*Escrito por Fernando Fernández
Los padres invierten bastante tiempo escogiendo el nombre “más hermoso” para sus hijos. Pero, ¿acaso los nombres importan para nuestro bienestar económico? ¿Incide el nombre de los estudiantes en su desempeño académico?
Diversos estudios han documentado que los nombres de los individuos están relacionados con el éxito en el mercado laboral. En 2004, Marianne Bertrand y Sendhil Mullainathan realizaron un experimento en Boston y Chicago en el cual enviaron CVs falsos a anuncios de trabajo publicados en los periódicos de ambas ciudades. El propósito del estudio era investigar si los candidatos con nombres que “suenan afro-americanos” (p. ej. Jamal Jones) recibían menos llamadas que los postulantes con nombres que “suenan blancos” (Greg Baker). La única diferencia entre los CVs era el nombre: todo lo demás (educación, experiencia laboral) era igual. Los autores encontraron que, en promedio, los Gregs recibían 50 por ciento más llamadas para entrevistas personales que los Jamals.
En 2013, Costanza Biavaschi, Corrado Giulietti y Zahra Siddique analizaron si los inmigrantes que cambiaron sus nombres tras llegar a EEUU a inicios del siglo XX consiguieron trabajos mejores. Los autores compararon individuos inicialmente llamados Giovanni que, después de llegar a EEUU, se cambiaron a John con trabajadores llamados Giovanni que mantuvieron su nombre original. Sus resultados muestran que los Johns trabajan en mejores empleos que los Giovannis y la diferencia en ingresos salariales entre ambos es de 14%. ¿Buen negocio, no?
¿Qué nos dice la evidencia de América Latina? Los economistas Alejandro Gaviria, Carlos Mediana y María Palau usaron datos de Colombia y estimaron que los individuos con nombres únicos (“sin tocayos”) obtienen ingresos laborales que son 10% más bajos que individuos con nombres no únicos. De manera interesante, encontraron que esta brecha es más grande entre los altamente educados que entre los trabajadores de baja formación.
¿Es posible que la diferencia generada por los nombres aparezca mucho antes de que los individuos entren al mercado laboral? ¿Será que los nombres afectan el aprendizaje en los primeros años de la vida escolar? En un proyecto de investigación con Rosamaría Dasso, estamos analizando si los estudiantes con nombres inusuales obtienen peores resultados académicos. En concreto, usamos los resultados de una evaluación nacional de matemática, tomada por los alumnos de 2do grado de primaria (entre 7 y 8 años) en Lima entre los años 2007-2012. Esta base de datos contiene información sobre aproximadamente 730, 000 estudiantes.
¿Cómo determinamos si un nombre es inusual? Para cada sexo, decimos que un nombre es inusual si se repite en la lista de todos los nombres menos de 10 veces. En la siguiente tabla, mostramos los nombres más frecuentes y menos frecuentes de niñas y niños en Lima. Encontramos que María es el nombre más común entre las niñas mientras que José es el más popular entre los varones. En contraste, Drixy y Anyelino son nombres únicos entre niñas y niños, respectivamente.
Tabla 1: Nombres más y menos frecuentes de estudiantes de 2do grado en Lima, 2007-2012
Más frecuentes |
Menos frecuentes |
||
Niñas |
Niños |
Niñas |
Niños |
MARIA | JOSE | DRIXY | ANYELINO |
LUZ | LUIS | JASMELY | BEAVER |
ANA | JUAN | JESARELLA | GHAMPIER |
RUTH | CARLOS | RAYCELL | HAIRY |
ANDREA | DIEGO | RENELMA | JHOBERLIN |
DIANA | JOHN | RHANDU | KALIMAN |
MILAGROS | JESUS | STHEYCY | NILSERIK |
ROSA | JORGE | SUDDENLY | RILOVER |
ANGIE | KEVIN | SVENKA | VIBALDI |
FLOR | MIGUEL | TACHIRA | VIETNAM |
Entonces, ¿quién es mejor estudiante, Luz o Jasmely? ¿Luis o Beaver? Cuando comparamos estudiantes dentro de la misma escuela, nuestras estimaciones sugieren que en el caso de las niñas, tener un nombre inusual disminuye la probabilidad de alcanzar el nivel satisfactorio en el examen en 4%. Entre los varones, el efecto es mayor aún: tener un nombre inusual está asociado con una reducción de 7% en la probabilidad de lograr el nivel satisfactorio de la evaluación. Estas brechas de aprendizaje son más grandes en escuelas privadas que en colegios públicos.
