La transformación digital de la salud requiere de una estrecha colaboración entre el personal de salud y el personal informático. Para esto, no es necesario que los médicos, además de conocer cómo funciona el cuerpo humano, sepan cómo curar los virus de sus computadoras: basta con que un grupo reducido de personas desarrollen un lenguaje y un entendimiento común sobre una serie de temas relacionados con la salud y el mundo informático. Y es clave que lo hagan: de este modo se posibilitan avances y soluciones que mejoran la vida de millones de personas, que de otro modo no serían posibles de alcanzar.
Colaboración entre salud e informática
En los últimos años, en la región se han creado muchas oportunidades para fortalecer el perfil del informático de salud, como los programas de maestría del Hospital Italiano, en Argentina, de la Universidad del Bosque, en Colombia, o de la Universidad de Chile.
Muchas de las experiencias más exitosas de implementaciones de salud digital vienen de colaboraciones entre especialistas en informática y personal de salud. Un ejemplo interesante nos lo da el Hospital Universitario Nacional de Seoul (SNUBH). Cuando este hospital se creó, en 2005, se conceptualizó como un hospital que nacería siendo 100% digital. Debido a problemas de comunicación entre los equipos de salud e informáticos, cuando se comenzó a desarrollar el software que habilitaría el funcionamiento del hospital se tomó una decisión ejecutiva que tuvo efectos importantes. Con el propósito de optimizar el valor agregado del sistema de Historia Clínica Electrónica (HCE), se crearon parejas compuestas por un médico y un informático. Cada una de ellas estaría a cargo de una tarea y debería acordar como implementar la solución informática. Finalmente, el hospital fue inaugurado en 2005 y fue el primer hospital fuera de Estados Unidos en lograr el nivel 7 de la Health Information Management System Society (HIMS). Puedes conocer más detalles de esta experiencia en el siguiente estudio de caso.
Desafíos para la colaboración entre informáticos y personal de salud
La colaboración entre estos dos perfiles puede ser difícil, ya que las culturas pueden ser muy distintas: en el mundo informático, una de las frases más conocidas es la de “moverse rápido y romper cosas”, del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. Es decir, se premia la innovación el prototipado y ajuste “ágil” y moverse antes que la competencia, incluso si los riesgos no están del todo bien calculados. Existen muchos ejemplos de lo que puede ir mal al adoptar esta cultura, por ejemplo, en el uso de inteligencia artificial, que ha llevado a nombres conocidos en la industria como Elon Musk a pedir incluso una pausa en el rápido avance en el uso de esta tecnología debido a su paso acelerado.
Por el contrario, en el mundo de la salud las cosas se mueven a otro ritmo: las innovaciones deben ser cuidadosamente probadas antes de ser incluidas en los protocolos de salud. “Romper cosas” puede resultar en dañar la salud o perder la vida de un paciente. Existen varias causas identificadas, entre las más importantes se encuentran por ejemplo que los profesionales de salud son muy abiertos entre círculos profesionales pero muy cerrados a gente externa, los hospitales suelen funcionar con reglas rígidas que son difíciles de cambiar rápidamente, la dificultad en medir beneficios y la dificultad en realizar pruebas controladas de baja escala.
Colaboración puesta en práctica: descubre el código
Como en muchos otros ámbitos, la pandemia de COVID-19 dejó a la vista el potencial de colaboración entre la tecnología y la salud. Se hizo uso por ejemplo de inteligencia artificial para diagnosticar la presencia del virus, el riesgo de deterioro y para el secuenciamiento del código genético del virus, incluyendo sus posibles variaciones con el uso de inteligencia artificial. El código es un mensajedifícil de descifrar sin el uso de tecnología, y gracias al trabajo conjunto hoy podemos leer el mensaje que se encuentra codificado en las cadenas de aminoácidos que componen, por ejemplo, el virus SARS-CoV-2, Wuhan-Hu-1.
Con este artículo queremos llamar la atención a la importante simbiosis que se da cuando el conocimiento sanitario logra una fluida dinámica de trabajo con la informática. Para esto hemos escondido un mensaje en el texto que, para ser resuelto, requiere una colaboración cercana entre estos dos perfiles.
