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Por Daniel Flores Curiel.
Hay un debate abierto sobre salud, obesidad y la elección de alimentos y bebidas. En este blog le damos espacio a diferentes voces y recogemos diferentes opiniones. Esta columna es una contribución de Femsa.
El afamado economista liberal Milton Friedman decía con frecuencia que las políticas públicas debían ser evaluadas por sus resultados y no por sus intenciones. El impuesto especial a los refrescos que entró en vigor en el año 2014 en México se estableció con la intención de reducir la obesidad y los problemas de salud asociados con ella.
A diferencia de experiencias previas en otros países, el impuesto de $1 peso por litro en México es elevado pues representa más del 10% del precio. Aunque la intención de esta política sea noble, en su evaluación se tiene que establecer si realmente ha servido para reducir la obesidad y si los beneficios que pueda obtener en este renglón superan los costos que genera.
Existen buenas razones para sostener que el impuesto prácticamente no ha tenido impacto alguno sobre la obesidad en México. El impuesto ha tenido un efecto muy pequeño en el consumo medio de refrescos. En segundo lugar, el consumo de refrescos tiene un peso relativamente pequeño en la ingesta calórica media de los mexicanos. En tercer lugar, los individuos tienen una gran variedad de opciones para sustituir esa pequeña reducción en el consumo de refrescos con otros productos que pueden aportar incluso más calorías que los refrescos.
Uno de los trabajos que exploraba los posibles efectos del impuesto a los refrescos sugería que reduciría su consumo en 11.6%. Sin embargo, estudios posteriores a la implementación del impuesto en el país estiman que el consumo medio realmente se redujo solamente entre 3% y 6%. Así, se puede calcular que el consumo medio de refrescos diario por persona después del impuesto cayó en 12 mililitros. Es decir, el impuesto redujo en 6 calorías diarias la ingesta calórica correspondiente a los refrescos.
Para tener una idea del tamaño del efecto del impuesto en el consumo de refrescos, se puede comparar esta cifra con las 3,072 calorías diarias por persona que se consumen en México. Dado que el consumo de refrescos representa una fracción relativamente pequeña de la ingesta calórica media, en principio el impuesto a los refrescos solamente habría logrado reducir la ingesta media en 0.19%.
Sin embargo, el impacto final del impuesto puede ser todavía más bajo o incluso negativo pues los consumidores tienen muchas opciones para sustituir el consumo de refrescos con otros productos que incluso podrían aportar más calorías.
Por ello, no debe sorprender que los impuestos dirigidos a un conjunto pequeño de productos como los refrescos tengan un impacto pequeño e incluso ambiguo sobre el índice de masa corporal o la obesidad ya sea en los adolescentes o en la población en general. Más aún, hay poca evidencia de que impuestos más elevados, como el que ahora se propone en México, tengan efecto alguno sobre estas medidas de salud.
Ante la ambigüedad de los posibles beneficios del impuesto a los refrescos, uno no puede dejar de cuestionar si vale la pena que los ciudadanos, especialmente los más pobres, paguen un impuesto que realmente no resuelve los problemas de obesidad qué existen en el país.
Te invito a contestar la siguiente pregunta: ¿qué políticas públicas crees que ayudarían a reducir la obesidad sin afectar los ingresos de los ciudadanos?
Daniel Flores Curiel es Doctor y Maestro en economía por Rice University con especialidad en organización industrial. Licenciado en economía por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Actualmente es profesor/investigador en la Facultad de Economía de la UANL e investigador nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Sus líneas de investigación incluyen la organización industrial, la teoría de juegos, el desarrollo económico y la economía de la salud, entre otras.
