Durante las últimas décadas, la proporción de hogares encabezados por mujeres ha aumentado en todos los países de América Latina y el Caribe (LAC). Por ejemplo, en Brasil, creció del 11% en 1980 al 33% en 2010; y en Chile, del 14% en 1970 al 23% en 2002 (Liu, Esteve y Treviño, 2017). De manera similar, en Argentina, un país ya altamente urbanizado, la población urbana pasó del 87% en 1990 al 92% en 2009, mientras que el porcentaje de hogares urbanos encabezados por mujeres creció del 21 al 35%.
La enorme mayoría de los hogares que reportan jefatura femenina son hogares con un único adulto responsable, ya que las mujeres no suelen ser identificadas como cabezas de familia si un hombre también reside en el hogar. Esto implica que los hogares liderados por mujeres, sobre todo cuando son responsables de niños y/o ancianos, suelen tener mayores limitaciones para generar ingresos. Este es uno de los motivos por los que están sobrerrepresentados en los quintiles con menores ingresos y entre los residentes en viviendas deficitarias. Según estimaciones recientes, el 26% de los hogares encabezados por mujeres viven en la pobreza, en comparación al 17% de los hogares encabezados por hombres (Amarante, Colacce y Scalese, 2022). Además, datos de Brasil muestran que, en 2018, el 38,7% del total de hogares eran liderados por mujeres, pero que estos representaban el 60% de los hogares con déficit de vivienda.
En LAC, el desafío de la vivienda es enorme; uno de cada cinco hogares reside en una vivienda deficitaria y, al ritmo actual, tomaría más de 30 años resolver este déficit solo en base a subsidios. Es por eso que entender el acceso al crédito hipotecario en la región es esencial para mejorar el presente y el futuro de la región. La brecha de género en el acceso a servicios financieros abarca varios tipos de crédito. Por ejemplo, tras condicionar el puntaje crediticio, los ingresos y las variables demográficas, los límites de monto para las mujeres son 7,7% más bajos que para los hombres. La brecha de género también afecta a los créditos para actividades empresariales. Por ejemplo, en España, una mujer que solicita un préstamo para un nuevo negocio tiene 10% menos probabilidades de obtenerlo que un hombre en su misma industria. industria (de Andrés, Gimeno y Mateos de Cabo, 2021). Además, en Chile, la tasa de aprobación de solicitudes de préstamo presentadas por mujeres era un 18,3% más baja que para solicitudes idénticas presentadas por hombres. Y en el caso de las hipotecas; ¿existe una brecha de género?
Un análisis en base a la encuesta sobre datos financieros del Banco Mundial, Global Findex[1] revela que sólo el 6,81% de las personas encuestadas en LAC reporta tener un crédito para vivienda, esa cifra aumenta al 7,87% entre los hombres y disminuye al 5,82% entre las mujeres. Dentro de cada país, los tres factores más relevantes para determinar el acceso al crédito de una persona son su nivel de ingresos, haber usado previamente instituciones financieras, y su género (Libertun 2023).
Esto implica que las diferencias de acceso a hipotecas entre hombres y mujeres no comienzan en el mercado financiero, sino mucho antes. Es decir, en comparación con el promedio para los hombres, las mujeres tienen menos acceso a empleos remunerados en el sector formal, suelen percibir ingresos inferiores (por debajo del tercer quintil de ingresos) y contar con un nivel de educación menor. Aquellas mujeres que, si cuentan con hipotecas, difieren significativamente de la media de estas características, acercándose más la media para los hombres respecto a las características de empleo y uso de servicios financieros.
Los datos con los que contamos solo nos permiten observar la posesión o no de la hipoteca, por lo que no sabemos qué rol tienen el acceso a educación financiera, la aversión al riesgo o la discriminación por género. Sin embargo, los resultados de este estudio muestran que las bases detrás de la brecha de género en las hipotecas están profundamente vinculadas a las diferencias de género en otros ámbitos relevantes, como los mercados laborales y la educación. Por tanto, atender los déficits de vivienda y aumentar el acceso a hipotecas requiere acciones de política integrales y sistémicas que apoyen el desarrollo de todos los hogares.
[1] Findex recopila una muestra representativa y seleccionada al azar de casi 150.000 encuestados representantes de la población de 144 países sobre el acceso y el uso de servicios financieros formales e informales. Hay tres ciclos de datos Findex disponibles: 2011, 2014 y 2017. Cada ciclo recopila datos sobre más de doscientos indicadores, incluyendo si el encuestado cuenta con un préstamo para adquirir vivienda. (Demirgüç-Kunt et al 2017)
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