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Por Julia Johannsen.
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Entre los futuros padres, la doula— palabra cuya raíz se remite al griego moderno y significa “mujer sierva” o “sierva de mujeres” — está cada vez más de moda. ¿Quién es y a qué se debe su popularidad? La doula es quien proporciona el apoyo y los conocimientos necesarios para convertir el parto en una experiencia personalizada y enriquecedora. En muchos países, llena un vacío que los servicios de maternidad tradicionales no pueden llenar.
No en vano, para Margarita Anderson esta es “la profesión más increíble y gratificante del mundo”. Y es que ser doula es para tomarse en serio: su entrenamiento la certifica para el acompañamiento de partos y la capacita para brindar información adecuada durante el embarazo, el parto y el postparto. Además, provee apoyo físico y emocional en todas estas etapas, tanto a las madres como a sus familias. Aunque no son exactamente profesionales de la salud y no están capacitadas ni autorizadas para tomar decisiones médicas o para realizar procedimientos clínicos, su papel complementa al del personal sanitario durante el trabajo de parto y tiene innegables efectos beneficiosos para las madres y sus bebés.
¿Popularizando nuevas tendencias o redescubriendo antiguas prácticas?
Históricamente, las mujeres han dado a luz en compañía de otras mujeres experimentadas de su familia o comunidad. Esta costumbre, a cargo de las llamadas parteras tradicionales o comadronas, sigue siendo habitual en muchas poblaciones indígenas de América Latina y de otras partes del mundo. Las altas tasas de mortalidad materna y neonatal que persisten entre estas poblaciones han sido atribuidas en ocasiones a lo que se considera un apoyo informal por parte de estas personas. En realidad, suelen ser consecuencia de la exclusión económica y social y de la ausencia de condiciones de higiene adecuadas, personal médico cercano o acceso a servicios de emergencia que puedan prevenir o aminorar posibles complicaciones.
En aquellos países o comunidades donde las mujeres dan a luz en hospitales, centros de salud, casas de maternidad o en su propia casa con los convenientes servicios de emergencia, el apoyo continuo es proporcionado, generalmente, por mujeres que ejercen de matronas, licenciadas en obstetricia, doulas o incluso parteras tradicionales. Las doulas, comadronas y parteras tradicionales, a diferencia de las matronas y licenciadas de obstetricia, no son médicos generales ni especialistas, pero están capacitadas o formadas para atender partos. Y en todos los casos, llevan adelante su misión de tranquilizar y asegurar, con su experiencia y servicio, la mejor experiencia posible en el camino a la maternidad.
La práctica de recurrir a las doulas se originó en Estados Unidos y se ha extendido hacia América Latina, principalmente en respuesta a la necesidad de contar con apoyo continuo, no necesariamente médico, pero que provenga de una persona experimentada. Esto se debe a que la asistencia clínica básica en países como Ecuador y Bolivia está a cargo de los profesionales de la enfermería y el parto, por lo general, es atendido por especialistas médicos que han estado poco presentes en las fases previas a ese momento.
La situación difiere en la Unión Europea y en algunos países latinoamericanos como Chile o Perú, donde el sistema público sanitario establece a las matronas como principal fuente de atención para los partos vaginales sin complicaciones, debido a sus credenciales como profesionales de la salud especializados en embarazo, parto, postparto, salud reproductiva y cuidados del recién nacido. Los especialistas médicos, como los gineco-obstetras o perinatólogos, solo intervienen en el caso de complicaciones o ante la necesidad de realizar una cesárea.
El papel fundamental de las doulas
Durante el embarazo, las doulas proveen información pertinente, ayudan a clarificar el papel de la pareja en el parto y reducir el temor al dolor físico, comparten técnicas no médicas para mitigarlo y facilitan cuestiones logísticas tan básicas como indicar a las futuras madres qué debe contener su maleta a la hora de salir al hospital. Durante la fase de dilatación y en el parto, proporcionan soporte emocional con su presencia constante y palabras de ánimo, además de ofrecer información concreta sobre lo que está sucediendo y lo que va a pasar a continuación.
También alivian físicamente a las madres con técnicas de masajes, baños calientes, indicando posiciones más confortables y fomentando la movilidad. Tras el nacimiento, frecuentemente facilitan la creación de vínculos de apego entre padres y recién nacidos, ayudan en el inicio de la lactancia y ofrecen recomendaciones y consejos prácticos para el cuidado del bebé una vez en casa. Su rol, por ende, puede tener efectos significativos para contribuir a un parto saludable, sin reemplazar otros elementos que aseguren un parto seguro.
¿Es una opción factible?
En la mayoría de la región, el servicio de la doula se considera un gasto privado y su presencia puede no ser aprobada por los hospitales, tanto públicos como privados. En Ecuador, donde Margarita ejerce su profesión, las doulas pueden cobrar 50 dólares por sesión pre y postnatal y hasta 250 dólares por el parto propiamente dicho, sumando un total de 500 dólares. En Estados Unidos, estos servicios no suelen estar comprendidos en los paquetes hospitalarios y los costes pueden oscilar entre los 500 y los 3.500 dólares.
La falta de respaldo social y legislativo en algunos países contrasta con la evidencia científica que demuestra los efectos beneficiosos del apoyo continuo a la mujer, que incluyen una mayor tendencia a partos espontáneos, es decir, por vía vaginal sin necesidad de ventosas, fórceps o cesáreas. Las mujeres que reciben apoyo continuo, además, tienden a usar menos medicación, a tener partos más cortos y a considerar su experiencia como más positiva.
En estos casos, sus bebés suelen ser menos propensos a tener índices bajos en los tests de Apgar de los 5 minutos, y la calidad, resultados y experiencia de cuidado de un hecho tan único, en su totalidad, mejora. Aunque cada caso varía y es crítico apoyarse sobre doulas debidamente capacitadas, vale la pena plantearse esta opción como un elemento de apoyo continuo en el camino hacia la maternidad.
¿Considerarías recurrir a las doulas para acompañar tu parto? ¿Cuál ha sido tu experiencia con acompañantes durante el parto y embarazo? ¿Son una opción en tu país? Cuéntanos en la sección de comentarios o escríbenos a @BIDgente en Twitter.
Julia Johannsen es especialista sénior en protección social en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo en Ecuador.
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