Hoy se celebra el Día Mundial del Reciclaje. En América Latina y Caribe (ALC) se generan alrededor de 540 mil toneladas de residuos al día, pero sólo el 4,5% se reciclan. Esto afecta a la sostenibilidad de varias formas: los residuos están hechos de materiales que se extrajeron, se procesaron, y en cuya producción se invirtió energía. Todo este proceso tiene una huella ambiental en el planeta, por lo que cuando un producto se transforma en residuo, todo el recurso utilizado en su fabricación se pierde. Además, cuando se trata de materia orgánica, al tirarse basura sin tratar, ésta se descompone en metano y óxido nitroso, gases de efecto invernadero que suponen el 6% de la contribución de la región al calentamiento global. Un desperdicio ¿no?
Desde el BID, y como parte de una serie de blogs sobre tendencias de sostenibilidad urbana para 2021, queremos celebrar este día hablando no sólo de reciclaje, si no de una de las oportunidades derivadas de éste: la economía circular. En la última década se ha oído hablar mucho de economía circular, en especial de los beneficios que tiene para el desarrollo y el medio ambiente. Pero ¿sabes qué es, qué implica, y cómo las ciudades pueden tener un rol importante en el diseño de este modelo? En este blog te lo explicamos.
¿Qué es la economía circular?
La economía circular se presenta como una alternativa al modelo económico (producir-usar-tirar). Este modelo linear es problemático por tres razones:
- produce toneladas de residuos, la mayoría de ellos no reciclables
- esos productos consumieron energía en su fabricación y transporte, por lo que tienen una huella de carbono integrada
- vivimos en un planeta finito, por lo que la producción constante sin la recuperación de desechos tiene un límite físico
Es por ello que la cultura de usar y tirar tiene un impacto directo no ya solo en la huella de carbono, sino en la sobreexplotación de recursos del planeta. ¿Cuántos kg de gases de efecto invernadero emitimos por algo que se usa brevemente y de lo que no se maximiza su vida útil? Por ejemplo[1], para producir una sola bolsa de plástico emitimos 33 gramos de CO2e; una camiseta 2.35 kilogramos de CO2e; y así con cualquier objeto o servicio, porque todo lo que utilizamos tiene una huella de carbono incorporada.
Ante este problema, aparece la economía circular como un modelo alternativo, que permite reimaginar el diseño de los productos y servicios para
- reducir el uso de recursos en su producción;
- extender su vida útil;
- maximizar su uso;
- asegurar una disposición final adecuada donde se priorice la recuperación de materiales y, cuando se puede, su reaprovechamiento.
La economía circular cobra muchas formas. Si alguna vez has usado una bicicleta compartida o has elegido arreglar algo antes de tirarlo, !felicidades!, ya has dado tus primeros pasos en la economía circular, pero, ¿cómo hacer una transformación sistémica?
Las ciudades como epicentro de una economía circular
La economía circular permite desacoplar el desarrollo y el crecimiento económico del uso de recursos naturales y energía, pero para poder implementarla es fundamental que productores, proveedores de servicios y consumidores incorporen el concepto circular en su patrón de producción, consumo, y final de vida útil.
El despliegue de una economía circular no depende únicamente de las ciudades, depende también de políticas nacionales, la participación del sector privado y un ecosistema de innovación favorable. Sin embargo, las ciudades, como centros de consumo, empleo, innovación y generación y manejo de residuos son el corazón de la economía circular. Las entidades locales tienen la oportunidad de establecer las bases para una estrategia circular, por ejemplo:
- Desplegando sistemas de recolección de residuos con separación de materiales, eficientes y cómodos para los usuarios.
- Creando desincentivos a la producción de residuos: ciudades como Barcelona, Berlín o Singapur tienen esquemas de impuestos a la recolección de basura que penalizan el volumen de basura generada o el volumen de fracción no reciclable. Esto genera un incentivo en los hogares para reciclar todo lo que sea reciclable, y evitar residuos innecesarios.
- Incentivando comercios que apoyen esquemas de economía circular, con impuestos diferenciados a empresas de reparación de productos y extensión de la vida útil.
- Promoviendo centros de innovación público-privados que identifiquen oportunidades clave de economía circular en la región.
- Focalizando esfuerzos en sectores de alcance urbano. Por ejemplo, el desperdicio de alimentos es un sector fácilmente tratable a escala urbana, con la promoción de bancos de alimentos, que permitan aprovechar productos en buen estado que ya no sean vendibles en el mercado. Otro sector es el transporte, pues con la promoción de sistemas como los de bicicletas compartidas se maximizaría la vida útil de un producto (la bicicleta).
Este gráfico ilustra diferentes ámbitos de influencia en los que las ciudades pueden favorecer un sistema de innovación favorable para la economía circular. Pese a que la mayoría de ejemplos contundentes están en Europa, las ciudades de ALC también están desarrollando iniciativas al respecto, como en el caso de Providencia (Chile), Cuenca (Ecuador) y Hermosillo (México). Además, en un contexto de postpandemia, la economía circular puede servir como catalizador de empleos verdes y solventar problemas críticos de manejo de residuos y brechas de desarrollo urbano.
Idealmente estos esfuerzos a nivel urbano deberían ir acompañados de esfuerzos a nivel nacional en:
- la promoción de industrias clave
- el fortalecimiento de la normativa respecto de la responsabilidad del productor en la disposición final de los productos
- la penalización de los productos desechables innecesarios y de la obsolescencia programada
Beneficios más allá de lo ambiental
Además de la reducción de emisiones (que se estima que puede llegar al 48% con un despliegue de economía circular fuerte) y una reducción en el uso de recursos naturales, la economía circular permite alcanzar a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de manera más eficiente. Se estima que el despliegue de un modelo circular en los próximos 30 años podría reducir los costos de movilidad de la población en un 50% o más, los costos de alimentos entre el 25% y el 40% y los costos de vivienda entre el 25% y el 35%.
Así mismo, es importante terminar señalando que la economía circular forma parte de las estrategias económicas de varios países, que está ayudando a crear espacios de innovación, desarrollo y competitividad que la región no se puede perder. ¿Te gustaría saber cómo el BID está ayudando a las ciudades de ALC a aplicar principios de la economía circular encaminada a promover un crecimiento más inclusivo y sostenible? Aquí puedes descubrirlo.
[1] Estos ejemplos son ilustrativos y el número específico puede variar según los materiales, procesos y tipo de energía que se usan en la producción.
Fe de erratas: El 17 de mayo de 2021 se mencionó que la cantidad de residuos generada en ALC eran de 540 toneladas y la cantidad recliclada era 14%. El día 18 de mayo de 2021 se rectificó por 540 mil toneladas y 4,5% respectivamente.
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