¿Alguna vez has escuchado la palabra BiodiverCiudad? Resulta de la unión de los términos “biodiversidad” y ciudad, y es considerada por algunos municipios como la alternativa más innovadora para hacer frente a los efectos del cambio climático. Busca convertir a las ciudades en espacios donde se conviva de forma armónica con la naturaleza, mejorando sustancialmente la calidad de vida de los ciudadanos y reduciendo las emisiones de carbono.
Te invitamos a descubrir cómo la ciudad de Montería, en Colombia, ha puesto en marcha una estrategia participativa de Soluciones Basadas en la Naturaleza en la calle 36 del municipio, que le ayuda a posicionarse como una biodiverciudad de referencia en América Latina y el Caribe (ALC)
Nueva tendencia en América Latina
En América Latina y el Caribe (ALC), la Red de Biodiverciudades promueve que la conservación de la biodiversidad sea una parte central de la planificación, el ordenamiento del territorio y el desarrollo socioeconómico de las ciudades. En Colombia, la ciudad de Montería forma parte de la iniciativa nacional de BiodiverCiudades, la cual “reconoce, prioriza e integra la biodiversidad y sus beneficios hacia un desarrollo urbano-regional sostenible”.
A nivel global, la iniciativa de BiodiverCiudades es impulsada por el World Economic Forum, en alianza con el Gobierno de Colombia a través del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt (Instituto Humboldt). La iniciativa plantea una hoja de ruta al 2030, reforzada con la reciente publicación del libro BiodiverCities 2030 del Instituto Humboldt, con lo que las ciudades del mundo pueden replantear sus modelos de desarrollo para mejorar su relación con la naturaleza.
Montería involucra a la ciudadanía en su estrategia de biodiverciudad
Montería, incluso antes de su declaración como BiodiverCiudad, ya apostó por transformar su relación con la naturaleza a través de proyectos urbanos como la creación del parque lineal Ronda del Río Sinú, declaración de un área protegida, promoción de la movilidad sostenible y varios proyectos de reforestación urbana. A este tipo de proyectos se los puede categorizar como Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN)
Uno de los pilares importantes de la estrategia de BiodiverCiudades y las SbN es el involucramiento de la ciudadanía y otros actores en proyectos que buscan armonizar el desarrollo económico y la planificación territorial en las ciudades. El involucramiento temprano de actores relevantes permite identificar intereses y visiones que garanticen la sostenibilidad de un proyecto. Por ello, como aporte al proceso de renovación urbana del centro de Montería, desde el Laboratorio de Ciudades del BID, en conjunto con la Secretaría de Planeación de la ciudad y Urbanismo Vivo, se llevó adelante un proceso participativo de consulta y aportes de la ciudadanía para la transformación de la Calle 36.
La visión de revitalización urbana de la Calle 36 de Montería identificaba problemas asociados a las amenazas climáticas como el efecto de isla de calor y las lluvias intensas, y otros como la falta de vegetación, desorganización del sistema de movilidad y la presencia de comercio informal. ¿Cómo conjugar estos temas en una propuesta de transformación conciliando posturas y aspiraciones de la ciudadanía y el gobierno local?
Una metodología de diseño centrado en las personas
Basándose en metodologías que ponen a las personas en el centro del proceso de diseño urbano, se implementaron actividades de participación directa y de recolección de información sensible desde el propio territorio. El proceso participativo buscó también cómo sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de la biodiversidad de Montería y el disfrute y acceso a la ciudad y sus espacios públicos. También incluyó el co-diseño en función de los conocimientos y deseos de quienes van a habitar ese espacio cotidianamente.
Se llevaron a cabo 4 talleres con la comunidad local. También se organizaron talleres y reuniones digitales con periodicidad semanal para revisar el anteproyecto con el equipo de la ciudad de Montería, un Festival de BiodiverCiudad y un pop-up en el espacio público. Estas acciones permitieron desarrollar, gracias a su sistematización, un correlato que resultó de insumo para las ideas del anteproyecto.
En paralelo, se armó una propuesta de indicadores de mejora social, urbana y ambiental, y un plan de medición junto a especialistas de la Ciudad de Montería y de instituciones involucradas en temas de BiodiverCiudades. Los indicadores y el plan de medición ayudarán a identificar el impacto de la intervención futura en cada uno de los ítems a trabajar en la propuesta: movilidad, sombra, manejo de escorrentías, uso del espacio público y biodiversidad urbana.
Un anteproyecto replicable y escalable
La característica esencial del anteproyecto es que está formulado con prototipos escalables y replicables que, en conjunto, forman una calle compartida que permite la convivencia de programas. Se trata de un espacio continuo, pero con una diferenciación sugerida de usos a través de texturas y dibujos en el suelo que organizan los distintos usos:
- ciclovía
- espacio de carga y descarga
- circulación peatonal
- circulación vehicular
- espacios de permanencia
- espacios de vegetación
- elementos de sombra
- módulos de comercio
El anteproyecto tiene la vocación de convertirse en un piloto. Si bien se desarrolla para un sector de la Calle 36 (entre la carrera 1 y 2), es considerado como una solución integral que pueda extenderse a lo largo de la Calle 36 conectando la Ronda del Sinú con el Parque Montería Moderna como un corredor ecológico. Su implementación y monitoreo son claves para replicar tanto la metodología como las soluciones en el resto de calles de la ciudad, de manera que las intervenciones permitan que la integración de la biodiversidad logre permear en el tejido urbano.
¿Cuáles han sido los aprendizajes en la calle 36?
Es importante entender que la Estrategia de BiodiverCiudad es algo relativamente nuevo, donde cada ciudad priorizará objetivos y proyectos que busquen compatibilizar el desarrollo urbano con el entorno natural. Se requerirá de procesos de innovación dinámicos, no lineales, que demandarán creatividad y resiliencia para la construcción de redes y lazos de colaboración que involucren a actores con saberes e intereses complementarios. Las siguientes variables son consideradas claves en el planteamiento resiliente del proyecto y pueden servir para otros municipios que deseen seguir una estrategia similar:
- Crear una comisión de trabajo específica multidisciplinaria con entidades provenientes de distintos ámbitos de trabajo que garantice la cooperación y permitan compartir conocimiento y generar posibles alianzas que favorezcan la realización del proyecto.
- En el corto plazo, realizar el proceso de mediciones de variables de interés. Por ejemplo, cantidad de peatones, usos del espacio público, permanencia en espacio público, percepción de seguridad, etc. El objetivo es tener un diagnóstico preciso que permita ajustar los anteproyectos en miras a la elaboración de un proyecto permanente. En el largo plazo, convertir esta metodología de mediciones en un hábito para diagnosticar necesidades y evaluar impactos de futuros proyectos urbanos de la ciudad.
- Implementar instancias de testeos, pruebas espaciales o pilotos para poder generar una transición entre el estado actual y el proyecto de revitalización definitivo.
- Garantizar la participación sostenida en el tiempo a través de instancias de intercambio presenciales y digitales, y contar con canales abiertos e inclusivos para que nadie quede fuera.
- Acompañar el mantenimiento de la intervención tras su materialización. Este tipo de proyectos representan un cambio que necesita de una adaptación paulatina para ser incorporados y apropiados por la comunidad, de manera que se genere así una transformación cultural y social que sea un ejemplo a seguir por toda la ciudad.
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