Hace poco escuché a un docente latinoamericano que hizo una pregunta con algo de humor: – “¿los estudiantes nacen con un interés natural por la historia de los fenicios?” La respuesta que dio -y yo resumo- es esta: – “no, a ese interés hay que generarlo, porque sin interés no hay esfuerzo ni aprendizaje”.
Diría que esa es la tarea fundamental donde se encuentran estudiantes y docentes. En esa búsqueda, en ese “despertar” es donde toda la profesión docente se pondrá en juego, donde su formación, sus emociones y su empatía jugarán un rol fundamental. Entender los intereses subyacentes de esos estudiantes y generar nuevos hará crecer vocaciones y será luego una construcción conjunta.
Cuatro historias, cuatro estudiantes
Sobre esa relación, maestro-alumno, quisiera presentarles cuatro historias: la primera es la de Victoria Rojas, una estudiante de 17 años que vive en Misiones, una provincia del norte argentino. Ella con tan sólo 9 años ya leía sistemáticamente cuentos para otros niños, promoviendo lectura y valores. Hace poco tiempo creo Innovaty, una red de jóvenes que busca acompañar e impulsar a jóvenes transformadores.
La segunda es la de Henrique Peixoto Godoi, que vive en Goias, una ciudad del centro de Brasil. Él tiene como objetivo que la ciencia y la sociedad se den la mano. Su inspiración científica se desató cuando vio una película que mostraba la primera separación de gemelos siameses en la historia. Luego creó una startup llamada Instituto Merzenich cuyo objetivo es brindar buenas oportunidades educativas para las personas neuroatípicas, es decir, aquellas que cuentan con un desarrollo neurológico diferente al de la mayoría.
La tercera historia es la de Elisa Torres Durney, de 17 años. Ella vive en Valparaíso, una ciudad portuaria de Chile. Cuando comenzó la pandemia, quiso aprovechar su tiempo libre y comenzó a buscar oportunidades de aprendizaje: encontró un curso de introducción a la computación cuántica que marcó el comienzo de un nuevo capítulo en su vida. Luego fundó Girls in Quantum para lograr que más chicas se interesen en la tecnología y mostrar lo interesante que puede ser el tema.
La última historia que quisiera presentar es la de Fernando Lucio Villalobos, de 16 años, de la ciudad de México. A los 6 años ya había pasado por 9 escuelas y a los 13 años ya había comenzado la universidad. A fin de año se recibirá como el Comunicador Social más joven de todo México y en 2026 probablemente se reciba de abogado. Tiene un programa de radio y su foco son los derechos humanos.
Ellos cuatro son estudiantes destacados, como hay tantos en la región. Sin embargo, la historia de cada uno de ellos se hizo popular haber sido elegidos recientemente finalistas del Chegg.org Global Student Prize 2023, un premio que busca destacar e inspirar a todos los grandes estudiantes del mundo. Desde Fundación Varkey y Chegg, los organizadores del certamen, nos gusta decir que nosotros no creamos grandes historias, sino que ponemos un gran farol de luz sobre ellas para que todo el mundo la vea, las mire primero y las admire después. Esta página intenta presentar esas historias para que las puedan conocer de puño y letra de ellos.
La invitación es, por un lado, a leer estas historias y que pensemos juntos cuánto del compromiso de esos estudiantes fue forjado al calor del compromiso de sus docentes y sus familias. Y, por otro lado, que pensemos en qué medida la mirada del mundo adulto que descubre en los jóvenes la semilla de la transformación puede funcionar a la vez como el fertilizante que ellos mismos necesitan para constituirse como los agentes de cambios que, al final, necesitamos todos.
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Una “inconformista” innovando en comunidad
Por Victoria Rojas
¿Cuáles son las motivaciones de la sociedad para organizarse como lo hace hoy en día? ¿Por qué hay micro ecosistemas tan pequeños? ¿Qué pasaría si los chicos no tuviéramos que esperar hasta tener un título para empezar a crear y cambiar nuestro entorno? Preguntas, dudas y cuestionamientos que me acompañan desde niña.
Mi nombre es Victoria Rojas, tengo 17 años, vivo en Posadas, Misiones, un pequeño punto al norte de Argentina, entre Brasil y Paraguay. Junto con mi hermano menor nos tocó afrontar diferentes desafíos durante nuestra infancia, pero gracias a la unión de mi familia y el amor incondicional de nuestros padres, pudimos superarlos. Ellos nos permitieron soñar, proponernos metas y confiar en nuestra creatividad para alcanzarlas.