Actualización: Durante 2 semanas mantuvimos abierto el concurso a través de un formulario donde se podían enviar la solución. Como ya tenemos a los ganadores (ver términos y condiciones aquí), a continuación les mostramos el paso a paso de la respuesta.
Paso 1. Este es el paso más fácil que casi todos acertaron. Las letras en negrita del párrafo 2 de este blog indican que uno debe “ver la pagina 7”. La página es la del documento que está en el enlace de ese mismo párrafo.
En la página 7 se puede observar una imagen muy particular que tiene 8 filas:
Paso 2. Esta imagen representa un código binario de caracteres ASCII.
Código binario
00110011 00110100 10110000 00110000 00110010 00100111 00110010 00110110 00101110 00110010 00100010 01001110 00100000 00110001 00110001 00111000 10110000 00110001 00110101 00100111 00110100 00111000 00101110 00110101 00100010 01010111
Si uno lo traduce manualmente, o con una herramienta en línea, obtiene el siguiente resultado:
3 | 4 | ° | 0 | 2 | ‘ | 2 | 6 | . | 2 | ‘’ | N | 1 | 1 | 8 | ° | 1 | 5 | ‘ | 4 | 8 | . | 5 | ‘’ | W |
o
34°02’26.2″N 118°15’48.5″W
Esto representa una latitud y longitud.
Paso 3. Si se pone la longitud y latitud en Google Maps se llega a esta imagen:
Paso 4. Sin embargo, en la página 7 del documento inicial existe otro elemento extraño. El gráfico tiene una fuente y esta fuente tiene en el número de página un signo de interrogación:
Si uno hace click en el enlace puede ver un segundo documento, y en la página 15 de este documento está la siguiente imagen:
El último párrafo del blog habla de que la solución se puede leer en las cadenas de aminoácidos de COVID-19. La imagen en la página 5 contiene una línea con el texto: orf1ab 25 71 59 71 50 42 39
Orf1ab si uno busca en internet corresponde a una sección del ADN de COVID-19. Esta sección como cualquier cadena de ADN está compuesta de aminoácidos. Cada aminoácido de esta cadena tiene una letra que le corresponde, por ejemplo, en el lugar 25 de la cadena está un aminoácido (ácido Aspártico) al que le corresponde la letra d, en el lugar 71 está un aminoácido al que le corresponde la letra i, etc.
Los códigos de los aminoácidos de la sección orf1ab de COVID-19 se pueden ver en un visor como este:
https://www.snapgene.com/plasmids/coronavirus_resources/SARS-CoV-2_(COVID-19)_Genome
Y el resultado final se lee:
25 | 71 | 59 | 71 | 50 | 42 | 39 |
d | i | g | i | t | a | l |
La respuesta final es la palabra “digital”.
¡Muchas gracias a todos los que participaron!
Juan Rodríguez Abad dice
Estimado Luis, de tu artículo resalto y reconfirmo (por propia experiencia), el siguiente texto: “…queremos llamar la atención a la importante simbiosis que se da cuando el conocimiento sanitario logra una fluida dinámica de trabajo con la informática”.
En un país como el Perú, donde aún no existe mucho personal de informática especializado en salud, a pesar de tener más de 2 décadas con proyectos de salud digital, esta simbiosis es muy relevante. En mi caso, siendo médico, por el año 2002 me incorporé al equipo de VOXIVA, una empresa privada especializada en servicios de software, que contaba con personal de informática general y otro colega médico. Desde el 2001, Voxiva había iniciado el desarrollo del proyecto ALERTA, una solución para vigilancia epidemiológica electrónica para un ámbito del Ministerio de Salud y otro de la Dirección de Salud de la Marina de Guerra del Perú. Nuestra participación como profesionales de salud, justamente sirvió exitosamente, tanto para que el personal técnico de Voxiva comprenda los procesos de salud, como para que el personal sanitario del ámbito del proyecto comprendiera las ventajas del uso de las TICs y pudiera utilizarlas, en un contexto de hace más de 20 años en el cual la expansión de las TICs no llegaba ni al 10% de lo que actualmente ocurre en el país.