Todos los días tratamos de proteger de cualquier riesgo nuestro patrimonio personal, sea una casa o un negocio. Sería impensable perder aquello que hemos logrado construir con tanto esfuerzo a lo largo del tiempo.
Lamentablemente, el patrimonio natural y cultural, que es de todos, no se mira con igual apego hasta que es demasiado tarde, pues no se suele valorar de una manera profunda hasta que se deteriora o se pierde.
¿Qué pasaría en Panamá si la fauna marina de Coiba o la antigua Aduana de Portobelo se perdieran para siempre? Se perdería mucho más que naturaleza e historia. Se perdería una fuente vital de progreso económico y social. París no sería la tercera ciudad más visitada del mundo sin el Museo de Louvre, como Perú no sería un destino igual de atractivo sin Machu Picchu.
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En América Latina, históricamente hemos concebido el patrimonio cultural y natural solamente como depositarios de la memoria, y no ha sido hasta entrado este siglo que se nos ha abierto una ventana para nuevas industrias, no solo relacionadas con la cultura y el turismo, sino también con la innovación, la creatividad y el fortalecimiento del tejido urbano. Ya entendemos la importancia de nuestros parques naturales y de nuestras ruinas arqueológicas, pero nos cuesta proyectarlos hacia el futuro.
Y eso que el patrimonio es buen negocio. Se estima que los servicios ambientales de las 25 áreas naturales protegidas de Panamá generan anualmente unos 225 millones de dólares en bienes y servicios, es decir, 12 veces más de lo que cuesta su manejo. Pese a esta ganancia enorme, la inversión pública para el manejo de las áreas protegidas fue de 9 millones de dólares en 2017, equivalente al 0.02% del PIB. Panamá invierte apenas la mitad del promedio mundial (0.04%) en este tipo de áreas.
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Asimismo, en el sector cultural la inversión pública es solo 0.20% del PIB. Aun así la música, el teatro y la danza aportan aproximadamente el 3.1% del PIB de Panamá. Si estas industrias culturales y creativas crecen sin estímulo, imaginen lo que crecerían bajo un plan de patrimonio cultural. Estos sectores en países como Argentina, Perú y Brasil aportan entre el 6% y el 10% del PIB.
Ese patrimonio natural y cultural atrae otros negocios pues incide en la imagen positiva del país, lo que a su vez repercute en exportaciones y buen clima de inversión.
La economía nacional ha crecido más del 7% en la última década, y la infraestructura ha absorbido gran parte de las inversiones. En Panamá, el hardware era una necesidad acuciosa, pero ahora toca pasar a cuidar el software si el país aspira a jugar en otras ligas.
Hace unos meses, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó en Panamá el proyecto Apoyo para la Conservación y Gestión del Patrimonio Cultural y Natural, que tiene el objetivo de contribuir a la preservación y puesta en valor de los bienes patrimoniales culturales y naturales del país. Se rehabilitará el Museo Antropológico Reina Torres de Araúz (Marta) y las históricas fortificaciones de Portobelo y San Lorenzo, y se preservarán cuatro áreas naturales protegidas (Coiba, Portobelo, San Lorenzo y volcán Barú).
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No se trata simplemente de restaurar fachadas, sino de implementar una gestión eficiente y sostenible, involucrando a la población local mediante un plan integral que contemple comercio, turismo y desarrollo urbano. Por ello, se fortalecerá institucionalmente al Instituto Nacional de Cultura y al Ministerio de Ambiente.
La ciudad de Panamá fue incluida, el año pasado, en la Red de Ciudades Creativas de la Unesco y ha sido designada para 2019 como la capital cultural iberoamericana. Ello nos recuerda que, más allá del Canal y del sector financiero, el Panamá del siglo XXI se conoce por la creatividad de su gente y su acervo cultural y natural.
Recordemos que el patrimonio cultural y natural es la manifestación viva de la riqueza de los países y su mera existencia es una oportunidad de fortalecer la identidad de sus poblaciones que ven ahí el reflejo de su pasado, como inspiración para valorar el presente y construir el futuro.
Este artículo fue originalmente publicado en La Prensa el 20 de septiembre de 2018: La riqueza del futuro
Foto portada: Nerys Gaitan
good picture
Amazing
Quisiéramos hacer los juegos de lotería tradicional ya que eso viene de generación de nuestros ancestros pasados