Aprendí y sigo aprendiendo de manera transversal, con actividades como ajedrez, robótica, ciencias, bibliotecas, teatros y muchas otras que me permitieron aprender de una manera distinta. Cuando tenía 15 años llegué casi por casualidad al mundo de la representación juvenil, iniciándome en el parlamento juvenil del Mercosur y los Modelos de Naciones Unidas, con becas y programas que me abrieron incontables puertas, (y aún lo siguen haciendo).
En 2022 gracias a la Embajada de Estados Unidos pude participar del programa Youth Ambassadors y para octubre de este año proyecto la participación en el evento organizado por Change the World en Dubai junto con cientos de jóvenes líderes de todo el mundo.
Además, fundé Innovaty, una organización que trabaja bajo el lema de “Inconformistas Innovando en Comunidad”, proponiendo resolver problemáticas de nuestro entorno en base a lo que sabemos y lo que tenemos, a través de una incubadora de proyectos. Somos 50 integrantes de más de 10 provincias en Argentina.
Mi sueño es poder aportar mi granito de arena para que esa chispita que está dentro de cada chico lo impulse para empezar a crear y mejorar su entorno, para que sepan que son capaces de hacerlo y ayudarlos desde mi lugar a conseguir herramientas para realizar sus proyectos
Y volviendo a las preguntas del comienzo, puede que no sepamos todas las respuestas ahora, pero nos sirven de brújula para encontrar nuevas respuestas y nos inspiran a explorar otros horizontes, buscando mejorar paso a paso, para estar más cerca del futuro que queremos.
“Creo profundamente que cada persona tiene la fuerza para mejorar el mundo”
Por Fernando De Lucio
Supe para qué había nacido el día que hablé con la madre de una niña de 12 años desaparecida. Ella me contó que nadie la escuchaba, que sólo ella y su familia buscaban a su hijita. Su historia debía ser contada, oída, atendida, resuelta. Por eso decidí estudiar Comunicación por un lado y derecho por otro. Mi pasión es mejorar el mundo. Lo hago promoviendo la cultura de la paz, los derechos humanos y el cuidado ambiental.
Yendo para atrás en el tiempo, creo que mi principal reto fue aceptarme, valorar mis singularidades y a partir de ellas, poner todo mi esfuerzo por aprender. He sufrido bullying, me decían que era “raro” y tuve que pasar por seis escuelas. Junto a mi familia decidimos que lo mejor sería estudiar en casa. Es decir, mi salón de clases sería la sala del pequeño departamento donde vivimos. Sin embargo, puedo decir que todos mis docentes fueron muy buenos porque respetaron mis singularidades y me estimularon a aprender a mi ritmo y me sentí muy inspirado para aprender. Además, siempre he contado con el amor incondicional de mi familia.
Eso no me detuvo. Continué e investigué muchísimo. Fue dar un paso, luego otro, y luego otro. En ese camino conocí testimonios que me tocaron el corazón y cambiaron mi vida. Creo que la paz es producto de la justicia, por eso emprendí otras iniciativas para promoverla como mi canal de YouTube y un programa de radio. He aprendido que los jóvenes tenemos un papel protagónico en los grandes cambios que requiere la humanidad.
Creo profundamente que cada voz cuenta, que cada persona tiene la fuerza para mejorar el mundo a través de su creatividad e innovación. Todas y todos somos valiosos y tenemos mucho que aportar. Sueño que cada día más niñas, niños y adolescentes y jóvenes de todo el mundo se sientan poderosos y fuertes y capaces de transformar la realidad en la que viven, sin excluir a nadie.
Creo que la educación es la base fundamental para resolver todos los problemas del mundo: una educación sustentable y ecológica, que luche contra el cambio climático, que fomente el análisis y pensamiento crítico y la resolución de problemas de forma creativa e innovadora.
Así que aquí estoy; todos mis saberes, sueños y cansancios están al servicio de mi comunidad, de mi país y del mundo.
Achicando la brecha de género en tecnología
Por Elisa Torres Durne
Mi nombre es Elisa Torres Durney y tengo un objetivo claro: achicar la brecha de género y proporcionar a las jóvenes las herramientas para que se sientan capacitadas en el ámbito de la tecnología. Creo que la educación es la clave para transformar el mundo.
