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Son casi las doce del día, hora del almuerzo en el Parque Industrial de Caracol, el “PIC”, emblemático proyecto de desarrollo económico en el norte de Haití. En un par de minutos, cientos de trabajadores, en su mayoría mujeres, dejarán sus puestos en una de las naves industriales del complejo para buscar sitio en una de las largas mesas del comedor central. Algunas personas prefieren salir del Parque a nuevos puestos de comida, cuya presencia confirma el atractivo económico del PIC. Es apenas una de las primeras visitas de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles del BID (ICES) al complejo y a las municipalidades vecinas, y desde ya se aprecian la posibilidad de un rápido crecimiento demográfico y palpables retos y oportunidades para la sostenibilidad urbana futura.
Grandes cambios se evidencian en el norte haitiano, una región que es y ha sido principalmente rural, de población dispersa dedicada a la pesca y la agricultura. Al sudeste del Cabo Haitiano, se encuentra Carrefour de la Mort, la “Rotonda de la Muerte,” que es más bien una intersección y no particularmente mortal. Ahí nace la Route National 6 (RN6), una carretera de dos carriles que no parecería más que una vía remota y rural. La ruta hacia el este desde el Carrefour es pintoresca y calmante, con las montañas del Massif Nord hacia el sur y con ocasionales vistas de manglares costeros. A lo largo de 70 kilómetros, la RN6 lleva poco tráfico, algunas viejas motos y tap-taps (taxis compartidos), llenos de estudiantes de escuela. Pero la carretera puede llegar a ser una arteria esencial: está repavimentada y lista para servir a las quinientos mil personas que viven en los departamentos Nord y Nord-Est.
A cada lado de la RN6, encontramos nuevos desarrollos. Cerca del pueblo de Limonade se levanta la Universidad Henri Christophe, diseñada para 10.000 estudiantes. Más adelante, se vislumbra un conjunto de casas azules y rosadas, solas en la sabana, parte de un complejo de 3.000 viviendas financiado por USAID, aún en construcción y aguardo de nuevos residentes. Se espera que estos proyectos catalicen el desarrollo en el norte de Haití, siguiendo los pasos del PIC, el cual podría traer hasta 20.000 empleos de manufactura para la región norte de Haití. El proyecto es una apuesta valerosa por parte de Haití y organismos de desarrollo, especialmente en contexto histórico: se construyó rápidamente con el apoyo del gobierno de Estados Unidos y el BID y surgió como una alternativa de descentralización económica después del devastador terremoto que golpeó a Puerto Príncipe en enero del 2010. El PIC ocupa 75 hectáreas al norte de la RN6, a mitad de camino entre el Cabo Haitiano, la segunda ciudad más grande y la de mayor crecimiento de Haití, y Ouanaminthe, ciudad comercial fronteriza con República Dominicana. Actualmente, la empresa coreana de textiles SAE-A ocupa media docena de naves industriales. Más de 1,000 personas se trasladan a diario hacia el Parque para ganar el salario mínimo en una región donde existen escasas alternativas laborales formales.
En el contexto de Haití y especialmente en el norte, el PIC es difícil de ignorar. Es grande, limpio y llamativo: la planta a diésel financiada por USAID que provee de electricidad al Parque viste de alegres colores amarillos y rosados. El PIC es un área privilegiada, una zona de libre comercio diferenciada que ofrece incentivos comerciales (otras versiones se conocen como maquila o ZPE—zona de procesamiento para la exportación). Así, pone a prueba un concepto tradicional para el crecimiento: un proyecto ancla capaz de promover proyectos de infraestructura, explotar ventajas comparativas para el comercio y, finalmente, conferir opciones de desarrollo a través de inversiones lideradas por el estado y por multilaterales.
No existe una receta garantizada para promover un crecimiento urbano sostenible en las comunidades aledañas al PIC. Incluso en aquellos casos donde se han registrado indicadores económicos positivos, es difícil garantizar una mejora equivalente en indicadores de calidad de vida urbana. Los impactos en el espacio cercano a zonas de libre comercio han sido poco estudiados y son difíciles de predecir. Uno de los fenómenos más comunes es el uso improvisado y extralegal de terrenos, el cual suele provocar una rápida bidonvilización (Haití ha experimentado situaciones amargas en este sentido). El manejo de esta dinámica no es simplemente un asunto de control, sino de equidad espacial: un problema de planificación urbana en el cual se debe balancear la acción política entre actores estatales y de la sociedad civil. El reto para la planificación, incluyendo la formalización de asentamientos, la provisión de infraestructura básica, la reducción de riesgo y vulnerabilidad, y la conservación ambiental, es impulsar proyectos ancla como el PIC al tiempo que se potencializa la diversidad de usos y actividades en las zonas aledañas.
Las autoridades de planificación de Haití son conscientes de los retos y oportunidades en la región, ahora conocida casi oficialmente como el Corredor de Desarrollo Norte. El gobierno ha iniciado una colaboración con la ICES para elaborar estrategias de desarrollo urbano dentro del Corredor en base a un acercamiento necesariamente interdisciplinario, incluyendo, por ejemplo, manejo integral de recursos hídricos, el desarrollo de planes de movilidad multimodales (esenciales en vista del alto costo del transporte diario que consume hasta el 25% del salario mínimo), y herramientas de apoyo institucional para municipios que cuentan con una base de recolección tributaria reducida y que dependen de recursos financieros y técnicos provenientes de la capital. El trabajo de ICES en Haití se realizará en escalas múltiples: los planes deberán empoderar a cada municipalidad sin perder una visión regional, y considerar una serie de escenarios de crecimiento, a raíz de nuevas actividades económicas formales e informales.
Lespwa fè viv, dice un proverbio Criollo. La esperanza deja vivir. Seguramente el PIC y el resto de proyectos traerán oportunidades de empleo al Norte de Haití. El desafío será evitar que aparezcan nuevas divisiones en el espacio de la región. Toda iniciativa de desarrollo está inexorablemente atada al derecho a ciudades sostenibles y a la capacidad de los haitianos para definir la forma y visión urbana futura.
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