La energía es clave para el desarrollo económico. El petróleo, el gas y la electricidad son insumos claves para el sector de transporte y los procesos industriales. Asimismo, la electricidad es esencial para el bienestar de los hogares y las actividades comerciales; y la calidad de la mayoría de los servicios públicos, tales como educación y salud, dependen de ella.
Históricamente, el crecimiento de la demanda energética ha estado relacionado con el desarrollo económico. Aun con mejoras en eficiencia de energía, el crecimiento económico requiere de inversiones para el desarrollo y mantenimiento de infraestructura que asegure el suministro de energía, tanto en términos de calidad como de cantidad.
Las inversiones en el sector de energía en Brasil para la próxima década (incluyendo petróleo, gas y electricidad) son calculadas por la Empresa de Pesquisas Energéticas (EPE) en un valor aproximado de R$ 2.000 billones. Debido a su dimensión continental y sus recursos naturales, Brasil tiene un enorme potencial energético, no sólo en energía renovable (hidráulica, eólica, solar), sino también en términos de energía fósil (gas, petróleo y carbón). Estos recursos han permitido que el país desarrolle una matriz energética limpia y diversificada. Descubrimientos recientes, como la capa pre-sal, podrían permitir al país cambiar su rol de importador neto a exportador de energía.
Sector de Energía – transformación internacional en curso
El sector de energía está experimentando una transformación masiva, a nivel mundial, debido a la creciente presión para reducir las emisiones de carbono, y a los rápidos y profundos desarrollos tecnológicos. Estas transformaciones tecnológicas son una tendencia internacional que, en la mayoría de los casos, ocurren de forma independiente a las políticas específicas de cada país.
Las nuevas tecnologías fomentan la “electrificación” de la economía: muchos sectores que tradicionalmente dependían de combustibles fósiles (como el de transporte), tienen ahora la oportunidad de volverse eléctricos, generando así una nueva y creciente demanda de electricidad.
- Los recursos energéticos son cada vez más distribuidos y de menor escala, creando la posibilidad de generación y almacenamiento en el propio lugar de consumo (generación distribuida). Asimismo, la digitalización está abriendo posibilidades para el manejo en tiempo real de la demanda. Estas tecnologías permiten a los consumidores ser parte activa del mercado: tanto como proveedores de energía, así como moduladores activos de su demanda.
La manera cómo estas tecnologías transformarán el sector energético de cada país dependerá de sus políticas y de la adaptación de su actual régimen regulatorio.
Los marcos regulatorios y de políticas deben ser coherentes y facilitar el cambio sin interrumpir el suministro de energía, y sin quedarse anclado en incentivos o tecnologías ineficientes. Las nuevas tecnologías deben ser consideradas como una oportunidad para afrontar retos históricos del sector, incluyendo: acceso universal a la energía, eficiencia energética, servicios de calidad y asequibles.
Ser proactivo y adoptar estas tecnologías mediante un conjunto adecuado de políticas y marcos regulatorios, para incrementar la eficiencia del sistema energético, sería la opción más inteligente. Por el contrario, si las políticas y regulaciones no pueden adaptarse lo suficientemente rápido a este reto tecnológico, podrán crearse rupturas severas, y algunos segmentos del mercado podrían ser penalizados, lo que provocaría que las ganancias que la tecnología ofrece se pierdan antes de que se materialicen.
Además de las tecnologías disruptivas, todo el sector tiene el desafío urgente de adaptarse al cambio climático, no sólo a través de la reducción de emisiones, sino también para poder ser más resiliente a los desastres naturales. La integración internacional de los sistemas de energía puede ser un medio para contar con un sector de energía más resiliente en la región.
La transición energética presenta retos y oportunidades no sólo para el sector de energía, sino para muchos otros sectores de la economía que dependen de la energía como un insumo. La energía puede servir como un factor para el desarrollo económico y un factor para el cambio. Entonces, ¿cuáles serían los desafíos para el Brasil?
Algunas preguntas claves que el sector energético brasileño necesitaría resolver para avanzar
Brasil debe considerar su propia transición energética. A pesar de contar con una matriz de energía privilegiada – la mayor parte renovable y con un enorme potencial de energía renovable- el país aún tiene retos que superar. Estos son algunos de los temas claves que identificamos:
- ¿Cómo el cambio climático está impactando (o podría impactar) a las centrales y embalses hidroeléctricos del Brasil?
- ¿Debería cambiar el rol de la hidroelectricidad en el sistema? ¿Cuál sería la mejor manera de aprovechar el valor de esta flexibilidad, cada vez más valiosa, pero a su vez más escasa que ofrecen los embalses hidroeléctricos en Brasil? ¿Podría Brasil llegar a ser la “batería” para una Latinoamérica integrada?
- ¿Cuál sería el mejor proceso y período de tiempo para la electrificación de la economía en el Brasil? Dadas las particularidades de los diversos mercados de combustibles en el Brasil (petróleo, gas natural, bio-combustibles) ¿cuál sería la mejor estrategia para considerar la transición en combustibles, tanto para el sector industrial como el de transporte?
- ¿Cuál será el impacto de los cambios tecnológicos en el modelo brasileño de mercados con contratos a largo plazo? ¿Cómo se incluiría la energía distribuida y el almacenamiento de energía dentro de este proceso?
- La seguridad del suministro de electricidad en el Brasil ha sido garantizada a través de contratos a largo plazo. Esto significa que actualmente los riesgos de cambios tecnológicos (tales como un decrecimiento drástico de los costos de los paneles fotovoltaicos -Solar PV-) sería asumido por los distribuidores.
- Otros riesgos (como el riesgo hidrológico), pueden ser transferidos directamente a los consumidores cuando estos no pueden salir de la red. Sin embargo, las nuevas tecnologías (como la generación distribuida) cambian esta asignación de riesgos. Por lo tanto, ¿quién va a “pagar” por los riesgos asumidos por todo el sistema?
- Una estructuración deficiente de las tarifas, en un contexto de transición energética, pueden crear situaciones de disrupción, o incluso “destrucción”, de segmentos la industria. ¿Se está adaptando la regulación lo suficientemente rápido?
- ¿Cómo deberían las nuevas tecnologías impactar en el diseño del mercado y los procesos de planificación?
- ¿Cuál es el papel del almacenamiento (almacenamiento de bombeo hidráulico y almacenamiento de batería) en un mercado más flexible?
Estas preguntas pueden no tener una respuesta clara e inmediata. Sin embargo, considerando que el proceso de diseño de políticas y regulaciones requiere tiempo, y una buena cantidad de consultas públicas, estos aspectos necesitarán ser resueltos lo antes posible.
La transición energética no es un proceso único de transformación, sino varios procesos de cambio que suceden al mismo tiempo, algunas veces sin políticas o incentivos regulatorios. Cada país tendrá que enfrentar su propia transición energética, tomando en cuenta sus recursos, potencial y necesidades. Con una enorme matriz energética, un sector industrial importante y un mercado garantizado, Brasil cuenta con una gran oportunidad para aprovechar de la mejor manera estos retos.
Allan says
The best teacher!
@MichelleHallack