La crisis sanitaria y económica resultado del COVID-19 generó una caída y transformación de la demanda de energía. El BID monitorea regularmente el impacto en el sistema eléctrico a través de notas técnicas, blogs y de una herramienta de visualización de datos en el HUB de Energía. Conozca los hitos que marcaron el ritmo de la matriz energética en América Latina y el Caribe en los momentos más críticos de la pandemia.
El impacto en el sector de energía va más allá del sector eléctrico, la publicación del informe Statistical Review of World Energy nos permite tener un panorama más amplio para evaluar lo que ha sucedido en la región, y compararnos con otras regiones.
La información energética regional muestra que las tendencias previas al 2020 se han mantenido y se han profundizado con la crisis del COVID-19. El consumo primario de energía en América Latina y el Caribe (ALC) muestra una disminución desde 2018. El 2020 fue el año que experimentó la mayor caída de consumo (-9%), lo que es equivalente al consumo de Argentina durante un año (3.2 Exajulios).
Esta disminución se debe en gran medida al impacto que ha tenido el COVID-19 en las economías de la región, principalmente en la oferta productiva e industrial. Esto conllevó a una fuerte disminución de la demanda de energía en sus diferentes formas. En particular se observa que los países con la mayor caída en el consumo durante el 2020[1] fueron Perú (-16.1%), México (-14.5%) y Ecuador (-13.6%).
El consumo de energías no renovables fue el que más disminuyó, mientras que el consumo de energías renovables no convencionales (solar, eólica, geotermia) aumentó en un 4%, y el consumo de hidroelectricidad solo disminuyó un 5.5% en la región. Esta situación nos brinda indicios de que la generación de energía con fuentes renovables ha sido más resiliente frente a los impactos de COVID-19 en el sector energético.
Figura 1: Caída del consumo de energía primaria en ALC en el contexto de COVID-19
Las energías renovables han aumentado su participación en términos de generación total y de capacidad instalada
Aumento de la capacidad instalada de renovables
Si bien la hidroelectricidad es nuestra principal fuente renovable, en el 2020 la energía solar y la eólica muestran el mayor aumento de potencia instalada de las energías renovables con crecimientos de 36% y 18%, respectivamente. En términos absolutos elevan su stock a 20.7 GW y 34.6GW respectivamente. El ritmo de crecimiento de la capacidad instalada de ambas renovables en la última década (2010-20) también es notable, con un 64% y 33% en promedio anual, respectivamente.
Además, se puede destacar los importantes aumentos que han tenido durante este último año la energía solar y eólica respectivamente en Argentina (72%, 62%), Brasil (70%, 11%), México (27%, 23%), y Chile (21%, 32%). Algo que en particular hay que resaltar, es que la región representa el 3% de la capacidad instalada de energía solar de todo el mundo y el 4.7% en el caso de la eólica.
Figura 2: Capacidad instalada de energía solar y eólica en ALC
Aumento de la generación eléctrica de renovables
En términos de generación, la solar ha mostrado un notable crecimiento a un ritmo de 83% en promedio anual (2010-20), pero con un menor aumento en 2020 del 31%. De manera similar, la generación eólica creció a un promedio del 42%, con menor crecimiento de 10.1% en este último año. El resto de renovables no convencionales (geotermia y biomasas, sin considerar hidroelectricidad) se mantienen estables en torno a un crecimiento de 1%.
Cabe destacar que en su conjunto todas las energías renovables no convencionales muestran un crecimiento del 9% con respecto al año anterior (que suma un total de 232 TWh), y aportaron el 15% a toda la generación de electricidad de 2020.
En términos absolutos, la energía solar en particular ha ascendido hasta 34.6 TWh generados durante el 2020, mientras que la producción eólica representa en torno a un 105.1 TWh. Para tener una la generación de estas dos tecnologías equivale a toda la electricidad que produjo Chile y Perú conjuntamente en el mismo año.
En conjunto la producción de todas las renovables, incluyendo la hidroelectricidad, ha ascendido a 919.4 TWh. Esto implica que aproximadamente seis de cada diez TWh de la matriz eléctrica son renovables de acuerdo con el reporte, siguiendo la tendencia del año anterior. Lo anterior representa una buena noticia para la región en términos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Qué ha sucedido con la producción y consumo de energías no renovables?
El consumo de petróleo, gas natural y de carbón en la región fueron los que demostraron una mayor caída producto de la crisis del COVID-19 en un 13%, 8% y 15%, respectivamente. Si bien juntos estos recursos son la fuente principal de energía primaria, en el 2020 su participación disminuyó dos puntos porcentuales, ubicándose en 71%.
La extracción, en el caso del petróleo, viene disminuyendo en los últimos 5 años, con una caída de 4.6% en 2020, es decir pasó de 8.1 millones de barriles diarios en 2019 a 7.7 en 2020. Esta caída en la producción, además de la crisis económica causada por el COVID-19, se debe a la alta volatilidad de los precios de petróleo de este año que afectó a los ingresos e inversiones en el sector.
También el consumo de combustibles fósiles derivados de petróleo, que son insumos clave para el transporte y el sector industrial, se vio fuertemente afectado, mostrando la mayor caída porcentual desde cuando el informe registra los datos (-12%)[2], llegando a un nivel de consumo similar en cantidad al que tenía la región en 2005.
De manera similar al petróleo, la extracción de gas natural viene disminuyendo en los últimos años, con una caída de diez puntos porcentuales en 2020. El reporte muestra caídas significativas en Venezuela, Trinidad y Tobago y Argentina, que son parte de los principales productores de la región. En este sentido ALC es la región con la mayor caída en laextracción si se compara con lo sucedido con el resto de las regiones.
Finalmente, para la generación de electricidad en termoeléctricas, el consumo de derivados de petróleo también disminuyó en 13%, seguido por el menor consumo de carbón y de gas natural que experimentaron decrecimientos en -11% y -4% respectivamente. Esta disminución se compensó en parte con un mayor uso de renovables y en menor medida de energía nuclear.
ALC, región con mayor impacto del COVID-19 en el consumo energético
Tanto en el consumo energético total (-9%) como en el consumo de electricidad (-4%), ALC es la región con la mayor contracción en la demanda de energía durante el 2020, superando incluso los impactos negativos que tuvieron Europa y Norte América (sin México). La reducción general del consumo eléctrico en ALC pasó de 1661 a 1596 TWh entre 2019 y 2020. El impacto del COVID-19 explica en gran parte la caída de la demanda de electricidad, que según un estudio reciente del BID se tienen impactos mensuales promedio de disminución de un 15% y semanales entre 34% y 8%.
Debido a un menor consumo energético, se observa que las emisiones de dióxido de carbono en el 2020 se redujeron en más de una décima parte (12%) con respecto al año anterior. Esto hace que ALC junto con Europa sean las regiones que en mayor medida han disminuido sus emisiones. Esta reducción puede ser explicada por la caída de la actividad económica y el aumento de la participación renovable.
[1] Sin considerar a Venezuela que tuvo una caída de 26.3%
[2] Es la peor caída desde 1965, desde cuando el informe registra los datos.
Leave a Reply