¿Estos resultados implican que los nombres per se importan o, simplemente, están capturando otras diferencias entre estos estudiantes? ¿Hace falta que los padres se preocupen tanto por el nombre que le ponen a sus hijos? Estudios recientes señalan que los padres que nombran a su hija Ana son muy diferentes de aquellos que nombran a su niña Jesarella. De hecho, su nivel educativo e ingresos son muy diferentes. Entonces, la diferencia observada en los resultados de la prueba podría deberse, no necesariamente a los nombres, sino al hecho de que estas niñas vienen de familias muy diferentes a pesar de que asisten a la misma escuela.
Para verificar si los distintos niveles socio-económicos de las familias son los que explican las diferencias en aprendizajes en lugar de los nombres, lo que hicimos fue comparar el desempeño académico de pares de hermanos que estudian en la misma escuela. Es decir, comparamos a una estudiante que tiene un nombre inusual como Jesarella con su hermana Ana. Esto nos permitió mantener constante el nivel socio-económico familiar entre ambas niñas y, luego de hacer estas nuevas estimaciones, las brechas en aprendizaje desaparecen, excepto entre los estudiantes varones de colegios privados.
Esta evidencia sugiere que los nombres per se no son tan relevantes para el desempeño estudiantil. Entonces, ¿por qué importan tanto en el mercado laboral? Una hipótesis puede ser que los empleadores usan el nombre de los candidatos para inferir el nivel socio-económico de sus padres porque creen que este sí afecta la calidad de su educación y sus habilidades. Por eso, quizás los nombres dejen de ser importantes cuando otras elecciones de los padres adquieran mayor prioridad. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo deben dedicar a sus hijos? ¿Qué tipo de ambiente familiar favorece su desarrollo? ¿Cómo los envían a la mejor escuela posible para que aprendan cada vez más?
Con seguridad, estas decisiones de los padres son más significativas para la vida de sus hijos que el nombre que les pongan y sí les ayudarán a conseguir un futuro más prometedor.
Agradecimientos: Quiero agradecer a Mariana Alfonso, Suzanne Duryea, Hugo Ñopo y Norbert Schady por sus comentarios sobre este proyecto de investigación. También agradezco la valiosa ayuda de Katherina Hruskovec en la edición del presente artículo.
*Fernando Fernández es un consultor en la División de Educación del BID. Actualmente, está involucrado en proyectos de políticas docentes en Perú y Chile.
¡Muy interesante el artículo! Me gusto la manera en la cual determinaron que un nombre es usual o inusual. Ahora me parece que sería genial tomar en cuenta el valor subjetivo de “belleza” del nombre. Ya que un nombre puede ser inusual pero a la vez gustarle a varios entrevistadores (esto de cara a la hipótesis de como afecta el nombre en el mercado laboral).
¡Felicitaciones!
Hola Rodrigo: Gracias por tu comentario! Es interesante lo que dices y sería bueno explorarlo. Sin embargo, en nuestra base de datos, no contamos con una medida de belleza para cada nombre. Saludos!
Interesantísimo artículo!! Lo recomiendo!
Gracias Victoria!! Saludos!
Muy interesante!!! Concuerdo con Rodrigo, a pesar de que la belleza es “subjetiva”, ésta se puede medir, creo yo, a través de la fonología. Al pronunciar el nombre de una persona, el sonido emitido estimula los sentidos del receptor y, por ende, le da una apreciación de belleza.
Gracias Arantxa! Suena interesante la idea de medir la belleza a través de la fonología. Si tuvieras alguna referencia bibliográfica, estaría interesado en revisarla. Muchas gracias!
La belleza de un nombre está ligada al espacio-tiempo histórico. Hoy en los canales de televisión local, hay una telenovela de impacto en el público femenino gestante y dentro de cuatro años tendré en mi escuela niñas y niños con nombres de los galanes, por mas raros que, hace seis años, nos aprecieran…