Jamón y queso, sal y pimienta, harina y huevos… Charles Leadbeter, líder en innovación y creatividad, nos recuerda que las mejores recetas llevan siempre dos ingredientes y que lo mismo sucede con las ciudades: aquellas que funcionan mejor combinan eficazmente dos elementos: sistemas y empatía.
Los sistemas son indispensables para que una ciudad funcione. Estos incluyen no sólo objetos tangibles (trenes, edificios, señales, plazas) sino también procesos, métodos, reglamentos y decisiones: los alimentos están en el mercado en los estantes correspondientes; los autobuses que tomamos para ir al trabajo llegan a las paradas asignadas… Cuanto más crecen las ciudades, más crítico es que los sistemas operen de manera eficiente y “aceitados” entre sí. Por otro lado, estos sistemas urbanos también deben desempeñarse de forma tal que la sostenibilidad ambiental no se vea afectada.
Pero los sistemas por sí solos no garantizan una sociedad vibrante y creativa. Para ello hace falta el segundo ingrediente–la empatía–a la que Leadbeter describe como la capacidad para conectarse con gente diferente a uno mismo, para encontrar puntos en común, para intercambiar y compartir. Una ciudad exitosa según este modelo es una donde los sistemas funcionan eficientemente para todos, la población se relaciona entre sí a través de la cooperación, la colaboración y la búsqueda del bien común.
Este autor cita como ejemplo de éxito a Londres, que con sus parques, transporte y demás infraestructura acogió con éxito la visita de millones de visitantes de todo el mundo durante las Olimpíadas de 2012. Sin embargo fueron 70,000 voluntarios quienes contribuyeron la atmósfera de amistad y armonía, de ayuda, y de celebración que contagió a todos. Los sistemas se desempeñaron a la perfección pero fue la capacidad de empatía de los ciudadanos la que selló el éxito de la ciudad. En otras palabras, la eficiencia de los sistemas urbanos y las interacciones humanas positivas van de la mano.

¿Qué indicadores permiten medir el grado de empatía de las ciudades de la región?
Un punto de partida puede ser el modelo de Daniel Goleman sobre el papel de la inteligencia emocional en el medio laboral, en particular a lo que hace que un líder sea realmente efectivo. Goleman define empatía como la capacidad para entender las emociones de otros y para tratarlos de acuerdo a sus propias reacciones emocionales. Un líder empático atrae, desarrolla y retiene personas con talento, es altamente competente e inclusivo en contextos multi-culturales y de diversidad, y ofrece ayuda y servicio a clientes, beneficiarios, colegas, empleados, y otros. Coincidentemente, las ciudades más vibrantes y con mejor calidad de vida, son las que atraen y concentran talento, valorizan la economía creativa como vehículo para el desarrollo sustentable, son abiertas e inclusivas, y funcionan para un público diverso. Y son las ciudades las que están atrayendo especialmente a los más jóvenes, una generación que hoy se caracteriza por valores de inclusividad, de aprecio por culturas diferentes, de apertura y respeto a estilos de vida diversos, a formas de trabajo colaborativo y a usos urbanos compartidos.
Desde este punto de vista, podríamos evaluar si a medida que las ciudades progresan en eficiencia, sustentabilidad, innovación, equidad, y transparencia también aumenta la confianza recíproca, las donaciones filantrópicas, el voluntariado, la solidaridad y el altruismo como conductas cotidianas. Sin embargo, aún con las importantes contribuciones de distintos organismos (UN Volunteers; Center for Civil Society Studies; CIVICUS; Center for Social Development) es todavía difícil evaluar esas acciones. No contamos con metodologías para medir múltiples indicadores de empatía colectiva y menos con la granularidad necesaria a nivel de ciudad.
Por otro lado el World Giving Index publicado anualmente por Charities Aid Foundation (CAF) ofrece una posible forma de medir la empatía urbana. En el 2015, entre los 20 países con puntaje más alto en “conductas empáticas” hay uno de América Latina y Caribe: Guatemala. Este puede ser un punto de partida para intentar medir empatía en un centro urbano de la región.
Fuente: Charities Aid Foundation
¿Cómo podríamos adaptar este índice para medir la empatía a nivel de ciudad?
Como miembro de la Red de Ciudades Emergentes de ICES, podríamos estudiar la ciudad de Quetzaltenango. ¿Encontraríamos niveles de empatía en esa ciudad similares a los alcanzados a nivel nacional? Es posible que sí, pues según el Diagnóstico de Competitividad y Desarrollo Económico Local, una de las fortalezas de Quetzaltenango es su significativa población joven y capacitada, que como sabemos tiende a ser no sólo innovadora y creativa sino también solidaria.
En definitiva, medir la calidad de vida de una ciudad es complejo y agregar indicadores de “empatía” abre nuevos desafíos. Pero sin ninguna duda ya hay jóvenes emprendedores en la región creando formas de hacerlo. Si eres uno de ellos, !cuéntanos!
Silvia Blitzer Golombek, PhD es consultora independiente especializada en temas de desarrollo urbano, diseño y participación juvenil. Nacida en Argentina, integró el equipo de investigación del Programa de Asentamientos Humanos del International Institute for Environment and Development y coordinó el área de Niñez y Pobreza de la Fundación Esquel. Creadora de Kids in Action en Maryland, fundó un programa pionero en la inclusión de niños de escuela primaria como líderes de proyectos comunitarios. Anteriormente, dirigió los programas de desarrollo de líderes jóvenes del Congressional Hispanic Caucus Institute en Washington, DC y lideró el área de desarrollo del conocimiento del International Youth Foundation, facilitando el intercambio de aprendizajes sobre desarrollo juvenil alrededor del mundo y editando la serie “What Works in Youth Development”. Posteriormente se desempeñó como Vice Presidente Sr. de Youth Service America, dirigiendo planes estratégicos, campañas internacionales de movilización de jóvenes voluntarios, programas de subsidios a niños y adultos y proyectos educativos. Silvia se graduó como Licenciada en Sociología de la Universidad de Belgrado en Buenos Aires y es Doctora en Sociología por la universidad Johns Hopkins, donde fue profesora adjunta del Carey Business School dictando cursos sobre Niños y Ciudad, Desarrollo Juvenil Positivo, y Comunicación Inter-Cultural.
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