos salariales para los maestros.
Por supuesto, ninguna de estas mejoras es una panacea. Perú se ubicó cerca de la parte inferior de los ránkings en los exámenes PISA más recientes. Entre los países de la región, sólo superó a República Dominicana en lectura y ciencia, y a Brasil y República Dominicana en matemática. La inversión en educación como porcentaje del PIB, a pesar de los aumentos, sigue siendo baja, en especial en comparación con países como Chile y Costa Rica. Y el sector educativo tiene problemas para atraer a los mejores graduados del país, con salarios que están rezagados frente a los de otras profesiones, como ingeniería, derecho y medicina.
En tanto, grandes desigualdades en educación reflejan desigualdades en el resto de la sociedad. Según una presentación de Santiago Cueto, un investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE) en Lima, por ejemplo, la matriculación en escuelas secundarias subió desde alrededor de 56% en 1997 a alrededor de 79% en 2013. Pero en algunos grupos fue mucho menor, con una diferencia de aproximadamente 11 puntos porcentuales entre hablantes de lenguas indígenas y de español, y una diferencia de 15 puntos porcentuales entre habitantes rurales y urbanos. Y eso sin mencionar la calidad generalmente inferior de maestros y escuelas en áreas remotas de los Andes y el Amazonas, que pone a los niños en una situación desventajosa que probablemente dura toda la vida.
De todos modos, en una región que tiene dificultades para alcanzar los estándares educativos de la OCDE y convertir al aprendizaje en un motor más potente del crecimiento, los logros de Perú demuestran la importancia de priorizar la educación. Quizás el país aún necesite 21 años a su ritmo actual de mejora para alcanzar el promedio de la OCDE en el examen PISA. Pero al menos avanza en la dirección correcta.
Formas de mejorar la educación en la región serán cubiertas en nuestro próximo libro insignia “Aprender mejor: políticas públicas para el desarrollo de habilidades”, que será publicado por el BID a mediados de 2017.
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