Con Martín Ardanaz
Para la mayoría de los habitantes de América Latina y del caribe, las percepciones están alineadas con la triste realidad de una región azotada por altos índices de robos y homicidios.
Pero en Bogotá ocurre una paradoja. Por un lado, la ciudad ha experimentado en los últimos diez años reducciones significativas en su tasa de homicidios, y a su vez, un descenso más reciente en los niveles de victimización. Sin embargo, solo un tercio de los bogotanos dijeron sentirse seguros en sus barrios durante 2012, y un 60 por ciento consideró que el crimen estaba en aumento en el periodo reciente.
En el BID, hemos realizado un estudio (en inglés) sobre este tema, Cuidado con la Brecha: Cerrando la Distancia entre la Percepción y la Realidad del Crimen con Información. El trabajo buscó entender mejor si se podía corregir las percepciones de inseguridad con la provisión de información objetiva sobre crimen y violencia. El resultado fue que sí, se puede, pero con limitaciones.
El miedo al crimen, como es de esperarse, tiene un profundo arraigo en la psicología humana, sustentada por múltiples estudios. Le tenemos más miedo a las cosas que no controlamos y que tienen graves consecuencias (como es un homicidio) que algo más probable que nos cause daño pero que sentimos que controlamos (accidente de auto). Además, es más fácil recordar un crimen espectacular que tuvo mucho impacto en los medios de comunicación que una “buena” noticia sobre bajas en las tasas de delincuencia, basada en algo más abstracto como una estadística.
Resulta desafiante, entonces, cambiar las creencias sobre el nivel de violencia.
Y no se trata simplemente de un político que quiere desestimar el miedo como un asunto de percepción. Es un tema fundamental para el desarrollo del país y del bienestar de la población. Una población más insegura tiende a colaborar menos con las instituciones públicas, incluyendo las policías. También tiende a cambiar hábitos y costumbres como dejar de salir de noche, o realizar costosas inversiones, como aumentar el gasto en seguridad privada.
Para entender mejor la relación entre información y percepción, entre octubre y diciembre del 2012 los investigadores llevaron a cabo una encuesta de más de 2.000 hogares en la capital colombiana.
Además de preguntarle a la gente sobre su experiencia con la violencia y el crimen, introdujeron un experimento en el cuestionario. Algunos recibieron aleatoriamente un sobre con un folleto informando sobre la dinámica del crimen en Bogotá, en particular informando que los niveles de homicidios habían bajado a la mitad en una década y que ha habido un descenso en el número de robos (ver folleto). Otros (grupo de control) recibieron un sobre vacío. En ambos casos, la encuesta continuó con una serie de preguntas concretas para determinar la percepción ciudadana sobre el nivel de seguridad y el accionar de la policía.
La entrega de información produjo un aumento de 30% en la proporción de encuestados que dicen sentirse seguros en su ciudad, mejoras en las calificaciones sobre la labor de la policía a la hora de prevenir robos, y un menor nivel de desconfianza hacia esta institución.
¿A imprimir folletos e invertir en campañas públicas con las buenas noticias? Cuidado que las cosas no son tan sencillas. Las personas con fuertes sesgos – que creen que hay mucho más robos de lo que en realidad los hay – están menos propensos a cambiar su punto de vista. Y los investigadores volvieron a contactar a las personas unos meses después y si bien las “mejoras” en la sensación de seguridad perduraron, los efectos positivos sobre la evaluación de la labor policial se disiparon. .
Para que los beneficios sean duraderos, sugiere el estudio, las campañas deberían complementar los programas de gobierno ya existente, fortaleciendo la confianza más allá de lo que se puede esperar de los programas de seguridad únicamente. La entrega y difusión de información debe ser más frecuente y para que la información sea efectiva “debe ser percibida como objetiva, creíble y transparente”.
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Martín Ardanaz es un co-autor del estudio y es parte del Departamento de Instituciones para el Desarrollo del BID, donde se especializa en finanzas públicas y economía política.
Soy economista y he vivido en Bogotá por trabajo, por lo cual me interesé desde un primer momento en este artículo.
Lamentablemente debo sostener que NO LO COMPARTO.
El estudio parte de una premisa (expuesta en el 2do párrafo) que es..sino falsa, al menos bastante “misleading”. Habla de una paradoja entre realidad y percepción, tomando tasa de homicidio como indice de realidad del crimen. Esto es igual a comparar “apples and oranges”. El crimen es mucho más amplio que la tasa de homicidio. Que haya descendido la tasa de homicidios (como efectivamente sucedió) no significa que descendió el CRIMEN. En efecto, menos homicidios puede deberse a que los criminales son menos violentos al momento de cometer el crimen (robo, hurto, etc.) o que la gente se resista menos y le facilite el crimen a su autor (como forma defensiva ante la posibilidad de terminar muerto).
Una comparación mas realista sería comparar la tasa de hurtos o robos. Y aquí nuevamente encontramos serias dificultades con esta evidencia, ¿refleja la realidad en su totalidad? Personalmente estuve en una estación de policia en bogota haciendo una denuncia por una llanta robada. Llegamos a las 9hs, nos dieron turno y nos desocupamos al mediodia. Pero lo increíble es que 9y30hs dejaron de dar turnos porque no les alcanzaba la jornada laboral (solo entregaban 10 turnos x día), hubo más de 25 personas que llegaban a realizar la denuncia y se devolvían sin poder hacerla.(quizás algunos vuelvan al otro día pero otros muchos se desalientan). Con esto no hace falta argumentar más sobre la alta distorsión de dichas estadísticas.
