“Llévale al jardín” es una innovación identificada en el Hub de Desarrollo Infantil Temprano: Conocimiento e innovación para América Latina y el Caribe. Visítalo para descubrir más innovaciones y recursos para la primera infancia en la región.
La asistencia frecuente a un jardín infantil de calidad en los primeros años de edad es fundamental para que los niños y las niñas desarrollen habilidades cognitivas, emocionales y motoras; sin embargo, esta suele ser baja en comparación con la asistencia a la educación primaria[1]. Muchos factores pueden influenciar la asistencia al jardín. Veamos el caso de Camila y Carlos para entender qué está detrás de sus patrones de asistencia.
María y Pedro, padres de Camila, de 3 años y quien ya asiste al jardín, consideran que es importante que ella vaya al jardín y comparta con sus compañeros y compañeras de clase, aprenda a relacionarse con otros adultos y desarrolle habilidades que tal vez no podría desarrollar en casa donde no tienen un programa estructurado. Sin embargo, el jardín de Camila queda a una hora en bus de su casa y cuando llueve, los caminos se llenan de barro por lo que es difícil llegar al paradero del bus para no perder la ruta que los llevaría a tiempo al jardín. Así, durante los meses de lluvia Camila falta constantemente y no puede recibir los beneficios de la asistencia al jardín.
Verónica y Juan son los padres de Carlos, de 4 años, quien también asiste al jardín. Verónica y Juan inscribieron a Carlos porque llegó a la edad de educación obligatoria, pero no les parece que en el jardín su hijo aprenda cosas muy distintas a las que puede aprender en casa, incluso consideran que puede ser peligroso para Carlos estar expuesto a otros niños porque puede enfermarse. El jardín no queda lejos de su casa, está a una distancia razonable, pero Carlos falta constantemente porque sus padres prefieren que se quede en casa, coordinan visitas al médico en el horario escolar o programan viajes en semanas de clase.
Estos ejemplos nos sirven para entender las dos grandes razones por las cuales más comúnmente se da la inasistencia a la educación inicial en los países de Latino América y el Caribe. Por un lado, encontramos las razones estructurales, asociadas con el contexto del niño o la niña (e.g. ingresos, infraestructura, transporte, factores relacionados con la comunidad, entre otros); este es el caso de Camila. Por el otro lado, están las razones asociadas a sesgos comportamentales, donde las creencias de los padres y madres juegan un rol decisivo para que el estudiante vaya o no al jardín, este es el caso de Carlos. Estas razones no son mutuamente excluyentes, pero separarlas nos sirve para entender mejor de qué estamos hablando.
La situación de la familia de Verónica, Juan y Carlos nos motivó a buscar soluciones a estas barreras, y encontramos en las ciencias del comportamiento un aliado para hacerlo a bajo costo. Exploramos por primera vez en América Latina la efectividad de herramientas del comportamiento para mejorar la asistencia al preescolar en Uruguay, un país que ha hecho grandes esfuerzos para aumentar la cobertura de la educación inicial, pero donde el 30% de los niños/as de 3 a 5 años que asisten a jardines infantiles públicos tienen una asistencia insuficiente.
De la mano del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) y de Innovations por Poverty Actions (IPA) desarrollamos “Llévale al jardín”, una iniciativa que envió mensajes cortos y personalizados (conocidos como nudges) durante dos meses y medio a padres y madres de estudiantes en 97 jardines infantiles públicos a través de la app institucional GURÍ familias que los padres y madres usan en sus celulares, haciendo uso de herramientas de la ciencia del comportamiento como recordatorios y ayudas con la planificación de las familias para atacar los sesgos comportamentales.
El envío de mensajes logró incrementar la asistencia de los estudiantes del medio de la distribución de asistencia entre 0.32 y 0.68 días, pero no tuvo efecto en los extremos de la distribución, es decir, no impactó a quienes asistían menos ni a quienes asistían más al jardín previamente. Esto nos da a entender que en este segmento los sesgos interfieren en mayor medida con la asistencia regular, creando más espacio para influir con herramientas del comportamiento. Los mensajes también aumentaron en 1.5 días la asistencia al jardín en las regiones del noreste del país, zonas menos pobladas y con menor rendimiento en indicadores como infraestructura, actividad económica, salud, educación y pobreza. Encontrar efectos en estas regiones indica el potencial de las herramientas comportamentales para reducir las diferencias geográficas a bajo costo.
¿Cuál es el resultado de que niños y niñas asistan más al jardín?
Usando el Inventario de Desarrollo Infantil (INDI), encontramos que este programa impacta positivamente las mediciones de lenguaje de niños y niñas, con impactos más intensos en zonas del noreste del país, donde esta intervención también mejoró los resultados cognitivos y la disposición para el aprendizaje. Los impactos que encontramos son comparables a los conseguidos con programas a escala muy intensivos en mano de obra humana, como los de visitas domiciliarias. Esto señala el potencial de las herramientas de comportamiento para reducir la desigualdad en el acceso y el aprendizaje desde los primeros años. Si bien esta intervención se realizó en 2019 en un mundo que desconocía los efectos del COVID, sus aprendizajes son ahora más relevantes que nunca. Tener evidencia de la eficiencia de las herramientas comportamentales para mejorar resultados educativos en niños y niñas en edades tempranas debe promover una agenda donde se usen en mayor medida ahora que todos pasamos más tiempo en casa.
Este proyecto fue financiado por el Fondo de Innovación de Desarrollo Infantil, una alianza entre el BID, la Fundación FEMSA, Open Society Foundations, la Fundación Maria Cecilia Soto Vidigal y Porticus. Si quieres conocer más sobre esta intervención y noticias sobre la misma visita el perfil de innovación en el Hub de Desarrollo Infantil y si quieres conocer otros programas que usen ciencias del comportamiento, visita el Behavioral Evidence Hub y descubre cómo las ciencias del comportamiento son un aliado para implementar políticas públicas costo efectivas.
¿Crees que este tipo de programas basados en las ciencias del comportamiento funcionaría para disminuir la inasistencia a la educación inicial en tu país? Déjanos tus opiniones y comentarios en la sección abajo o en Twitter a través de @BIDeducación #EnfoqueEducacion.
[1] Referencias
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