A 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, en los Andes, se encuentra el poblado de Linda Linda. Es un lugar bellísimo, en medio de la sierra, y pertenece a la región de Huánuco, una de las regiones más pobres del Perú.
En 2013, durante nuestra primera visita, pudimos comprobar que los niños y niñas de tres a cinco años que asistían a la escuela no tenían un lugar apto para aprender. La escuela era de adobe, con techo de paja. No tenía ni luz, ni agua potable. En la única sala de clase, no había prácticamente ningún material educativo. Más grave aún, ni los chicos ni la maestra sabían qué hacer con los pocos materiales que tenían. Cuando nos pusimos a armar torres con bloques de madera, los niños no alcanzaban a contar cuantos bloques tenía cada torre, ni siquiera sabían decirnos que torre era más la más alta.
Si bien el Perú ha hecho avances notables en cobertura en el nivel preescolar en las últimas décadas, atendiendo a un 81% de niños entre 3 a 5 años en 2015, el desafío de asegurar que vayan sentando las bases para conseguir el éxito en la escuela en el futuro es enorme, particularmente en las partes más vulnerables del país.
El Programa de Mejoramiento de la Educación Inicial en el Perú (PMEI) financiado por el BID, la KfW y el gobierno de Perú, busca mejorar la calidad de la educación inicial en tres de las provincias más pobres de Perú: Acobamba, en la Región Huancavelica, La Mar, en la Región Ayacucho, y Pachitea, en Huánuco. El PMEI tiene un componente de mejora de infraestructura educativa, pero su corazón es el componente pedagógico, que fortalece las capacidades de las docentes y el trabajo con los padres de familia para que los niños y niñas aprendan más y mejor en la escuela.
Durante los cuatro años que lleva en ejecución, nos hemos enfrentado a importantes retos. En poblaciones de difícil acceso, no ha sido fácil encontrar empresas constructoras dispuestas a tomar obras pequeñas en localidades remotas. También ha sido un reto importante poder atraer acompañantes pedagógicos altamente cualificados para que trabajen de la mano de los docentes en la mejora de su desempeño en aula.
Este año estamos elaborando una rigurosa evaluación del programa que nos dará información detallada sobre cada uno de sus componentes. Pero es indudable es que el Programa ha tenido un impacto extraordinario.
El año pasado hemos vuelto a visitar la escuela de Linda Linda. La nueva infraestructura escolar es acogedora, cuenta espacios dignos donde los niños y niñas pueden aprender jugando con sus maestras y sus colegas. La escuela tiene rincones de aprendizaje que promueven nociones básicas de matemáticas y ciencias, el amor por la lectura y el desarrollo de la psicomotricidad.
Involucrar a las familias en la vida escolar es esencial. En ese sentido, hemos sido testigos del papel crucial que juegan llenando de vida la escuela. En algunas las familias cuidan del huerto escolar; en otras, los padres han elaborado con sus hijos estuchitos para guardar los cepillos de dientes de los niños en la escuela.
En cuanto a aprendizajes y desempeño docente, el contraste que hemos visto entre la primera y la última visita es enorme. Ahora los niños nos enseñan las palabras y los juegos que han venido aprendiendo durante todo el año y se emocionan por mostrarnos hasta que número saben contar con sus manos. Los docentes saben cómo estimularlos a aprender, como recibirlos, y como hablar con las familias para que ayuden a sus hijos.
Pero quizás lo más importante, las familias han visto los resultados y ahora hacen esfuerzos para que sus hijas e hijos acudan todos los días a la escuela. Aprecian el trabajo de los docentes y colaboran para que sus hijos estén bien atendidos, aprendan y puedan aprovechar esta oportunidad.
Todos estos resultados nos inspiran enormemente a seguir trabajando. Y aunque el desafío de contar con acompañantes pedagógicos y ejecutar infraestructura en estas zonas continua, el compromiso de los equipos involucrados en el terreno es enorme y permite que se superen los mayores obstáculos con entusiasmo. Es la pasión de las acompañantes docentes, los padres de familia, los propios docentes y por supuesto de los niñas y niños del programa los que realmente hacen que este proyecto sea tan exitoso.
Ante el limitado acceso a este tipo de programas en la región, este importante paso servirá como referencia para reducir las brechas de aprendizaje entre zonas urbanas y rurales, con el fin mayor de asegurar un buen comienzo en la educación de todos los niños sin importar la zona o la familia en la que hayan nacido.
Yuri alejandra dice
Buenas noches estoy en ultimo semestre de pedagogia infantil, tecnica en atencion integral a la primera infancia de colombia cartago valle del cauca, y me gustaria mucho trabajar en zonas rurales muchas Garcia’s
Mirian dice
Por menos contaminacion y un mejor estilo de vida.. El poder estar en contacto con la naturaleza