© Blog Gente Saludable de la División de Protección Social y Salud del BID
por Aimee Verdisco
Una avalancha de artículos recientes demuestra la relación beneficiosa entre el ejercicio y la fuerza cerebral. Según nuevas investigaciones, lo que el ejercicio hace por los músculos, lo hace también por el cerebro. Mientras mejor acondicionado esté el cerebro, mejor funciona. Esta época de euforia por el fútbol es excelente para reforzar la práctica de actividades físicas. Te cuento por qué.
La explicación básica, que se conoce desde la década de 1930, es más o menos la siguiente. El ejercicio aeróbico ayuda al corazón a bombear más sangre al cerebro y al cuerpo; más sangre significa más oxígeno, lo cual conduce a una mejor nutrición de las células del cerebro y a una mejor actividad cognitiva (link en inglés). Pero las relaciones subyacentes siguen siendo un complejo misterio. ¿Dónde comienza todo? ¿En el cerebro? ¿En los músculos? ¿O quizás en algún otro lugar?
Con los avances en la bioquímica, las tecnologías de exploración del cerebro, la fisiología y la neurociencia, los científicos han logrado desenmarañar un poco el panorama. Lo que es interesante y nuevo en la investigación es que el detonador parece ser el ejercicio aeróbico. La relación entre el ejercicio y la cognición comienza en los músculos. El ejercicio hace más por mejorar el pensamiento, que el pensamiento mismo (link en inglés) lo cual significa que lograrás mucho más para poner su cerebro en forma si sale a correr o a nadar, que si simplemente juega sudoku u otro juego de ejercitación mental.
Las enzimas responsables por estimular la reacción entran en el torrente sanguíneo cada vez que un músculo se flexiona, y luego viajan hasta el cerebro. Una vez que están ahí, disparan la producción de varias sustancias químicas (p.ej. el factor neurotrópico de derivación cerebral, BDNF [siglas en inglés]) y ocasionan el crecimiento de nuevas neuronas en el hipocampo, un área que controla el aprendizaje y la memoria. Con ejercicio regular, el cuerpo incrementa los niveles de BDNF y las células nerviosas del cerebro comienzan a ramificarse, a unirse y a comunicarse entre sí en nuevas formas. En otras palabras, el ejercicio regular (link en inglés) mejora la fisiología que es necesaria para aprender. Los cerebros con bajo BDNF no son tan agudos o rápidos.
Los procesos inducidos por el ejercicio que crean BDNF y el crecimiento de nuevas neuronas funcionan en todas las edades. Es bien sabido que las neuronas se van muriendo con el envejecimiento. Pero parece que, en los ancianos, el ejercicio incrementa el tamaño de los lóbulos frontales del cerebro, la zona responsable por el funcionamiento ejecutivo y que favorece los patrones de pensamiento superior. Se ha mostrado que el caminar o andar en bicicleta durante seis meses a un año mejora la memoria y las destrezas de resolución de problemas de un 15 a un 20%, y que incrementa el tamaño del hipocampo (que parece ser particularmente sensible al BDNF) en un 2%. Este es un efecto equivalente a revertir el envejecimiento (link en inglés) del cerebro en 1 ó 2 años. Pero, como casi todas las cosas en la vida, la clave es el mantenimiento. Mientras que las nuevas neuronas y las conexiones (link en inglés) entre ellas duran por años, su funcionamiento declina en cosa de un mes de inactividad.
Los efectos del ejercicio podrían ser aún mayores para los cerebros que están todavía en desarrollo. Las investigaciones sugieren que hay una relación entre el ejercicio y los volúmenes diferenciales de regiones cerebrales específicas involucradas en funciones cognitivas (link en inglés), y que esas diferencias pueden persistir a lo largo de toda la vida. Los niños con menor condición física tienen un volumen hipocámpico bilateral más pequeño —y por ende un desempeño y reconocimiento más bajo en las tareas de memoria relacional— que los niños de condición física alta. La diferencia en el tamaño del hipocampo puede ser de hasta un 12% entre los niños con y sin condición física. Parece suceder prácticamente lo mismo con el estrecho dorsal, una estructura importante para el control ejecutivo.
Los niños de mayor condición piensan más eficientemente y son mejores para el desempeño de tareas múltiples. En investigaciones dirigidas por Arthur Kramer, director del Instituto Beckman para Ciencias Avanzadas y Tecnología en la Universidad de Illinois, los niños con mayor condición física (link en inglés) eran mejores para cruzar la calle cuando estaban distraídos por la música o sostenían una conversación en un teléfono celular con “manos libres” que los niños con menor condición. Kramer descubrió que, mientras que los niños con condición física podían cruzar una carretera en una simulación virtual de la realidad con facilidad estando distraídos, los niños con menor condición tendían a caminar a la misma velocidad que los de mayor condición pero erraban al juzgar la velocidad y lejanía de los vehículos generados por la computadora. En la simulación, estas diferencias eran importantes: los niños con menor condición física con frecuencia terminaban con la pantalla en rojo, lo cual significaba que algún vehículo los había atropellado.
El ejercicio ayuda al cerebro a desarrollarse bien. También impulsa al cuerpo y al cerebro a soportar los efectos del envejecimiento. Para cosechar sus beneficios al máximo, comience a hacer ejercicio desde joven, y haga del ejercicio un hábito de toda la vida. Aproveche el mundial de fútbol para retomar el deporte desde el campo de juego, no solo a través de una pantalla.
Aimee Verdisco es especialista líder de la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo.
Este post fue previamente publicado en La educación de calidad es posible
fabiola dice
Para cosechar sus beneficios al máximo, comience a hacer ejercicio desde joven y haga del ejercicio un hábito de toda la vida. Aproveche el mundial de fútbol para retomar el deporte desde el campo de juego, no solo a través de una pantalla.