Por último nos queda la encuesta sobre victimización, la cual tiene un alto sesgo hacia crimenes violentos (los cuales efectivamente disminuyeron) pero respecto a los crimenes más cotidianos, si uno no los denuncia (por el alto costo de oportunidad perdido en ir a la policia) generalmente tiende a aplicar un “consistency bias” en su razonamiento, “olvidándose” que sucedió. Pero lo que nunca se olvida (está en el ADN de nuestra “human nature”) es el mecanismo defensivo que se guarda a nivel subconciente y se activa ante cualquier amenaza real (no una encuesta de victimización), de ahí el alto índice de percepción (ya que convencerse de lo contrario significa “bajar la guardia” y podría ser peligroso para mantenerse alerta en la calle)
Y volvemos al punto de partida, ¿que tan válidas son esas premisas para razonar en base a ellas?
Respuesta de Martín Ardanaz:
Estimado Pablo, gracias por el interés en el artículo y tu comentario. Sobre tu preocupación acerca del tipo de delito que hacemos hincapié (crimen vs violencia), es importante destacar que elegimos cubrir tanto homicidios como hurtos, tal como sugieres. En ambos casos, los números indican una mejoría. Pero dado que como bien lo indicas, los datos de denuncias presentan serios problemas (en Bogotá, así como en el resto del mundo) no solo nos fijamos en estas cifras oficiales, sino en otras, donde para sorpresa, observamos una tendencia similar en el periodo mas reciente (en particular, las encuestas de victimización de la Camara de Comercio de Bogota). Por último, es interesante la hipótesis que planteas acerca de los mecanismos de defensa de los ciudadanos, ese argumento seria consistente con algunos de los resultados que encontramos: la disipación del “efecto información” a través del tiempo.
La policía reconoce que la mayoría de crímenes no son reportados.
La misma policía reconoce que en muchos casos así sean capturados los delincuentes en flagrancia son dejados en libertad. Este articulo es un chiste…. Según el brillante autor deberíamos estar los Bogotanos es agradecidos con la seguridad, que diga por la inseguridad en la ciudad.
Las personas están tan acostumbradas a que les digan qué pensar que cuando un artículo con estadísticas y análisis explica cosas poco populares, le atribuyen cosas que no son. Esta publicación jamás dijo que hay que agradecer la seguridad que tenemos, solo explica que estos niveles han bajado
Aunque el artículo es interesante, carece de la parte ideológica política en su diseño; esto es importante de incorporar, pues muchas veces personas no cambian objetivamente su opinión por ser opuestas al gobierno de turno y a su ideología y por hacerle daño a éste. Otro aspecto son las representaciones sociales sobre el delito y la criminalidad
sería interesante plantearnos la siguiente pregunta: ¿Qué tanto reflejan los números a la realidad? Creo que debido a la desconfianza hacia las autoridades, o debido a otro factor, los números pueden estar reflejando una realidad inexistente.
¿Deberíamos realizar campañas para reforzar la confianza en las autoridades? Es decir, bombardear al público con información positiva con el objetivo de modificar su percepción. O por otro lado, ¿Debería el pueblo cambiar automáticamente su percepción al, valga la redundancia, “percibir” una mejora en el tema del crimen?
Me inclino por lo segundo, dado que, no importa que tan “objetivos” sean los números que se presenten en las campañas, siempre presentarán un sesgo.
Por el contario, si las autoridades crean y “aplican” mecanismos anti corrupción y mejoran su marco jurídico para dar certeza de derecho al pueblo, quizá la percepción del pueblo mejore, reflejando la realidad de las cosas.
Me quedo con la opinión de que la percepción de las personas tiene mucho que ver con la existencia de los victimarios y de los episodios que estos llevan a cabo.
La victimización también es un fenómeno adquirido al igual que una costumbre o un hábito que obviamente es alimentado en alguna medida por la interacción social desde diferentes ángulos.
Visto así: implica o no un grado de responsabilidad de la victima ¿?.
No, no implica grado de responsabilidad de la víctima en cuanto a la acción del victimario
Pero podría existir algún grado de responsabilidad de la víctima en parte del contenido de su respuesta posterior a la ocurrencia del hecho o agresión.
En la acciones y posteriores actitudes que lleve a cabo y/o asuma la víctima y su eventual paso, por habito o costumbre, a la condición de victimizado, en el sentido de que si las personas permanecen siempre con las mismas actitudes y respuestas frente a una determinada situación, eso en mi opinión seria un indicador.
Por ello es que resultan tan importantes los presentes y futuros Estudios y Análisis de esta problemática los cuales dan relevancia a la práctica social de buena comunicación y adecuado empoderamiento entre los actores del tema propuesto.
https://www.osac.gov/pages/ContentReportDetails.aspx?cid=15445
Las sugerencias de USA en el 2014 para sus ciudadanos que viajen a Colombia. Mi favorita, cuando viaje en carro nunca andar con el tanque de gasolina mas abajo de la mitad.
La situación de seguridad en bogota lleva a un profundo compromiso por parte de la alcaldía y el gobierno central
y la sociedad Estudiar los delitos de alto impacto y contar con estadísticas reales no maquilladas para de esta manera crear grupos de choque frontal contra estos delitos como los son el fleteo,el hurto de vehículos,el microtráfico,el sicariato,el hurto de celulares entre otros y algo muy importante la colaboración de la ciudadanía como informantes pieza fundamental de este ajedrez de la seguridad ciudadana