El pasado mes de junio la Agencia Internacional de Energía nos dió la noticia de que el 2010 había sido el año record en emisiones de CO2 y que el 80% de las emisiones del sector energético proyectadas para el 2020 ya estaban fijadas en la capacidad de generación vigente o en desarrollo. Curiosa sobre esta nota, indagué más y encontré que el 2010 también fué el segundo año con temperaturas promedio más elevadas según el registro histórico, que los glaciares de Greenland se redujeron a su área más pequeña desde que ésta ha sido registrada, y que las emisiones carbono de todo el planeta (más allá del sector energético) crecieron a la tasa más alta que el promedio de los últimos 30 años!
Conectando estos puntos como un pequeño que va punto tras punto hasta encontrar la figura que su libro de dibujo esconde a la vista, qué nos vamos a encontrar? Por motivos de espacio, no puedo continuar listando los puntos de información sobre las señales que miles de científicos alrededor del mundo están dando con respecto a la evidencia sobre el calentamiento global y las consecuencias de éste. No obstante, me pregunto cuántos más puntos necesitamos para que la figura del inminente cambio en las condiciones climáticas del planeta, que pone en riesgo nuestra misma existencia en el largo plazo, sea percibida por quienes pueden tomar decisiones a nivel global como una seria amenaza a cualquier objetivo de desarrollo y aumento en la calidad de vida de nuestros pueblos?
Los puntos que van definiendo el posible dibujo del futuro hacia el que nos dirigimos deberían ampliar nuestra perspectiva e inducir cambios significativos en las acciones y el liderazgo que requiere alterar dicho devenir. Hace casi 20 años atrás, líderes de 195 países del mundo se comprometieron bajo la égida de la Convención Marco de Naciones Unidas de Cambio Climático a trabaja por lograr la estabilización de la concetración de gases en la atmósfera a niveles que previnieran una interferencia “peligrosa” en el sistema del clima. Es urgente que los líderes de hoy día en estos mismos países vean con otra perspectiva el desafío ante el que se enfrentan y puedan avanzar en compromisos que realmente lleven a que dicha promesa sea una realidad.
En la clausura de la última ronda de negociaciones realizada en Bonn, Alemania, la Secretaria Ejecutiva de la Convención resaltó que el avance en los compromisos de estabilización “requerirá liderazgo político de alto nivel en avance a la conferencia anual de Durban.” Aspiremos a que dicho el liderazgo nos ayude a empezar a conectar los puntos de un futuro más prometedor.
Si bien hay años individuales con temperaturas record, en realidad la tendencia estadística de la temperatura global, que fue ascendente desde aprox 1970 (después de ser descendente en 1940-70), se ha vuelto horizontal con leve tendencia negativa en los años recientes (1995 a 2011) aun con los años pico de 1998 y 2010, que respondieron a fenómenos puntuales de El Niño más que a una tendencia de largo plazo (el cambio climático no parece tener ninguna influencia sobre la frecuencia e intensidad de las oscilaciones El Niño y La Niña, y hasta ahora el período más fuerte “on record” de esas oscilaciones es 1885-1915).
Si en vez de tomar un año suelto, tomamos períodos de una década o más, que es lo correcto tratándose del clima, la evolución reciente reclama una explicación. ¿Cuál es la razón por la cual las concentraciones de CO2 en la atmósfera siguen aumentando, a razón de 2 partes por millón por año, pero la temperatura global se ha estancado y parece tener tendencia a decrecer levemente? Se han ensayado varias respuestas, ninguna concluyente.
Una de ellas, muy reciente, es que el uso creciente de carbón (especialmente por su extendido uso en la China) produce aerosoles en mayor proporción que antes. Los aerosoles son, por ejemplo, las partículas de “hollín” del humo de carbón, que son emitidas al mismo tiempo que el CO2 proveniente del carbón. Los aerosoles reflejan la luz solar incidente, y la mandan de vuelta al espacio. Su efecto es enfriar la atmósfera, a diferencia de los gases de efecto invernadero que la calientan. A mayor proporción de carbón mineral en las emisiones, mayor cantidad de aerosoles por cada kilo de CO2 emitido. Esta explicación ha sido propuesta recientemente en el artículo de Robert K. Kaufmann, Heikki Kauppi, Michael L. Mann, and James H. Stock, “Reconciling anthropogenic climate change with observed temperature 1998-2008”, Proceedings of the National Academy of Sciences, Julio 2011.
Una explicación alternativa descansa sobre oscilaciones naturales de largo plazo. Si bien se admite que el CO2 contribuye a calentar la atmósfera, ésta también sufre oscilaciones naturales, sobre todo vinculadas al Oceano. Uno de los factores principales es la llamada “Oscilación Decadal del Pacífico” (ligada al fenómeno del Niño pero diferente de él). Esta oscilación tuvo una fase de calentamiento de 1976 a 1999, y desde entonces ha estado virando a una fase más fría. Si esto fuese así, una parte importante del calentamiento global observado en las últimas décadas del siglo 20 se debería a esa oscilación, y solo una parte adicional al CO2. El artículo de Kaufman y otros también alude a este factor, que ha sido estudiado por diversos autores.
Una tercera posible explicación son los ciclos de radiación solar. Aparentemente, por el número de manchas solares y otras mediciones, el Sol tuvo un período de alta radiación en los últimos 30-35 años, pero en los últimos años ha mostrado una casi total falta de actividad, de modo que algunos autores piensan que se encamina a un período de mínima radiación que podría asemejarse al llamado “mínimo de Maunder” en el siglo 17, el cual fue acompañado en nuestro planeta por la llamada “Pequeña Era Glacial”. No se sabe, en realidad, si la actual inactividad solar que ya lleva varios años es un fenómeno transitorio o que durará más tiempo; pero de todas maneras podría tener algo que ver con el final del período de calentamiento tendencial observado entre 1970 y 1995 aprox. (de nuevo descartando el Niño excepcional de 1998).
Todos estos procesos están ayudando a entender mejor la dinámica de las emisiones y de las temperaturas. En un sistema altamente complejo y “caótico” como el clima planetario, lo que sucede en un determinado año no puede ser fácilmente atribuido a una determinada causa. Así como la falta de tendencia creciente en la última década no implica que no haya calentamiento tendencial de largo plazo, tampoco el calentamiento observado en 1970-95 indica de por sí que la totalidad del mismo deba ser atribuida a la emisión de gases de efecto invernadero. Estos últimos seguramente contribuyen a la tendencia general, pero en combinación con ciclos anuales, decadales y multidecadales. Este comentario apunta, pues, a poner una nota de prudencia en la atribución de cualquier fenómeno (un año más cálido, un año más frío, unas inundaciones, un tsunami o unos huracanes) a un proceso secular de muy lento desenvolvimiento como es el calentamiento provocado por el aumento de la concentración atmosférica de CO2, que ocurre solo como promedio en medio de grandes e incesantes fluctuaciones en un sistema caótico y complejo.
Mientras aguardo que mi comentario pase por la aprobación de la moderación, añado lo siguiente: pese al título general del blog (Hablemos de cambio climático) el artículo se refiere más bien al cambio en el volumen de emisiones de CO2, lo cual no es exactamente lo mismo, y de las políticas para limitar esas emisiones, lo cual es todavía más diferente. Mi comentario anterior trata de mostrar la diferencia.