Hace poco leí algo que me pareció realmente increíble. Hay algo que las escuelas pueden hacer para aumentar los resultados de la educación en un 20 por ciento y aumentar al mismo tiempo el empleo futuro en un 40 por ciento. Además, su implementación aumenta importantes habilidades sociales y emocionales, así como mejora las perspectivas de salud. No, no se trata de más ordenadores, o exámenes más rigurosos, o incluso del desarrollo universal y de alta calidad de la educación temprana (esto último es una cruzada personal).
Más bien, se trata de deportes orientados a las niñas y que estén basados en la escuela.
No hay nada nuevo sobre el hecho de que el deporte está asociado a mayores calificaciones y a una mejor autoestima. Sin embargo, hasta hace poco, la pregunta del huevo y la gallina nunca fue resuelta adecuadamente. ¿Fueron acaso los deportes que produjeron estos resultados o fueron las niñas que ya eran alumnas de alto rendimiento y que se sentían atraídas hacia los deportes con la ambición, la resistencia y las oportunidades necesarias para tener éxito? Una nueva investigación ha desenredado la dirección de la causalidad: controlando la auto-selección (el huevo o la gallina), se encuentra que, para las niñas, la participación en deportes de equipo puede resultar en mejoras para toda la vida en relación con su educación, el trabajo y su salud.
En los Estados Unidos, el Título IX de las Enmiendas de Educación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, una pieza clave de esa legislación, aprobada en 1972, estableció que ninguna persona, en base a su sexo, puede ser excluida de participar en, ser negada de los beneficios de, o ser sujeto de discriminación en cualquier programa educativo o actividad que reciba asistencia financiera federal.
El mayor impacto de este cambio radical fue en el atletismo que se practicaba en las escuelas secundarias, un ámbito donde existían explícitas políticas discriminatorias. Antes del Título IX, casi la única actividad física que se ofrecía a las niñas en las escuelas era la de ser porristas y la práctica de danzas folclóricas. Sólo 1 de cada 27 niñas practicaban deportes propios de la escuela secundaria. El Título IX exigió a las escuelas aumentar las tasas de participación femenina en atletismo hasta casi igualar las tasas de participación masculina. Seis años después de su promulgación, precisamente cuando se requería su cumplimiento obligatorio, una cuarta parte del total de muchachas participaron en algún tipo de deporte organizado por la escuela. La participación de los hombres se mantuvo constante durante este tiempo, en un 50 por ciento.
Ahora movámonos en cámara rápida hasta el presente. En los Estados Unidos, más del 40 por ciento de las niñas juegan en las escuelas algún tipo de deporte organizado. Las mujeres constituyen aproximadamente la mitad de la fuerza laboral y han avanzado con fuerza en las carreras que fueron previamente dominadas por los hombres en los años 70.
Entonces, ¿qué es lo que puede hacer el deporte en relación con las muchachas? Por ejemplo, puede aumentar el número de años de permanencia en la escuela, y puede incrementar las probabilidades de obtener educación superior y llegar a ser una empleada a tiempo completo. Se pueden reducir las tasas de embarazo en la adolescencia y disminuir la obesidad. A su vez, fomenta el desarrollo de habilidades que son valoradas por el mercado laboral. Asimismo, los participantes deben resolver los conflictos dentro de un conjunto de parámetros estrictamente definidos, en base a reglas y procedimientos. Usted gana —o pierde— en base a reglas establecidas, pero a menudo como parte de un equipo. Se requiere perseverancia y concentración, así como motivación y competencia.
En la medida en que América Latina y el Caribe se están orientando hacia la incorporación de más deportes en la jornada escolar, las implicaciones son claras. Es preciso que se impongan medidas, por adelantado, que permitan asegurar que estas actividades beneficien al 100 por ciento de la población estudiantil. Si acaso sea necesario contar con un Título IX para que esto ocurra, es todavía una cuestión abierta.
Ana dice
Comparto con este artículo, que desde niña siempre entrené algún deporte, no sólo en la escuela sino también fuera de ella.
Indudablemente el deporte mejora el autoestima.
Arnulfo Mantilla dice
El mensaje es necesario y vale la pena resaltar que el deporte, la recreación, la actividad física y la educación física son un excelente medio para favorecer el desarrollo emocional, social, intelectual y motriz de todo ser humano en cualquier parte de su ciclo de vida, aunque es determinante, aunque es determinante en los primeros años de vida y sin considerar ningún tipo de exclusión o discriminación.
Lo invito a que amplíe su punto de vista conociendo la POLITICA PÚBLICA DE DEPORTE, RECREACIÓN Y ACTIVIDAD FÍSICA PARA BOGOTA 2009-2019, denominada “Bogotá más activa”. (Puede ver o bajar esta política en http://www.bogotamasactiva.gov.co).
Ánimo,