Andrea se quedó sin su trabajo como vendedora de una tienda de zapatos, tras las medidas decretadas por la pandemia en su natal Ciudad de Guatemala. Ella hacía parte del 59% de las mujeres trabajadoras informales respecto del empleo total en América Latina – cifras de ONU Mujeres para 2016-. Al igual que Andrea, millones de mujeres han perdido el empleo tras la crisis económica producto de la emergencia por el COVID-19. Datos de la CEPAL y ONU Mujeres muestran que el desempleo femenino por causa de la pandemia en la región, llegará a 15,2% en 2020. Esta cifra varía por país. El DANE en Colombia reveló que para julio de 2020 la tasa de desempleo había llegado a 20,2%, -9,5 puntos más que el año anterior- y a 26,2% para las mujeres. En Ecuador, cifras del INEC muestran que entre mayo y junio de 2020, la tasa de desempleo fue de 15,7% para las mujeres, y del 11,6% para los hombres.
Varios gobiernos de la región empiezan a proyectar políticas contra-cíclicas apoyadas en proyectos que generen empleo e inversión, programando grandes inversiones en proyectos de infraestructura para salir de la crisis.
Recientemente, el gobierno colombiano anunció su “Plan Marshall” para la recuperación de los efectos del COVID-19 por medio de una amplia inversión en infraestructura. Igualmente, CAF anunció un aporte de más de 4000 millones USD para impulsar el desarrollo en Argentina, incluyendo la destinación a infraestructura de transporte.
La infraestructura de transporte es esencial para la recuperación de los efectos socioeconómicos de la pandemia. Un estudio del BID evidenció que la inversión pública tiene el efecto multiplicador más amplio.[1] Además, por cada mil millones de dólares invertido, la región podría crear 36,000 puestos de trabajo.[2] Sin embargo, históricamente los hombres han ocupado masivamente este sector. Un estudio del BID mostró que para 2016, en Latinoamérica las mujeres ocupaban el 15% de los puestos del sector transporte.[3] Respecto de los empleos generados por la construcción de infraestructura de transporte, un gran porcentaje de mujeres se desempeñaba en trabajos como señalización y limpieza, cuyos salarios constituyen un tercio de aquellos tradicionalmente ocupados por hombres.[4]
El panorama anterior revela tres puntos.
- las mujeres son las mayores afectadas por el desempleo causado por la pandemia.
- la construcción de infraestructura en transporte es una de las vías que tienen los gobiernos de la región para reactivar la economía.
- las mujeres no han sido parte activa de la cadena de valor del transporte.
Frente a este escenario los gobiernos de América Latina y el Caribe tienen una oportunidad única para reactivar la economía con una perspectiva de género: incentivar la capacitación y contratación paritaria de hombres y mujeres en la construcción y operación de infraestructura de transporte, bajo igualdad salarial y promoviendo la participación de las mujeres en labores tradicionalmente desarrolladas por hombres.
La inclusión de las mujeres en la cadena de valor del transporte ha mostrado efectos positivos en los países en los que se ha realizado. El BID ha financiado pilotos para la capacitación de mujeres operadoras de maquinaria pesada en Nicaragua y Paraguay, donde la incorporación laboral femenina trajo consigo mejoras en el ambiente laboral y en la productividad de las empresas. Un estudio del TGL en Santiago reveló que el programa de mujeres conductoras mejoró los ambientes laborales, disminuyó la agresividad entre conductores, mejoró los ingresos y el autoestima de las mujeres, y disminuyó la gravedad de siniestros viales en los casos en los que estaba involucrada una mujer conductora.[5]
Reiterando las palabras del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres: “Si las mujeres pudieran participar en la economía en igualdad de condiciones, el Producto Interno Bruto mundial podría aumentar 26%, lo que equivale a 12 billones de dólares para el año 2025”.
La reactivación económica a través de la construcción y operación de infraestructura de transporte es un camino certero para palear los impactos socioeconómicos de la pandemia, y propiciar una incorporación efectiva de las mujeres como Andrea en la economía de nuestros países, acelerando el cierre de brechas de género en los mercados laborales.
[1] A. Izquierdo, P. Keefer, A. Blackman, M. Busso, E. Cavallo, G. Elacqua, A. Ibañez, J. Messina, M. Moreira, C. Scartascini, N. Schady, and T. Serebrisky (2020), “Emerging from the Pandemic Tunnel with Faster Growth and Greater Equity: A Strategy for a New Social Compact in Latin America and the Caribbean”, IADB.
[2] Ibid.
[3] Granada, I., Navas, C., Ramos, C., Glen, C., Reyes, F., Ayala, V., … Rubio, D. (2019). Inclusión laboral femenina en labores de conducción del sistema de transporte público de Santiago. https://doi.org/http://dx.doi.org/10.18235/0001836
[4] Ibid.
[5] Granada, I., Navas, C., Ramos, C., Glen, C., Reyes, F., Ayala, V., … Rubio, D. (2019). Inclusión laboral femenina en labores de conducción del sistema de transporte público de Santiago. https://doi.org/http://dx.doi.org/10.18235/0001836
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