El año 2023 encuentra al transporte marítimo en un momento muy diferente respecto a cuando escribimos este artículo: “Tiempos revueltos: congestión en las vías marítimas en época de COVID-19”. Con la aceleración inflacionaria a nivel mundial y el fin de los confinamientos, los consumidores están gastando menos en la adquisición de bienes, al tiempo que se han alivianado los cuellos de botella en las principales cadenas de suministro. En consecuencia, la demanda de transporte ha vuelto a los niveles pre-pandémicos y, con ello, han disminuido los costos del transporte marítimo. Por ejemplo, el flete de la ruta Shanghái-Santos, que llegó a ubicarse en US$ 10.000 en diciembre de 2021, se encuentra hoy en torno a US$ 2.300. Por su parte, las estimaciones para este año prevén una caída del comercio internacional, producto de la implementación de políticas monetarias más restrictivas para contener la inflación, la desaceleración de la economía china y el continuado impacto de la guerra en Ucrania en el comercio internacional.
En este contexto, cabe reflexionar sobre cuáles serán las tendencias del transporte marítimo para la región en 2023:
1. Menor presión de los fletes para las economías de la región
Las altas tarifas de fletes que se presentaron en el mercado de transporte marítimo durante la pandemia de COVID-19 (incidiendo la escasez de contenedores, el incremento de la demanda y las distorsiones en los puertos, más la adecuación de los buques a normas ambientales), han iniciado un camino de retroceso a lo que parece ser su normalización. Existe hoy una mayor oferta de contenedores y buques, con lo que se espera que, unido a las previsiones de recesión internacional, se mantenga la tendencia a la baja de los fletes.
En el caso de los países de Centroamérica, la coyuntura observada, si se sostiene, tenderá a mejorar la competitividad de la región ya que puede inducir un aumento de la demanda de los productos agrícolas que exporta la región. Esto es especialmente relevante cuando en el top 3 de las exportaciones se encuentran productos como las frutas y el café.
Por el lado de las importaciones, el acceso a insumos como los combustibles y maquinaria puede también ofrecer un nuevo panorama, abaratando costos de producción local y, a su vez, ser una ventana de oportunidad para que las economías centroamericanas puedan diversificar sus matrices al pasar a productos de mayor valor agregado.
De manera similar, para los países del Caribe se espera que una reducción de los costos de transporte aminore la presión inflacionaria sobre alimentos e insumos productivos, en su mayoría importados por esta región.
Sin embargo, a pesar de estos beneficios, características estructurales como el desbalance de la tipología y la cantidad de productos que estos países importan y exportan, la menor atracción que poseen las rutas de la región para las empresas navieras frente a los grandes flujos de transporte internacionales (e.g. rutas entre Asia, Estados Unidos y Europa), y los desafíos en el desempeño logístico regional hacen que la reducción de los fletes marítimos internacionales por sí mismos no sean suficientes para apalancar la recuperación. En ALC persisten brechas significativas en dotación de infraestructura, calidad de los servicios logísticos y colaboración público-privada para hacer frente a estos desafíos.
2. Impulso a la integración vertical y a la reconfiguración de cadenas de suministro
En la búsqueda de mayor eficiencia y oferta de valor a sus clientes en un mercado logístico de gran competencia y bajos márgenes de ganancia, las navieras y grandes empresas logísticas están avanzando en la integración vertical de servicios marítimos, portuarios, entrega y despacho, almacenamiento y trasporte final. Si bien esto puede proveer grandes beneficios en materia de simplificación y coordinación de procesos, es importante asegurar que esta integración vertical sea compatible con mantener los principios de competencia en el sector, que no dificulten atraer inversión a la región en un contexto de cambio internacional.
Por su parte, el aumento de costos de los fletes, la disrupción generalizada del comercio internacional durante la pandemia y cambios geopolíticos han hecho que muchas industrias reformulen sus estrategias de cadena de suministro a nivel global, acercando la localización de sus plantas a los mercados consumidores. Muchos de esos cambios son permanentes y llevarán a una reconfiguración de las cadenas globales. En este contexto, por ejemplo, se espera que en 2023 México capte inversiones por US$11 mil millones para atender el mercado de Estados Unidos. En efecto, por su cercanía con Estados Unidos, la región puede beneficiarse de esta tendencia. Sin embargo, para ello será clave mejorar su desempeño logístico.
3. Mayor atención a la digitalización
El gran estímulo que dio la pandemia a la simplificación, digitalización e integración de procesos marítimo-portuarios se acelerará en 2023, con el objetivo de reducir costos e incrementar la fidelidad de clientes en un mercado con márgenes más estrechos y renovada competencia ante la ruptura de alianzas. ALC tiene una importante brecha por cerrar en este sentido, donde dos de cada tres organizaciones del sector en ALC consideran estar retrasadas o muy retrasadas en la transformación digital frente a los referentes internacionales.
A través del apoyo técnico, la provisión de financiamiento y el fomento al intercambio de buenas prácticas, el BID es un socio clave para que los países de ALC avancen en la mejora de su desempeño logístico. Desde la generación de información y análisis de políticas públicas, hasta el diseño de programas para mejorar el marco normativo-institucional y la calidad de la infraestructura y servicios de transporte, las áreas de acción del BID en el sector están focalizadas en apoyar a la región para que el sector logístico sea un pilar de competitividad económica e integración regional.
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