Hoy, hace 50 años se celebró el primer “Día Internacional de la Alfabetización”, una fecha dedicada por la UNESCO a reforzar el compromiso de gobiernos y sociedades a erradicar el analfabetismo y afianzar la educación como el camino hacia una vida social, cívica y laboral plena para todos: ¿Hemos cumplido esa meta en la región?
Sin duda, América Latina y el Caribe han hecho esfuerzos enormes para reducir drásticamente las tasas de analfabetismo: en prácticamente todos los países de la región más del 90% de los habitantes se consideran alfabetos. Sin embargo, la meta aún no se cumple a plenitud para todos; Guatemala, Guyana, Haití y Nicaragua enfrentan aún grandes desafíos en esta lucha.
Al mismo tiempo que analizamos el camino recorrido en la mejora de las tasas de alfabetización, nuestro panorama a futuro no puede obviar el problema del analfabetismo funcional. Millones de niños, jóvenes y adultos todavía no cuentan con habilidades suficientes para leer, escribir y hacer cuentas de forma efectiva. Como demuestran los datos del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) de la UNESCO y el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA por sus siglas en inglés), una gran cantidad de niños y jóvenes no son capaces de comprender los textos y se les dificulta expresarse por escrito. A los niños, las bajas competencias en lectura les impide una progresión académica efectiva y les obliga a reprobar, repetir e incluso abandonar la escuela. A los jóvenes, les limita las oportunidades de terminar la secundaria, acceder a la universidad e insertarse en el mercado laboral.
Estos niños y jóvenes que no pueden alcanzar competencias lectoras básicas corren el riesgo de convertirse en adultos que ven sus oportunidades laborales limitadas, mermando su autoestima. Como lo demuestran las encuestas del Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de Adultos (PIAAC) de la OCDE las buenas competencias lectoras están vinculadas en la vida adulta con mejores ingresos, estabilidad laboral, mejores niveles de salud y una vida cívica más activa.
Fuente: Andreas Schleicher, “Fortalezas y debilidades de la educación en Colombia”, 2014.
En las últimas décadas, en el camino por ampliar masivamente la cobertura, por promover todo tipo de competencias y habilidades desde el nivel primario, y por intentar que la escuela sea todo para todos, hemos olvidado la promesa básica de la educación pública.
Renovar el compromiso de lograr que América Latina y el Caribe estén libres de analfabetismo implica regresar a lo más básico: que todos los niños aprendan a leer de forma efectiva, a expresarse correctamente de forma oral y por escrito, y a resolver problemas aritméticos fundamentales.
Esto conlleva utilizar en el aula los mejores métodos para hacerlo y capacitar a nuestros docentes para que puedan aprovecharlos. Implica dotar a nuestras escuelas y aulas con recursos educativos gratuitos para que los estudiantes puedan practicar la lectura y la escritura. Muchos de nuestros niños, particularmente aquellos que viven en el área rural o urbano marginal, aún no cuentan con textos básicos y bien diseñados para aprender a leer.
Niña en una escuela rural colombiana mostrando el único lápiz con que cuenta
(Horacio Álvarez, 2016)
Renovar la promesa también implica enfocar todos los esfuerzos para que, aunque se continúen impartiendo otras asignaturas y las metas de aprendizaje sean altas, estén alineados a apoyar el desarrollo de las competencias básicas de lectura, escritura y matemáticas, particularmente en el nivel primario. Estados como el de Minas Gerais en Brasil, han logrado grandes resultados implementando estrategias concertadas para mejorar los aprendizajes de los niños en las áreas básicas. El Programa Todos a Aprender de Colombia también persigue este objetivo.
El esfuerzo por la alfabetización debe incluir, por supuesto, reorganizar las plantas docentes de cada escuela y asignar a los mejor formados a los primeros grados. Implica también reorganizar las cargas de trabajo, y dejarle a los docentes de los primeros grados un menor número de estudiantes para que estos puedan dedicarle más tiempo a cada alumno.
En papel, la promesa de la alfabetización la hemos renovado a través del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 4: “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Es más necesario que nunca trascender el papel para convertir en realidad que todos los ciudadanos se formen, aprendan a leer, escribir, hacer cuentas y, sobre todo, que tengan las herramientas para participar activamente en la construcción de su propio futuro.
…cualquier esfuerzo por la alfabetización, será poco útil mientras se entregue dinero en países con funcionarios corruptos que dilapidan los préstamos repartiendo el dinero, y haciendo cómplices a Editoriales, Universidades y ONGs con el solo fin de justificar gastos. Leer la página 16 del PDF. http://spij.minjus.gob.pe/Normas/textos/070404T.pdf