La fertilidad adolescente está asociada con un menor desempeño educativo y laboral de las jóvenes en el largo plazo, y con mayores riesgos de complicaciones de salud en el período perinatal. Aunque presenta una reducción sostenida, en particular en los últimos 20 años, la tasa de fecundidad adolescente en América Latina y el Caribe (ALC) está entre las más altas del mundo. En 2020 el total de nacimientos cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años en la región fue 60, un 50% por encima de la tasa a nivel mundial. Para enfrentar este problema Argentina implementó en 2018 el Plan Nacional de Prevención y Reducción del Embarazo no Intencional en la Adolescencia (PNENIA), apoyado por el Programa de Apoyo a las Políticas de Igualdad de Género del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Este Plan es una iniciativa integral e intersectorial entre los Ministerios de Desarrollo Social, Salud y Educación que incluye intervenciones en escuelas, centros de salud y espacios comunitarios. Las acciones están destinadas a fortalecer la implementación de la educación sexual integral (ESI) a través de la capacitación docente y el acompañamiento institucional a escuelas. Además, se brinda consejería en salud sexual y reproductiva para adolescentes, se implementan asesorías en salud integral en escuelas y espacios comunitarios que faciliten el nexo con los centros de salud y se proveen métodos anticonceptivos, en especial métodos de larga duración.
La provincia de Buenos Aires y las 11 provincias del Norte Grande del país fueron priorizadas para implementar el Plan al tener mayor incidencia de embarazo adolescente. Específicamente se seleccionaron 36 departamentos pertenecientes a esas jurisdicciones que aglutinan al 30% de la población de las provincias priorizadas y el 19% de la población total Argentina.
Por un conjunto de factores sociales y demográficos que aún resta estudiar en profundidad, luego de una década de relativa estabilidad, a partir de 2015 la tasa de fecundidad de las adolescentes en Argentina muestra una tendencia decreciente muy pronunciada.
En este contexto general de reducción del embarazo, la figura a continuación muestra que en el periodo 2012-2017 previo al PNEINA, aunque la fecundidad era superior en los departamentos seleccionados para la implementación (por ese motivo se los priorizó), la evolución de ambas series resultaba muy similar. En el periodo 2018-2020 posterior al PNENIA, la caída en la tasa de fecundidad en los departamentos en donde se implementó fue más acelerada que en los departamentos en donde no se implementó el Plan (vemos que allí también se reduce la tasa de fecundidad, pero en menor proporción).
Esto nos permite suponer que, en ausencia de la intervención, la fecundidad adolescente en los 36 departamentos intervenidos hubiera caído, pero menos de lo que efectivamente cayó: proyectando la tendencia de los departamentos donde no se implementó el Plan, la tasa de fecundidad en adolescentes hubiera pasado de 58.8 en 2018 a 38.6 en 2020, en lugar de caer a 32.4 que es lo que efectivamente se observa en 2020 para esos departamentos. Es decir, el PNENIA logró contribuir a una reducción de 6,2 puntos en la tasa de fertilidad de mujeres de 15 a 19 años.
En conclusión, el enfoque integral e intersectorial centrado en la prevención podría resultar clave para lograr resultados en un fenómeno tan complejo y multicausal como el embarazo adolescente.
Gimena De León dice
Hola Claudia. Que interesante esto que publicas. Yo fui una de las profesionales involucradas en los primeros pasos del ENIA. Estaba en CIPPEC en ese momento y colaboramos con la SENAF en la formulación del Plan. He venido siguiendo leo descenso de la tasa de fecundidad adolescente. El ENIA es un gran caso testigo de una excelente formulación y coordinación Inter sectorial en la implementación.
Claudia Vazquez dice
Hola Gimena,
Gracias por el interés, coincido con que fue un diseño muy interensate.
Saludos!