Carlos Augusto Flores Espinoza dice
Disminuir por porcentajes el gasto en azucar y dejar en ventaja al stevia
WILLIAM JIMENEZ dice
ES INDUDABLE QUE AQUELLOS QUE PLANEARON LA IMPOSICIÓN DE ESE IMPUESTO ESTABAN BUSCANDO ALGÚN BENEFICIO QUE TODAVÍA NO LO HE PODIDO DETECTAR, SIN EMBARGO POR LOS RESULTADOS OBTENIDOS SE NOTA UNA IGNORANCIA O UNA INOCENCIA QUE RAYA EN LA NECEDAD. EL PUEBLO MEXICANO ES LAMENTABLEMENTE UN PUEBLO DE MUY BAJO NIVEL DE ALFABETIZACIÓN Y DE UN ACCESO A LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN TAMBIÉN MUY BAJO, LO QUE TRAE COMO CONSECUENCIA QUE LOS MENSAJES EDUCATIVOS ASÍ COMO LAS CAMPAÑAS EN ESE MISMO SENTIDO NO TENGAN TODA LA EFECTIVIDAD QUE CORRESPONDE. LOS IMPLEMENTADORES DE ESAS MEDIDAS DEBEN NECESARIAMENTE BUSCAR CONOCER MÁS SOBRE SU PUEBLO PARA QUE PUEDAN ENTENDER QUE MEDIDAS MÁS EFICIENTES APLICAR PARA EL CONTROL DE LA OBESIDAD. TODO ESTO ME RECUERDA A LA SOCIEDAD DE USA QUE TODOS LAS MEDIDAS Y CONTROLES SOCIALES E IMPOSITIVOS SE MIDEN EN LOS RESULTADOS FINANCIEROS MÁS NO EN LOS BENEFICIOS SOCIALES.
Dayan Crisín dice
Se debe dar una mirada atenta de dónde y quién tiene las estadísticas. Hay variables difíciles de medir en tan corto tiempo de implementación, y este es un paso esencial para poco a poco modificar conductas en la población. Algo parecido era el argumento de los precios de tabaco y hemos visto que si funciona, pero las tabacaleras trataban de desilusionarnos, debemos seguir luchando por estas medidas, los pequeños cambios hacen la diferencia ante no hacer nada y seguir permitiendo que nuestras poblaciones se envenenen progresivamente con sus productos.
Leonardo dice
Me parece que el análisis aportado por FEMSA evita discutir algunas partes de los resultados. No es correcto evaluar el impuesto a la bebidas azucaradas como una medida aislada pues hace parte de toda una estrategia para disminuir la obesidad y los riesgos que esta trae. Pues verse que el consumo de bebidas azucaradas ya traía una tendencia decreciente. La tasa de decrecimiento cayó a una velocidad mayor luego de imponerse el impuesto. Entonces el beneficio en salud es la suma del efecto de las campañas publicitarias, reformulación de productos, impuestos a las bebidas azucaradas, acceso a servicios de salud, mayor conciencia de los ciudadanos con respecto a su peso. Cada una de estas actividades suma una pequeña parte dentro del efecto de beneficio en salud, que por el hecho de ser pequeña no puede descartarse. El uso de aspirina en el manejo del evento coronario agudo tiene un efecto pequeño en la reducción de la tasa de mortalidad general, pero a nadie se le ocurre dejar de usarla porque su efecto es pequeño.
Es importante que los impuestos a las bebidas azucaradas se acompañen de medidas complementarias que eviten que las personas recurran a otras opciones que también tengan altos contenidos de azúcar. Pero ya hemos visto lo difícil que es lograr implementar un impuesto. Eso va a tomar tiempo. Lograr poner en la agenda la discusión de impuestos a otra bebidas va a encontrar muchos detractores y miles de barreras.
Me gustaría saber cuales son los efectos negativos de este impuesto. Si bien es cierto que son los hogares de menores ingresos los que más disminuyeron el consumo, sería aventurado decir que lo hicieron porque no podían soportar la carga tributaria. Si hubieran mantenido el consumo estaría efectivamente afectándose el ingreso familiar de manera regresiva. Pero no están dedicando su ingreso al consumo de bebidas azucaradas, así que ese ingreso se debe estar usando en algún otro bien de su preferencia. Con sed no creo que se estén quedando estos hogares.
Jose Moran dice
Políticas que incluyan el desarrollo de proyectos deportivos que incentiven la actividad física, si no hubiere respuesta se podrían crear incentivos para la población foco.
Pedro Cueva dice
Creo que la medida necesita un poco más de tiempo para que se puedan notar los resultados a largo plazo, así como ocurre con el incremento de los impuestos sobre el tabaco (o las leyes antitabaco), en países como es el caso de España.
