América Latina y el Caribe (ALC) es la región en desarrollo más urbanizada del mundo. Cerca del 80% de su población reside en ciudades, lo que genera retos sociales, políticos, económicos y ambientales. Sin embargo, existe otro 20% que vive en zonas rurales, y que en muchas ocasiones sufre de manera más intensa las consecuencias de una vivienda no adecuada, construida con materiales precarios y ubicada en zonas susceptibles a fenómenos hidrometeorológicos y geológicos.
En este artículo, que forma parte de una serie sobre vivienda en ALC, abordaremos el estado de este sector en las áreas rurales de nuestra región. Daremos un repaso a los retos que existen para superar el déficit habitacional y cómo desde el Grupo BID estamos apoyando para conseguirlo.
Las áreas rurales en América Latina y el Caribe
En 2021, el 44% de las personas en las áreas rurales de ALC vivía en situación de pobreza y el 21% lo hacía en condiciones de pobreza extrema (frente al 11% en zonas urbanas). Aunque los países de ALC han llevado a cabo grandes esfuerzos para cerrar esta brecha, la población rural se encuentra aún por detrás de la población urbana en cuanto a accesos de servicios básicos. Por ejemplo, tan solo el 53% de la población rural tiene acceso a agua frente al 81% de la población urbana y de los 106 millones de personas que aún no disponen de instalaciones de saneamiento mejorado, 46 millones se encuentran en áreas rurales.
Gráfico: Elaborado por Daniel Peciña-Lopez, en base a datos del Marco Sectorial del BID en Agua y Saneamiento
Si bien se espera que la migración hacia las ciudades continúe en aumento, la población rural seguirá presente y se estima que en algunos países representará más del 30% de la población total hacia 2030.
Vivienda de calidad, un derecho
La vivienda es una necesidad básica, pero solamente una vivienda adecuada y resiliente puede ayudar a las familias a salir de la pobreza y garantizar su bienestar, protegiéndolas de la intemperie y de factores externos. ¿Cómo debería ser una vivienda digna en el ámbito rural?
- Debería estar construida con materiales adecuados y con servicios básicos, reduciendo así drásticamente la probabilidad de quemaduras, desnutrición y enfermedad.
- También debería contar con un acceso a servicios fiables y eficientes de energía que garanticen una mejor preparación de los alimentos y menos emisiones al interior.
- Además, una vivienda digna debe estar conectada a carreteras, empleo, centros de salud, educación, respetando la cultura de sus residentes.
Los beneficios de una vivienda adecuada van más allá del bienestar físico y mental de las familias, ya que contribuye a fortalecer las capacidades productivas del hogar y de la comunidad. No solo ayuda a incrementar el valor de la vivienda rural y el patrimonio de sus habitantes, también genera oportunidades para desarrollar nuevas actividades económicas, incluso fuera del ámbito agrícola. Asimismo, la vivienda precaria obliga a las familias a ausentarse de manera frecuente de sus obligaciones laborales para reparar daños. Por tanto, una vez cubierta la necesidad básica de una vivienda digna, las familias pueden invertir más tiempo y recursos en desarrollar su propio capital humano y educación, lo que puede coadyuvar a frenar el avance de la situación de pobreza hacia generaciones futuras.
La vivienda en áreas rurales
Uno de los principales desafíos del desarrollo de vivienda en zonas rurales es el alto grado de informalidad. En 2019 alcanzó niveles del 76,2% frente al 45,1% en el caso de trabajadores urbanos, imposibilitando el acceso a financiamiento y dejando como única opción la autoproducción, remodelación o expansión de vivienda mediante el empleo de medios propios. El acceso a terrenos también es limitado, dado que en zonas rurales es común que grandes extensiones de tierra sean propiedad de unas pocas familias de ingresos medios o altos. A su vez, no hay muchos desarrolladores enfocados en este segmento debido a la complejidad de la logística y poco volumen.
A pesar de los retos, los pobladores de estas zonas han aprovechado los recursos naturales disponibles para satisfacer sus necesidades básicas inmediatas. Las técnicas utilizadas para agilizar y facilitar la extracción y aprovechamiento de los recursos forman parte de su historia y evolución. A partir del conocimiento propio del entorno, se ha logrado construir diversos inmuebles como escuelas, locales comunales y otros que han proporcionado cobijo, lugar de aprendizaje y espacio de concertación comunitario.
¿Cómo son las viviendas rurales? Suelen ser infraestructuras ligeras adaptadas al medio, construidas con materiales naturales sin que medie una asistencia técnica, utilizando conocimientos tradicionales:
- Construcciones simples y aisladas utilizando diversos materiales como bambú, palmeras, maderajes diversos y hojas que sirven de techo y funcionan como aislante térmico
- Elevadas sobre pilotes asentados en el suelo, evitando que el agua llegue al interior, así como la entrada de animales salvajes y domésticos
- Con espacios para realizar actividades productivas
- Suele carecer de escrituras, lo que genera incertidumbre sobre la tenencia, deja desprotegidas a las familias, limita aún más su acceso al crédito y desincentiva la inversión en mejoras a su vivienda
- La titulación suele venir acompañada de altos costos en términos del precio de la tierra y gastos notariales
- Es relegada a un segundo plano derivada de la alta tasa de urbanización que vive la región.
Izquierda: Casa sobre pilares en Costa Rica. | Derecha: Casa en la montaña en Ecuador, Fuente: MIDUVI – Parroquia Cangagua 2021
¿Cómo superar el déficit de vivienda en las áreas rurales?
Para ofrecer alternativas de soluciones de vivienda y financiamiento para familias asentadas en zonas rurales o semiurbanas, en donde existe el mayor déficit habitacional, la coordinación entre el sector público, privado y social resulta plenamente necesaria.
Por el lado del sector público, sería necesario definir políticas públicas específicas que incluyan inversiones y asistencia técnica, así como el diseño de estrategias y planes para hacer llegar los servicios básicos a las poblaciones rurales. En el BID trabajamos junto a los gobiernos a reducir el déficit cuantitativo y cualitativo de viviendas en ALC, mediante apoyo operativo, asistencia técnica y conocimiento.
El sector privado puede también asumir un rol importante ofreciendo soluciones innovadoras y con alto componente tecnológico. Ejemplos de esto son las viviendas de construcción modular y las viviendas impresas en 3D. Además de ser fáciles y rápidas de ensamblar, este tipo de vivienda prefabricada requiere una inversión mínima y la calidad de los materiales asegura una larga durabilidad y resistencia a los fenómenos climáticos sin asumir elevados costos de mantenimiento.
BID Invest, el brazo del Grupo BID dedicado al sector privado, colabora con microfinancieras y con desarrolladores de vivienda en la región para afrontar el rezago habitacional. Para ello, utiliza instrumentos adecuados de financiamiento, dirigidos no solo a impulsar una mayor oferta de vivienda de interés social sostenible y mayor acceso a crédito a poblaciones vulnerables, sino también a apoyar soluciones alternativas como la habilitación de terrenos y la adopción de nuevos modelos de negocio digitales a través de proptechs.
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* La autora agradece el trabajo de revisión y edición de Paloma Silva, Jorge Guerrero y Juan José Cervantes.
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