Para conmemorar el Día internacional de la infancia, en un mundo que sigue viendo los efectos de la crisis climática, hablamos con el ambientalista Francisco Vera Manzanares sobre el papel de los jóvenes y de la educación en preservar el medio ambiente.
“El planeta puede vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin el planeta y, aunque digan que el futuro son los niños, nosotros somos el presente”.
Así de contundente es el mensaje de Francisco Vera Manzanares, un joven activista colombiano que a sus 15 años ya es reconocido, junto a personalidades como el Papa Francisco, como una de las voces más influyentes en la lucha contra el cambio climático en América Latina.
Francisco empezó a levantar su voz en defensa de la vida desde que tenía 11 años, primero con un grupo de niños colombianos al que bautizaron Guardianes por la Vida y después en distintos foros nacionales e internacionales, como el Congreso de Colombia, y la Asamblea General de Naciones Unidas .
Así tenga ya varios títulos muy sonoros como el de embajador de Buena Voluntad de la Delegación de la Unión Europea en Colombia, el de Primer Defensor de la Acción Climática para América Latina y el Caribe de UNICEF, y el de Joven Campeón de la Campaña OurVoiceOurFuture del Servicio Europeo de Acción Exterior, Francisco camina sin ínfulas, y se ríe de sí mismo con la grandeza de quién se sabe chiquito frente a la inmensidad del universo, pero tan especial como esa constelación de millones de células y neuronas que hacen posible que nuestro cuerpo pueda respirar y tener conversaciones como la que tuvimos cuando visitó las oficinas del BID.
Nuestro encuentro se dio justo antes de su participación en Naciones Unidas, durante “La educación no puede esperar”‘, un evento sobre el financiamiento de la educación en América Latina y el Caribe, junto al presidente de República Dominicana, Luis Abinader, ministros de finanzas y educación, miembros de la sociedad civil y altos representantes de los organismos multilaterales, como el presidente del BID Ilan Goldfajn.
¿Cómo te interesaste por el medio ambiente?
Soy colombiano, un país lleno de biodiversidad. Crecí rodeado de naturaleza y he sido testigo de cómo se ha venido degradando debido al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Por eso decidí tomar acción, organizarme con siete compañeros y formar un movimiento llamado Guardianes por la Vida.
¿Hubo algún profesor o profesora que te ayudara a generar esa conciencia?
Sí, hubo profesores que me incentivaron no solo la conciencia ambiental, sino también la conciencia ciudadana. Un profesor en particular, Juan Carlos Padilla, de física y química, me motivó a ejercer mi ciudadanía y siempre alzar mi voz.
¿Qué rol crees que tiene la educación en los esfuerzos para combatir el cambio climático?
La educación tiene un rol esencial. No podemos solucionar algo si no lo entendemos, y la educación es la vía para prepararnos frente a las soluciones y afectaciones del cambio climático. La educación es la clave para avanzar en la lucha contra el cambio climático. Lo decía Nelson Mandela, la educación es el arma más potente solo que un arma mata. La educación siembra vida siembra inteligencia y la educación nos da prosperidad.
¿Tus acciones por la vida involucran también la educación?
Sí, claro. Con Guardianes por la Vida, hemos formado una red de más de 50 escuelas en 16 departamentos de Colombia, ejecutando todo tipo de iniciativas, como huertas urbanas y procesos de literatura medioambiental. Queremos empoderar a los niños para que tomen espacios de toma de decisiones. No hay futuro sin educación. Necesitamos una educación que nos prepare para afrontar los problemas actuales y futuros, una educación adaptable que incluya la planeación de la ciudad y el ejercicio de la ciudadanía.
Cuando iniciamos con Guardianes por la Vvida, éramos tan solo siete niños. Sin embargo, fuimos creciendo, fuimos formando un movimiento cada vez más grande y ahora tenemos una red de escuelas, con todo tipo de iniciativas como las huertas de la esperanza, por ejemplo. Tenemos otra iniciativa que se llama Leer con eco-esperanza, un proceso de literatura medioambiental, que estamos llevando a cabo en diversos en municipios e incluso con una comunidad indígena. Y hace poco lideramos una declaración que ha sido ratificada por más de 5.000 niños, que hemos movilizado con 11 gobiernos del mundo y que ha sido traducida a varios idiomas. Se llama la Declaración de la eco-esperanza con cuatro propuestas específicas que los estudiantes y los profesores están movilizando en sus territorios con sus alcaldes y sus gobernadores.
