Existe hoy en día un marcado optimismo en los procesos de urbanización, basado en las expectativas generadas por los avances tecnológicos y economías de aglomeración, como la panacea a través de la cual las ciudades generarán las capacidades y los recursos necesarios para auto-sostenerse. En otras palabras, es como si los alimentos o los recursos naturales se terminarán produciendo en los supermercados o centros comerciales.
Uno de los desafíos cruciales del “siglo de las ciudades”, es el agudo impacto en las áreas rurales por una sobre demanda de producción agropecuaria para abastecer a urbes cada vez más vastas, complejas y voraces. Pareciera que las áreas rurales y el sector agropecuario estuvieran totalmente divorciados de los procesos de expansión urbana y de movilidad poblacional.
Para poner en contexto, las áreas urbanas representan tan sólo un 2% del total de la superficie terrestre, al tiempo que albergan a más del 50% de los 7.200 millones de habitantes y consumen el 75% de los recursos producidos por la economía mundial.
El creciente consumo y procesamiento de alimentos y recursos naturales para conglomerados humanos cada vez más demandantes tiene efectos devastadores en las áreas rurales y para su población. Esa realidad pone en tela de juicio la viabilidad futura de los rápidos procesos de urbanización a nivel global.
Ciudades hambrientas, suelos deforestados
La actividad agropecuaria y forestal, junto a los cambios de uso de los suelos, es la mayor responsable de las emisiones de todos los gases de efecto invernadero combinados (35%), más que las producidas por el sector energético convencional (24%), la producción industrial (14%), el transporte (14%), la construcción (8%) y otras actividades (8%).
La industrialización agrícola tiene también un desmesurado efecto negativo en el ciclo natural del nitrógeno, vía el uso de fertilizantes para un mayor rendimiento de las cosechas. Se estima que anualmente se producen a escala mundial unos 100 millones de toneladas de fertilizantes basados en nitrógeno, cuya aplicación intensiva ha provocado las llamadas “zonas muertas” en estuarios y áreas costeras, con su concomitante extinción de plantas y especies marinas, así como de frágiles ecosistemas en Norteamérica, Europa y en el este de Asia. No es coincidencia que esas “zonas muertas” se encuentran en regiones y áreas de influencia de grandes conglomerados urbanos.
La agricultura también utiliza masivamente agua para irrigación, cuyo uso alcanza a un 70% del total de este recurso, mientras que un 20% se destina para la producción industrial y un 10% para consumo humano. La situación es extrema y está íntimamente relacionada con el crecimiento y multiplicación de las ciudades.
El campo y la ciudad, un binomio crucial
Así entonces, es imperativo impulsar una mejora sustancial de la calidad de vida y de las oportunidades para la población rural, ya que la agricultura necesita más que nunca convertirse también en un sector anclado en conocimientos científicos para incrementar su productividad, sin dañar de forma definitiva al medio ambiente.
En otras palabras, planificadores, urbanistas y tomadores de decisiones necesitan mirar con nuevos ojos la problemática urbano-rural, superando la discriminación de que todo lo que proviene del campo es bucólico, poco sofisticado y anti-progreso. Por ello, no es una exageración afirmar que la suerte del “siglo de las ciudades” nunca estuvo tan supeditada al destino de las áreas rurales.
Amancaya dice
Tomamos en cuenta la relación y depedencia entre campo y ciudad a la hora de planificar y elaborar proyectos?
Desde mi punto de vista no se valora el papel del campo en la ciudad.
Salinas Luis dice
Ciudad del Cusco
15/02/2015
Estimados amigos.
Es muy interesante saber que las realidades y los contextos propios de cada área geografica nos permiten definir políticas diversas y concretas para cada área cultural.
América Latina y sus políticas urbanas son también la respuesta a procesos planificatorios,diversos y en contextos diferentes.
En el caso específico de algunas áreas alto/andinas las migraciones del,campo a la ciudad de los años 70 han dejado experiencias muy radicales y que han mutado,la,faz de las ciudades no planificadas y en las cuales hoy las ocurrencias y decisiones de planes reguladores y Metropolitanos no logran articular y redefinir procesos concretos,por,las características de la -ir reversibilidad- de las ocupaciones urbanísticas o por que la ciudad no planificada no ofrece mas garantías reales de expansiones controladas.
La ciudad es un tema muy vasto y sus problemas son mayores y a los cuales hay que dotarles de decisiones concertadas y puntuales.
Salinas Luis
Arquitecto
Cap 2823
Peru