Hace unas semanas, tuvimos la oportunidad de conversar con el avatar de IA de Peter Singer —un proyecto experimental que, a partir de sus escritos y declaraciones públicas, reproduce respuestas muy semejantes a sus posiciones filosóficas. Aquella versión digital fue fascinante, pero nos dejó con la pregunta: ¿qué diría el Peter Singer de verdad?
Ya no tenemos que preguntárnoslo.
Recientemente hablamos con el propio filósofo sobre la ética de la inteligencia artificial en la educación, un tema que se cruza con sus preocupaciones de siempre: el bienestar humano, la justicia y el pensamiento racional. Fiel a su estilo, Singer ofreció una reflexión mesurada y profunda sobre las promesas y los riesgos de la IA.
¿Por qué crear tu propio avatar de IA?
Singer contó que la idea no fue suya, sino de un asistente a una de sus conferencias que se ofreció a desarrollarlo. El filósofo vio un valor claro: recibe decenas de correos diarios preguntándole por sus opiniones —sobre el trato a los animales, la pobreza global, etc.— y no tiene tiempo de responderlos todos. El avatar permite atender indirectamente a mucha más gente de la que él podría solo. ¿Dilemas éticos? Pocos, dice Singer: antepone difundir sus ideas a proteger regalías o marca.
No obstante, no todos están convencidos. Su editor en Australia teme que el avatar pueda restar ventas de libros. “¿Para qué comprar un libro si puedes preguntarle gratis a mi IA sobre eutanasia o altruismo efectivo?”, se preguntan.
¿Puede la IA mejorar la toma de decisiones éticas?
Singer ve un gran potencial, sobre todo en profesiones con poca formación ética, como la sanidad. Sugiere que la IA podría ayudar a médicos, enfermeros o psicoterapeutas a identificar dimensiones morales que podrían pasar por alto. “No se trata de darte respuestas definitivas —aclara—, sino de mostrarte qué preguntas éticas deberías hacerte.”
Este enfoque, añade, encaja igual de bien con la docencia. Los profesores afrontan dilemas morales complejos —especialmente al trabajar con jóvenes— y la IA podría ayudarles a reflexionar de modo más sistemático.
¿Cuál es el reto ético más urgente de la IA en la educación?
Al preguntarle por el asunto más acuciante, Singer señaló varios:
- Privacidad y protección de datos, esencial cuando los alumnos interactúan con sistemas de IA.
- Sesgos y equidad, para evitar que la IA reproduzca o agrave desigualdades existentes.
- El factor humano, especialmente el riesgo de sustituir maestros reales por chatbots más baratos, lo que podría ampliar la brecha entre estudiantes ricos (con profesores) y pobres (con tutores virtuales).
Aun así, Singer se muestra pragmático. “Ahora mismo no vivimos en el mejor de los mundos —recuerda—. En muchos países, los estudiantes desfavorecidos ya carecen de educación de calidad. Si la IA puede ofrecerles atención personalizada —aunque sea por un robot— puede ser mejor que aulas abarrotadas sin apoyo individual.”
IA en el aula: complemento, no sustituto
Aunque Singer se jubiló de la docencia en 2024, admite que habría usado IA como complemento en sus clases. Sobre los alumnos, plantea un dilema ético: ¿hasta qué punto deben recurrir a la IA para redactar trabajos o resolver tareas?
No ofrece respuestas fáciles, pero insiste en cuidar la integridad del aprendizaje. Los docentes, sugiere, podrían reforzar las evaluaciones orales o familiarizarse mejor con la voz individual de cada estudiante.
Una mirada más amplia: energía, inteligencia y riesgos a largo plazo
El filósofo también reflexionó sobre temores más amplios, como la posibilidad de que sistemas de IA ultraracionales concluyan que los humanos son un lastre para el planeta. Aunque no lo ve inminente, reconoce su plausibilidad teórica. “Construir IA ética —advierte— no es solo codificar valores, sino enfrentar los valores que a menudo descuidamos.”
¿Quién lo hizo mejor: el Singer real o su avatar?
Les planteamos las mismas preguntas a ambos. Las respuestas coincidieron en buena medida. Singer se rió al saberlo: “Básicamente estáis en la misma sintonía.” Admitió, sin embargo, que su versión de IA es “un poco más cauta” que él —una versión más diplomática del filósofo.
Quizá esa sea la clave.
La IA puede amplificar ideas, escalar conversaciones filosóficas y ofrecer orientación… pero aún no sustituye la claridad ética, la humildad y la humanidad de alguien como Peter Singer.
Y, por ahora, nos alegramos de que el verdadero siga aquí para guiarnos.
¿Te intriga cómo respondió su avatar digital?
Lee nuestra entrevista con el chatbot de Peter Singer aquí.
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