Como ya les he comentado previamente en otros artículos en este blog, la noche es un espacio fundamental de encuentro y de esparcimiento que muchas veces desaprovechamos en las ciudades. A la hora de regular este espacio y tratar de prevenir situaciones tales como la violencia y la accidentalidad, es común optar por medidas restrictivas como toques de queda—pero son precisamente estas medidas las que contribuyen a generar ciudadanos menos sociables y espacios públicos que mueren cuando cae la noche.
Como decía la periodista y activista norteamericana Jane Jacobs, “la paz pública de las ciudades no se mantiene solamente por la policía (…) se mantiene a partir de una red compleja y casi inconsciente de controles voluntarios y estándares entre las propias personas, y reforzados por las propias personas.” (The Life and Death of Great American Cities, 1961). En otras palabras, la seguridad y calidad de nuestros espacios no solo depende de controles policiales, sino también de una apropiación por parte de los ciudadanos. Esto es particularmente cierto de noche, cuando la oscuridad se convierte en un factor que agrava la percepción de inseguridad y condiciona las dinámicas sociales.
Existen muchos ejemplos de ciudades que han logrado activarse de noche. Quizá nos vienen a la mente imágenes de Times Square en Nueva York o Picadilly Circus en Londres con sus luces de neón y sus amplios cruces peatonales. Pero no hay que salir de la región para encontrar dos buenos ejemplos de cómo las ciudades pueden rescatar y dignificar sus espacios públicos de noche.
La movida nocturna del Centro Histórico de Asunción
Como muchos centros históricos en América Latina, el Centro Histórico de Asunción (CHA) sufrió un grave proceso de deterioro. En solo una década—entre el 2002 y el 2012 aproximadamente—perdió casi 30% de sus residentes, y la mayor parte de sus comercios y servicios se trasladaron a otros vecindarios de la ciudad. El resultado: un pueblo fantasma, sin vida a partir de las 6:00 de la tarde.
Pero en 2013 todo cambió. La Municipalidad de Asunción y el Gobierno Nacional de Paraguay—bajo el liderazgo de la Secretaría Nacional de Cultura—sumaron fuerzas para rescatar esta zona de gran valor histórico y cultural, y emprendieron un plan maestro para rescatar el centro (el PlanCHA). Como parte de este plan, se organizaron una serie de conversatorios con los dueños de bares y restaurantes del CHA, las cuales dieron lugar a la Asociación para la Movida Nocturna del Centro Histórico de Asunción (AMCHA): una organización sin fines de lucro creada para cambiar la percepción negativa del CHA y transformarlo en un distrito de entretenimiento. En los dos últimos años, AMCHA ha organizado más de 25 eventos de gran escala, convocando a miles de personas en cada uno, generando cientos de nuevos empleos y aportando un nuevo espacio para el encuentro y el entretenimiento nocturno. La fuerza de estos eventos está en que combinan arte, música, entretenimiento e historia paraguaya—una fórmula interesante que ha estimulado un renovado sentido de pertenencia y de apropiación con el área y con la ciudad.*

El Picnic Nocturno de Rosario
Rosario es una ciudad con una larga historia en lo que respecta al uso del espacio público. Durante años, la ciudad ha emprendido programas para promover el diseño, mantenimiento y uso apropiado de sus parques y áreas verdes, dando lugar a una cultura muy fuerte alrededor de estos espacios. Todas las plazas y parques de la ciudad permanecen abiertos durante la noche, y es fácil acceder a ellos a través de una red de transporte público que funciona las 24 horas. En este contexto, la ciudad decidió emprender una acción concreta para promover el uso del espacio público de noche: el Picnic Nocturno.
El picnic es una práctica habitual en Rosario, pero por primera vez tuvo lugar de noche. A través de una convocatoria impulsada en redes sociales, el pasado 12 de enero la ciudad invitó a personas de todas las edades a reunirse en el Parque de las Colectividades—uno de los espacios públicos por excelencia de la ciudad, ubicado en su frente costero. La actividad estuvo acompañada de música en vivo, y los participantes tenían la opción de llevar sus propios alimentos o comprar una vianda que incluía opciones saludables de comida y bebida. El resultado fue la participación de más de 50 mil personas, agrupadas en una superficie de 30 mil metros cuadrados de espacio público.
De acuerdo con Marina Borgatello, Secretaria de Ambiente y Espacio Público de la Municipalidad de Rosario, “la ciudad está emprendiendo estas actividades para reforzar el hecho de que la ocupación del espacio público inevitablemente conlleva a la seguridad.” Además, estos eventos son una plataforma muy valiosa para promover temas como la sustentabilidad y la vida saludable, invitando a los participantes a trasladarse en bicicleta o transporte público, y a no generar residuos en estos espacios.
Una encuesta realizada vía redes sociales reveló que el 98% de los participantes se mostró satisfecho con la iniciativa. El segundo picnic nocturno tendrá lugar jueves 23 de febrero en el Parque Yrigoyen y la actividad se repetirá durante todo el año, activando distintos espacios públicos de la ciudad una vez al mes.

¿Qué tienen en común Asunción y Rosario?
Ambas iniciativas demuestran que la noche es un espacio valioso para fortalecer la cohesión social y la identidad colectiva, además de ser una oportunidad para recuperar y potenciar áreas urbanas de gran valor histórico, social y económico. El reto está en ocupar los espacios de forma eficiente y productiva, en lugar de restringir su uso. Solo así podremos dar pie a una escena nocturna más segura e inclusiva en nuestras ciudades.
*Estén atentos a un próximo artículo sobre el caso de Asunción que saldrá publicado en la 6ta edición del Latin America Policy Journal de la Harvard Kennedy School.
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