Con una beca de una empresa tecnológica, tuve la oportunidad de sumergirme en el mundo de la computación cuántica a través de un programa de 8 meses. Esta experiencia me reveló, no solo el potencial transformador de esta tecnología, sino también la necesidad urgente de equilibrar la participación de género en esta área.
Mi participación en el programa de excelencia académica en la Universidad de Yale y mi contribución en la Academia de Ciencias de Nueva York me brindaron una visión clara de este desequilibrio y de cómo la colaboración juega clave.
Por esa razón fundé “Girls in Quantum” una forma de contribuir a esa transformación. Quiero ver a niñas de todo el mundo explorar el mundo de la computación cuántica, desafiando los estereotipos y creando un futuro más inclusivo y equitativo.
A medida que avanzamos, busco colaboraciones y alianzas que compartan nuestra visión de empoderar a las niñas a través de la educación. Hemos colaborado con más de 7 empresas internacionales como IBM, Quanscient, Perimeter Institute, Uptown Basel, Le Wagon, Infleqtion, Inspiring Girls y CitiBank. Estamos ansiosas de ir por más para tener un mayor alcance.
En un año, he convertido mi idea en una organización internacional, una organización sin fines de lucro de estudiantes para estudiantes. La educación es el motor de Girls in Quantum. Juntas, hemos impactado a estudiantes y personas en más de 20 países, incluyendo Europa, África, Asia y América del Norte y del Sur.
Nuestra iniciativa ha llegado a más de 150 publicaciones educativas y hemos organizado seminarios en línea con expertos internacionales y más de 200 asistentes. Estamos cerrando brechas de género, idioma y socioeconómicas. Y felizmente puedo decir que en este momento estamos teniendo un impacto en el mundo.
Si la educación es la llave para transformar el mundo tiene que estar en manos de cada joven, de cada niño o niña. No podemos negársela a nadie. Y eso es tarea de todos.
“Si quieres un cambio en tu vida, debes trabajar todos los días para ello”
Por Henrique Godoy
– ¿Está rica la comida, señor Santos?
-“¿Que comida?”
Me quedé impactado por esa escena. La comida estaba frente al señor Santos y padecía Alzheimer.
Al comenzar a investigar esta enfermedad, acudí al trabajo del Dr. Michael Merzenich, el neurocientífico plástico más importante de Brasil, y también identifiqué otro problema: la neurodiversidad no era un tema discutido en las escuelas, provocando marginación mucho sufrimiento.
Un estudiante Neuro diferente es una persona que tiene una diferencia o una condición neurológica que afecta la forma en que su cerebro funciona. La neurodiversidad es un concepto que reconoce y celebra la variación natural de nuestras características neurológicas entre individuos. Estas diferencias pueden incluir afecciones como el autismo, el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad), la dislexia, el síndrome de Tourette y otros.
La neurodiversidad promueve la aceptación y la inclusión de personas con diferencias neurológicas y enfatiza que estas diferencias deben verse como una parte natural de la diversidad humana, tratando de apoyar a las personas para ayudarlas a prosperar y alcanzar su potencial.
Ayudar a los estudiantes neuro diversos en educación puede incluir tareas como brindar tiempo adicional para tareas y exámenes, ofrecer clases sensoriales, usar tecnología de asistencia, implementar planes educativos individualizados (IEP) o planes 504 (Estados Unidos) y promover una cultura de comprensión de su aceptación entre colegas.
El reconocimiento que recibí como finalista reciente del Global Student Prize fue un gran impulso para mí. Un científico que inspiró mi proyecto, Michael Merzenich, se puso en contacto conmigo y me propuso una colaboración. Además, muchas personas de Brasil dijeron que participarían del premio el próximo año. Los animo y estoy disponible para ayudarles en lo que necesiten, siempre estaré a disposición de los jóvenes.
Soy joven para dar consejos, aún me queda un largo camino por recorrer. Pero si me pidieras una palabra, de joven a joven, te diría: sé sincero, honesto y lleva a cabo tus proyectos con el corazón abierto, esperando aprender de los demás. Y no olvides que si quieres un cambio en tu vida, debes trabajar todos los días para ello.
Lilian Oyuela dice
Excelente que maravillosas historias, soy docente y me identifico con estos jóvenes. Interesantes historias que me gustaria compartir con otros jóvenes y especialmente con mi Hija Lily para que también se anime a unirse alguno de estos proyectos aquí en Tegucigalpa Honduras.