El público en nuestro más reciente evento de seguridad ciudadana en el BID no era tan común. No había hombres ni mujeres en trajes, ni oficiales de gobierno, ni adultos. Más bien había 40 niños y niñas en jeans y vestidos, dando vueltas en sus sillas, algo emocionados, un poco confundidos, y muy energizados.
Aunque muy orgullosos del trabajo de sus padres, los hijos e hijas de los empleados del BID no estaban aquí para perseguirlos todo el día. En realidad, no estaban aquí para perseguir a nadie. Queríamos saber qué pensaban. ¿Cómo solucionarían la situación de violencia en un pueblo de América Latina?
Ahora, este no es el momento para dejar de leer pensando que voy a resumir las ideas irrealistas de niños de 8 a 10 años. De hecho, muchas sus propuestas destacan aspectos claves que desde el BID consideramos fundamentales para las políticas públicas en seguridad.
Los niños participaron en un proceso de ‘design thinking’ o metodología del diseño liderado por Design for Change, una organización global que ha sido reconocida por la ONU por su trabajo con jóvenes utilizando la empatía, la colaboración y la experimentación para el diseño de soluciones a problemas reales.
Primero, se les presentó un problema (un vecindario de bajos ingresos con parques abandonados y muchos ‘bullies’). Luego hicieron una lluvia de ideas con las que finalmente presentaron soluciones prototipo. Como parte del proceso, expertos del BID en el tema discutieron los desafíos y el trabajo del Banco en las áreas de prevención de la violencia, reforma policial, y rehabilitación. En estas discusiones e inspirados por las propuestas de los niños y niñas, llegamos a tres ideas claves:
1. Los ‘bullies’ existen en ecosistemas de violencia
Podemos entender a los ‘bullies’ como iniciadores de violencia. Pero los niños fueron los primeros en señalar que en realidad no es tan sencillo. Tal vez un bully es bully porque tuvo que hacerse bully para que otros bullies no lo molestaran. O, también señalaron los niños, tal vez los padres del niño no están presentes y no le han podido enseñar qué está bien y qué está mal.
Como es el caso en América Latina y el Caribe, los perpetradores de violencia muy a menudo son víctimas también. De hecho, el homicidio es la causa principal de muerte para jóvenes entre los 18 y 25 años, y este mismo grupo de edad también es responsable por una gran –y a veces creciente – proporción de los homicidios cometidos. El hecho de los que perpetradores de violencia frecuentemente son víctimas tiene implicaciones para políticas públicas. Sabemos que los niños que están expuestos a violencia temprano en sus vidas son más propensos a desarrollar comportamientos violentos (Heise, 2011; Logan et al., 2016). Esto significa que las intervenciones a edades tempranas pueden ser efectivas en prevenir la criminalidad a largo plazo (Heckman et al., 2013). Además, como los niños lo señalaron, hay evidencia de que el involucramiento de los padres hace una diferencia en los comportamientos de los niños (Ruprah et al., 2016).
La idea de que los bullies (entiéndase criminales) pueden ser bullies por factores relacionados a su entorno familiar y comunitario y sus trayectorias de vida, destaca el enfoque de salud pública a desafíos de seguridad ciudadana que cada vez más enfatiza la necesidad de atender los distintos factores de riesgo a estos varios niveles para reducir la violencia exitosamente.
2. Las intervenciones focalizadas funcionan
Los niños sugirieron crear ‘escuelas para bullies’ en las que los niños que son bullies puedan ir para aprender sobre comportamientos positivos y para participar en actividades divertidos sin ser bullies. Aunque no se llaman ‘escuelas para bullies’, los proyectos para prevenir la violencia en poblaciones en riesgo se han vuelto cada vez más comunes y exitosos en la región (Berthelon y Kruger, 2011; Chaux, 2012). Los programas que se concentran en desarrollar habilidades blandas y ayudar a las personas a tomar mejores decisiones han visto resultados positivos (Lipsey y Landenberger, 2007). La idea de que una comunidad necesitaría una ‘escuela para bullies’ sugiere que, como también es cierto en el caso de la región, las escuelas en general (entiéndase políticas sociales en general) no siempre llegan y apoyan a los grupos más vulnerables.
Las intervenciones focalizadas también son más efectivas en el caso de la acción policial. Los niños mencionaron que cambiar el comportamiento de un bully toma tiempo, y que mientras eso sucede, la policía y voluntarios pueden ir al parque a cuidar a los demás. Esto es exactamente lo que se busca con “hotspot policing” o el patrullaje en puntos donde se concentra el crimen. Pero sabemos (y los jóvenes también lo sabían) que para que estas medidas de control de corto plazo sean sostenibles, deben de estar acompañadas con estrategias de prevención a largo plazo dirigidas a personas en condiciones de vulnerabilidad (Buonanno y Vargas, 2017).
3. El mejor castigo es una oportunidad de contribuir
Hubo muchas ideas sobre qué hacer con un bully o un criminal. La más común fue meterlo a la cárcel. Per un niño tuvo una idea distinta. Él pensó que poner a los bullies a ayudar a reconstruir el parque era una mejor solución, donde todos ganaban. Primero, el parque se arreglaría. Segundo, los bullies recibirían un castigo leve al tener que reconstruir el parque, y a la vez, los demás verían e idealmente lo pensarían dos veces antes de maltratar a alguien. Finalmente, los bullies sentirían un mayor compromiso por cuidar y traer a más personas al parque ya que ellos mismos lo arreglaron.
Como este niño parecía saber o intuir, hay evidencia contundente que indica que las medidas punitivas generalmente no funcionan para disminuir el crimen o para resocializar a los criminales (MacKenzie, 2006). Sabemos, por nuestras experiencias y basado en la literatura, que involucrar a las personas y darles una oportunidad de contribuir funciona (Drake et al, 2009).
Estas y otras ideas resultaron en soluciones de todos tipos, desde parques renovados y escuelas, hasta máquinas para ayudarle a los bullies a calmarse. Pero aún más importante, los participantes nos enviaron un mensaje poderoso: tienen ideas para solucionar los problemas más complejos de la región.
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