En los primeros meses la caída de consumo no es elevada, incluso no llega a notarse, puesto que la elasticidad-precio del producto es Baja en el corto plazo. Con ello quiero decir que ante un incremento en los precios el consumidor apenas dejará de consumir proporcionalmente a ese incremento de precios, puesto que debe pasar un tiempo para que se pueda “desenganchar” de consumir ese producto que era habitualmente consumido. Conlleva un tiempo de adaptación para dejar de consumir el producto y reaccionar en la misma medida que suben los precios de los refrescos.
¿Sabemos el sustitutivo? De momento parece que no, por lo que pueden tomar algo más prejudicial que el refresco, con más calorías, o simplemente beben agua o jugos naturales…
Mi pregunta sobre estas medidas es, ¿se ha medido el incremento real de precios de los refrescos sobre el consumidor? Si el incremento de un peso sobre la bebida en impuestos lo asimila el productor en su mayoría entonces puede deberse a eso la poca efectividad de la medida.
Otra pregunta, ¿a qué se dedican estos impuestos recaudados? Creo que un buen destino sería encauzarlos hacia programas de concienciación sobre los hábitos de consumo saludables. Esto podría ayudar a potenciar el consumo responsable de refrescos azucarados y de otros hábitos alimenticios.
A pesar del corto alcance de la medida en este tiempo creo que es una gran iniciativa para que la población mexicana mejore sus condiciones de salud. Creo que en un par de años se podrá evaluar mucho mejor el resultado de esta política. Y quién sabe, quizás se pueda llevar a otros países el ejemplo
Roxana Usaga Carrasquilla dice
Mayor inversión en educación parar el hogar (clases de cocina como parte del curriculum estudiantil de primaria y secundaria) al igual que la educación física a diario (DEPORTE en horas escolares con motivación de becas deportivas).
Parques o centros recreativos públicos.
juan dice
si este impuesto es para disminuir la obesidad es algo incorrecto sino primero se tiene que hacer conciencia a la población que debe de consumir con medida para evitar el incremento de la obesidad si es cierto la ley ayuda pero no hace conciencia el impuesto genera para el estado pero no resuelven problema de la enfermedad
Salvador Hernandez dice
Todo impuesto conlleva discusión y en México donde los impuestos no son visiblemente utilizados y transparentes, aumenta la poca credibilidad sobre la efectividad de estes impuesto en específico, si recordamos en qué se utilizarían (en bebederos) no se ha visto avance. Defender las bebidas azucaradas como lo hace FEMSA es comprensible pero no creíble porque el incremento de los casos de obesidad se ha dado a partir de la comercialización y mercadotecnia agresiva de estas bebidas.
La población de bajos recursos no tiene accesibilidad al agua potable y bebible, mientras que en cualquier tienda del lugar más alejado se encuentran bebidas azucaradas que sí ayudan a disminuir el hambre que arrastra la pobre dieta del día del trabajador promedio. Más allá de un impuesto se necesitan otras acciones.
Norma Piña dice
Yo noté que Femsa en México elevó los precios en los refrescos pero, Red Cola dió un precio mucho menor y ganó mercado, en sí no creo que esta política haya dado resultados para abatir la obesidad, más bien se logró una mayor captación de ingresos por impuestos por este concepto.
Yo creo que los parques públicos para ejercitarse serían una mejor opción para combatir la obesidad pero se tendría que poner a un policía en cada parque porque la delincuencia y venta de drogas es demasiada en los parques. También se deben hacer anuncios y programas en la TV que fomenten la buena alimentación, dando recetas o haciendo concursos.
Ana M. dice
Estos impuestos son discriminatorios contra las bebidas y el azúcar y se olvidan de otras fuentes de calorías. No sirven ni servirán ya que parten de la falsedad de culpar a una bebida de todos los males y lo peor es que mucha gente se está enriqueciendo haciendo estudios y promoviendo estas medidas y sin importar si sirven o no de esta agenda es que viven.