Queremos empoderar a los niños para que se tomen esos espacios donde están decidiendo sobre sus derechos y su futuro, pero sin ellos.
¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentamos hoy en día como ciudadanos?
Creo que los principales desafíos que enfrentamos como ciudadanía son el cambio climático y la violencia. Esta violencia no solo se traduce en conflictos armados, sino también en violencia familiar, de género y contra la niñez. Le hemos declarado una guerra a la vida.
¿Qué es la eco esperanza?
La eco esperanza es una acción basada en la esperanza. Sabemos que tenemos problemas, pero necesitamos actuar en lugar de quedarnos paralizados. La desesperanza nos lleva a la violencia y la situación actual a nivel global está llevando a un colapso ecológico y social. Si perdemos la esperanza, ya no tenemos nada que perder y eso nos lleva a la desesperación y la violencia. Necesitamos soluciones colosales y contundentes como la esperanza. El reto de mi generación y de nuestra sociedad en general es recuperar la eco esperanza y la confianza en el futuro.
¿Cómo podemos acercar más a los niños hacia la naturaleza?
Los niños son los mejores filósofos, siempre se están cuestionando todo. Necesitamos proveerles entornos seguros y verdes que los acerquen a la naturaleza y potencien sus capacidades como ciudadanos para generar cambios globales. Queremos enseñarles mucho a los niños, pero a veces no los escuchamos lo suficiente, al igual que con la naturaleza, que a veces queremos dominar en lugar de entender.
¿Qué crees que podríamos aprender los adultos tanto de los niños como de la naturaleza?
Yo creo que la enseñanza que nos pueden dar las nuevas generaciones y la naturaleza es una enseñanza de humildad. Muchas veces escucho afirmaciones como “¿qué puede decir un niño? Un niño es un ser estúpido e irrelevante”. Esto refleja una narrativa cultural y legal en algunos países donde no se reconoce la ciudadanía hasta los 18 años. La inclusión de la naturaleza y de la niñez nos enseña humildad. Tenemos que ser más humildes y dejar de ser tan egocentristas. Pensemos en las sociedades de hoy en día, veamos los parlamentos, ¿cuántos niños hay en los parlamentos? Cero. El mensaje es dejar la arrogancia a un lado y empezar a pensar en colectivo.
¿Qué crees que debe tener un ciudadano global hoy en día?
Un ciudadano global debe tener información verídica y chequeada. Hoy en día, tenemos un gran problema con la desinformación. También debe tener educación para ser lo suficientemente inteligente para diferenciar propuestas reales de populismo y discursos de odio. Además, debe tener una conciencia respecto a su agencia, entender que sus acciones tienen repercusiones, ya sean negativas o positivas. Debemos pensar globalmente en los retos y desafíos globales que se traducen de manera local y actuar localmente con empatía.
Un último mensaje para los que te escuchan.
Estamos en un punto de inflexión para la tierra, no solo ecológicamente, sino también socialmente. No desaprovechen esta oportunidad de hacer un cambio en nuestra sociedad y construir sociedades más inclusivas y verdes que traigan eco esperanza. La educación está cerrando las brechas de desigualdades en nuestra región. Si un pueblo tiene educación, es un pueblo inteligente y preparado para escoger a quienes los van a gobernar.
En este enlace puedes ver la entrevista completa en video.
Mantente atento a más blogs sobre habilidades de ciudadanía global. Esta serie de blogs forma parte de la Iniciativa Habilidades para la Vida, un esfuerzo del Banco Interamericano de Desarrollo para desarrollar competencias cruciales entre los niños y jóvenes de América Latina y el Caribe y abordar las brechas de habilidades profundamente presentes en nuestra región. Compártelas y sigamos todos unidos contra el acoso.
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