En las áreas centrales de las ciudades se están realizando actualmente varios planes de prioridad peatonal. Sin embargo, este tipo de campañas no han demostrado ser tan efectivas ya que el uso de vehículos motorizados sigue siendo el medio de transporte preferido. Según la CAF, en América Latina y el Caribe la flota de automóviles ha aumentado en un 42% entre el 2007 y 2014; mientras que la flota de motocicletas ha crecido 2,5 veces. Desde el Laboratorio de Ciudades del BID, venimos impulsando el uso de medios sostenibles de movilidad (como caminar o andar en bicicleta), con especial atención en aquellos grupos más vulnerables, tales como jóvenes y tercera edad, para así pomover que las personas se sientan más seguras al transitar en la ciudad.
Ahora, ¿quién camina hoy y quién caminará a futuro nuestras ciudades? Considerando que los niños son los que habitarán las ciudades del futuro, nos preguntamos: ¿has hecho el ejercicio de ver el mundo a un metro de altura? Las campañas de movilidad sostenible deberían abordar cambios de hábitos tempranos y entender la ciudad desde los zapatos de los niños. Debemos empezar por comprender cómo navegan los niños, teniendo en cuenta que el campo de visión y alerta de los niños de por si es más limitado. Si la población infantil camina en las ciudades, podremos lograr una movilidad más sostenible a largo plazo.
Desde el Laboratorio de Ciudades del BID hemos implementado un piloto en Palpalá (Jujuy, Argentina) en torno a las ocho escuelas del centro de esta ciudad, con el objetivo que los alumnos puedan caminar a la escuela más seguros a través de un “camino escolar”. El proyecto busca recuperar el espacio público para los peatones (especialmente aquellos en edad escolar) y, por ende, impulsar que Palpalá sea una ciudad de los niños, tal como señala el pedagogo Francesco Tonucci. Este enfoque supone pensar la ciudad como un espacio donde los niños y niñas sean los protagonistas y puedan así participar activamente en las políticas municipales que los afectan. La ciudad de Fano, Italia, es un ejemplo exitoso de ciudad de los niños. Su escala es similar a la de Palpalá.
En el piloto de Palpalá, la realización de más de 400 encuestas iniciales a niños y sus familias permitió identificar los flujos peatonales y los conflictos percibidos en las rutas de la casa a la escuela. La encuesta reveló también la coincidencia de rutas frecuentes y de puntos de inseguridad, lo que permitió identificar el lugar óptimo para realizar las intervenciones físicas de forma mucho más efectiva. Por otro lado, las entrevistas con actores clave y talleres con la comunidad educativa permitieron corroborar cuáles eran las oportunidades de intervención más factibles, tipo acupuntura urbana, para hacer que el recorrido al colegio sea más amable y seguro.
La inclusión de otros actores como los bomberos, policías, profesores, directores y algunos comerciantes del sector permitieron consolidar una red de apoyo para los niños en su desplazamiento a la escuela; red de apoyo que Jane Jacobs llamaba ‘los ojos en la calle’. El requisito básico para que esto funcione es un buen grupo de comercios repartidos que activen usos a distintas horas y que permitan que tanto residentes como visitantes se sitúen en el barrio y se sientan más seguros porque hay alguien pendiente de lo que ocurre en la calle.
La participación y apropiación del espacio con pegatinas co-creadas por los alumnos fue un aspecto clave del camino escolar. En Palpalá, se organizó un concurso de dibujos entre los niños para la creación de un logo e identidad local única al proyecto. A partir de los dibujos premiados se adaptó el logo para poder utilizarlo como señalización en la vía pública a lo largo de la ruta del camino escolar. Se realizó la intervención de cuatro cruces que eran percibidos como conflictivos por la comunidad educativa. La instalación constó de la implementación de “orejas viales” para ampliar la visibilidad en los cruces, pasos cebras nuevamente pintados, y una señalética específica del Camino Escolar tanto vertical como horizontal. Esto provocó un alto impacto en la percepción de los peatones y conductores, generando así espacios más seguros para el cruce peatonal.
Los resultados iniciales de la evaluación fueron prometedores y estimularon la evolución y continuidad del proyecto. En las 620 encuestas de seguimiento, un 80% evaluó positivamente la iniciativa. Esto se evidenció en que el grado de autonomía de los escolares aumentó y la percepción de inseguridad vial disminuyó. Desde el Laboratorio de Ciudades del BID, consideramos que el camino escolar plantea un énfasis en la evaluación y educación con pintura temporal y reversible. Se trata de un espacio único para analizar los problemas de movilidad sostenible desde la perspectiva de la calidad de vida de los niños en sus ciudades. Hacer pruebas de este tipo de intervenciones, antes de llegar a la solución definitiva, y darle prioridad a aquellos ciudadanos que hoy son más vulnerables y que habitarán la ciudad del futuro resultó ser una manera efectiva de mejorar la movilidad de los transeúntes.
Los niños, sus familias y la comunidad, tienen derecho a trasladarse de manera segura a la escuela. Mejorar las condiciones de sus trayectos podría ayudar a los gobiernos locales a reducir las muertes y lesiones ocasionadas por siniestros de tránsito, mejorar la seguridad y salud pública, entre otros beneficios. Desde el BID, hemos trabajado en una guía para la implementación de Caminos Seguros a la Escuela en la región de América Latina y el Caribe, a través de la cual, compartimos un conjunto de herramientas que tienen como objetivo ser un recurso de referencia para guiar y animar a la planificación, diseño, implementación y seguimiento de los caminos escolares, mejorando así la seguridad vial, en los viajes hacia y desde las escuelas realizadas por los niños de la región.
Los caminos escolares seguros se centra no sólo en los niños sino también en sus padres y / o cuidadores, maestros y la sociedad en general, esto es, personas con las que los niños pueden interactuar a lo largo de su camino a la escuela. Como se pudo observar en este piloto de Palpalá, se tiene en cuenta a los actores de diferentes ámbitos, tanto locales como regionales: las autoridades educativas, tránsito, salud, obras, deportes, ocio, etc. Por lo tanto, esta herramienta puede ser empleada por las comunidades, ciudades, los tomadores de decisiones, asociaciones, organizaciones y todas las personas interesadas en el desarrollo de caminos seguros a la escuela. La implementación de un proyecto de esta naturaleza dependerá de la escala del proyecto y metas que se deseen alcanzar. Cabe recalcar que cada solución debe ser adaptada a su propio contexto, por lo que este documento no pretende ser una metodología, sino una exposición de elementos, herramientas y recomendaciones basadas en la experiencia del contexto latinoamericano que puedan ser de ayuda en la construcción de proyectos de caminos seguros a la escuela. Conoce sobre los caminos escolares seguros descargando la publicación.