Luis Manuel Encarnación dice
Desde México se ha analizado el impacto del impuesto a las bebidas azucaradas, y desde la perspectiva de los sectores sociales, académicos e institutos de salud (basados en evidencia científica real y sin conflicto de interés) hemos señalado el impacto positivo que ha tenido este impuesto en la reducción del consumo de bebidas azucaradas (de 6% en 2014 y de 8% en 2015), como lo señala el estudio del Instituto Nacional de Salud Pública. Aquí dos links de referencia:
https://www.insp.mx/epppo/blog/3949-impuesto-bebidas-azucaradas-mx.html
https://www.insp.mx/epppo/blog/4043-compra-venta-bebidas-azucaradas.html
Dado que este blog es plural, desde la sociedad civil mexicana que ha impulsado el impuesto desde hace varios años, quisiéramos un espacio de réplica para exponer nuestros argumentos. Aquí pueden encontrar algunos:
http://www.eluniversal.com.mx/blogs/alianza-por-la-salud-alimentaria/2016/07/19/el-debate-detras-del-aumento-al-impuesto-al
Saludos,
Luis Manuel Encarnación, Coordinador de la Coalición ContraPESO
Ana M. dice
Creo que quien mas conflicto de interés tiene es el INSP – ellos planearon el impuesto y ahora lo defienden es decir son juez y parte… lo mismo pasa con un autor Popkins planteó su hipotesis y ahora mide su propuesta … ese es el mayor conflicto de interés.
Walter Edgardo dice
Los impactos en la salud, diabetes, etc., en toda una población, redundan grandemente en los presupuestos inalcanzables de sistemas de salud públicos y privados, daños a la familias, daños a tiempo, a empleos, y pocos impuestos, en su comparación, jamás se van a equiparar.
Luz Maria Aguilar dice
Pienso que esa política pública por si sola no resolvería ni siquiera al nivel mínimo la obesidad , solo empobrecería mas al consumidor que por las evidencias ya tiene hábitos que son los que se deben intervenir, se deberá trabajar en el cambio de comportamiento en todos los niveles que este representa y concluir cuáles serían las políticas públicas que puedan ser catalizadoras en la lucha contra la obesidad y el sobre peso.
Myriam Avila dice
Competencias deportivas intercolegiales en todos los niveles educativos incluyendo entre el puntaje a acumular peso ideal alcanzado en el equipo de atletas durante las competencias, de manera que sean incluidos los niños con obesidad o propensos a ella y no sean discriminados por su falta de ritmo atlético.
Juan Ledezma A. dice
FEMSA,es la empresa que vende bebidas azucaradas, puede pagar publicidad, investigaciones, cabildeos legislativos y asociarse con otras empresas en México para generar la percepción de que el impuesto es recaudatorio, que la política pública es negativa para los sectores más pobres y que no cumple los fines PARAFISCALES como disminuir el consumo, el sobrepeso y problemas de diabetes.
Al final la ciencia, las matemáticas, la medicina y las políticas preventivas se utilizan por los grupos de interés para que la libre empresa pague menos impuestos.
Los resultados de la disminución del consumo pueden tener un impacto medible en una generación y hasta entonces se podría estimar cual fué la contribución del impuesto a este fin.
Simón Barquera dice
Una vez mas escuchamos opinar sobre salud a un actor con un conflicto de intereses claro en el debate (refresqueras diciendo que el impuesto al refresco no funciona). La evidencia sobre los beneficios a la salud de reducir el consumo de refrescos es abrumante, por ello hay consenso entre los especialistas, los grupos académicos internacionales y entre las agencias de salud como OPS, OMS, etc.
El impuesto al refresco funciona como una medida que reduce su consumo en México. Esto ya se demostró en una de las mejores revistas médicas del mundo. La evidencia que FEMSA aporta son sus reportes internos. De acuerdo con las evaluaciones, se están consumiendo en México alrededor de 110,000 kilos menos de azúcar diariamente en bebidas. El que no vean exitosa una medida para prevenir la diabetes como esta, habla de la poca comprensión sobre salud pública o sobre un franco conflicto de intereses que no les permite aceptar los hechos.
Esto es equivalente a ver a tabacaleras afirmando que el impuesto a los cigarrillos no funciona… ¿quien les va a creer?
Guillermo Paraje dice
El breve artículo publicado en este blog por el Prof. Flores Curiel es provocativo aunque inexacto, tendencioso y con serias deficiencias conceptuales. La primera de ellas tiene que ver con el concepto de costo-efectividad, que el Prof. Flores Curiel propone como elemento de análisis pero que luego ignora. Así, establece que el impuesto a los refrescos habría tenido una baja efectividad en reducir las calorías (“funda” esta afirmación en una lectura parcial de la evidencia existente para México y a nivel internacional) pero no dice nada de los costos en la implementación de esta política. En el caso de México, como en la mayoría de los países que los aplican, los impuestos correctivos (al tabaco, al alcohol, a las bebidas azucaradas) poseen costos de implementación relativamente bajos por lo que prácticamente cualquier efecto que produzcan sobre la salud los transforma en muy costo-efectivos.
La presentación que hace el Prof. Flores Curiel sobre la efectividad de los impuestos a los refrescos en México es inexacta. Afirma que estos impuestos sólo redujeron entre un 3% y un 6% el consumo de refrescos, citando un artículo que demuestra que la tasa de reducción en el consumo de estos bienes aumenta a medida que pasan los meses (lo que es consistente con la teoría económica) y que llega al 12% al final del primer año (http://www.bmj.com/content/352/bmj.h6704). Este artículo también demuestra que la reducción es mayor en los hogares de menores ingresos (también consistente con la teoría económica), que probablemente son aquellos que tienen mayores costos financieros al enfrentar las enfermedades asociadas al consumo de estos bienes. No debe olvidarse que los refrescos no tienen valor nutricional alguno por lo que las calorías ingeridas sólo tienen efectos nocivos y que estudios comprehensivos de carga de enfermedad realizados recientemente indican que en México el 12.1% de las muertes totales en personas sobre los 20 años puede ser atribuido directamente al consumo de refrescos (http://circ.ahajournals.org/content/early/2015/06/25/CIRCULATIONAHA.114.010636).
El segundo error conceptual del Prof. Flores Curiel es tomar como patrón de análisis del impuesto lo que sucede con el mexicano promedio. Lamentablemente, es en los extremos de la distribución donde los daños a la salud son mayores, donde la potencial efectividad del impuesto es superior y donde los efectos sanitarios son mayores.
Es tendencioso presentar al impuesto a los refrescos como la política que debe bajar la obesidad en México (cuando esto debiera ser buscado por un conjunto de políticas entra las cuales el impuesto es una de ellas), así como pretender medir cambios en la obesidad cuando ha pasado tan poco tiempo desde la implementación del mismo.
Es tendenciosa la selección de los artículos (y, como se señaló antes, es equivocado el reporte que se hace de algunos resultados) que se ofrecen como evidencia ya que se ignoran las varias revisiones sistemáticas que muestran el impacto que tiene el consumo de refrescos sobre la salud y el impacto de los impuestos sobre su consumo (http://ajph.aphapublications.org/doi/abs/10.2105/AJPH.2005.083782; https://bmcpublichealth.biomedcentral.com/articles/10.1186/1471-2458-13-1072).
Es igualmente tendenciosa e inconducente la pregunta final que asume que este impuesto reduce el ingreso de los ciudadanos. Podría plantearse que este impuesto aumenta el ingreso disponible presente y futuro de los ciudadanos al disminuir la prevalencia de enfermedades costosas. El Prof. Flores Curiel ignora así el conocimiento más elemental acerca de los impuestos correctivos como este: hacer visible a consumidores y productores todos los efectos (en este caso los negativos sobre la salud) que el consumo de estos bienes tienen.
Si el Prof. Flores Curiel cree de verdad que el impuesto a los refrescos ha sido insuficiente en México para bajar la obesidad debiera proponer un aumento mayor en el mismo y campañas públicas más agresivas para reducir el consumo de refrescos.
Guillermo Paraje, Doctor y Maestro en Economía por la University of Cambridge. Profesor Titular de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, Chile. Miembro de la Coalición Latinoamérica Saludable (CLAS).