por Julia Johannsen y Christian Lünstedt.
El responsable técnico mira boquiabierto al constructor que supervisa la obra “¿Y qué hace esta hamaca colgada aquí?” El misterio de la argolla y la hamaca fue uno de los temas que el supervisor nunca había entendido al igual que otras rarezas que no había visto antes en la remodelación de un centro de salud.
¿Una casita familiar con habitaciones, baño y cocina como parte del centro de salud? Y sobre todo esa argolla solitaria en el techo. Finalmente el supervisor explica: “Cuando pidieron la argolla, y dado que tantas cosas salen de lo común en esta obra, concluimos que tenía que ser para una hamaca, y que la omisión de la segunda argolla era un error. Así que les colocamos la segunda argolla y decidimos regalarles de una vez la hamaca”. No pude retener la risa.
El responsable técnico nos transmite con su mirada resignada el sufrimiento por las mil dificultades que enfrentó al especificar los lineamientos de adecuación cultural y otras novedades de la política de Salud Familiar Comunitaria Intercultural (SAFCI) en Bolivia.
Los “Lineamientos Estratégicos de Medicina Tradicional e Interculturalidad en Salud” del Ministerio de Salud en Bolivia (2012) definen el concepto de la interculturalidad de la política SAFCI de la siguiente manera: “Se reconocen, aceptan y respetan los saberes, sentires, conocimientos y prácticas de los pueblos y naciones indígenas originario campesinos y afrobolivianos, en el marco del pluralismo en salud. Implica una interacción dinámica entre culturas“.
La adecuación cultural, que se define a través de la modificación y adaptación de los servicios a prácticas culturales variadas, forma parte de este concepto aunque “por sí misma no garantiza la salud intercultural”. “Se puede citar, entre otros, el uso de idiomas nativos y el respeto de las prácticas culturales de atención del embarazo y del parto, así como de nutrición y alimentación”. Estas prácticas pueden incluir “el parto vertical, el corte tardío del cordón umbilical, el acompañamiento de familiares y el apoyo afectivo de la mujer en el momento del parto, la hidratación y la alimentación durante y después del parto y la temperatura, así como la abstinencia de prácticas invasivas o dolorosas innecesarias.

¿Entonces para qué servirían todas esas “singularidades” que tanto llamaron la atención del constructor?
- La argolla estaba prevista para colgar una soga vertical encima de un colchón lavable: parto vertical en acercamiento a la tradición de la población indígena originaria.
- La “casita familiar” al lado del establecimiento de salud es una casa materna. Ahí puede llegar la mujer embarazada días antes del parto y esperar con su familia, mascotas, alimentos y lo que necesite para estar cómoda. Así se quiere reducir la tasa del parto domiciliario, asegurando que ella pueda usar la sala intercultural de parto del centro y contar con servicios médicos de emergencia en caso de presentarse alguna complicación obstétrica.
Una de las lecciones más importantes que hemos aprendido durante el proceso es que se debe ofrecer capacitaciones sobre el diseño funcional de salas de parto interculturales y casas maternas no solamente a los arquitectos e ingenieros responsables de los diseños de pre-inversión y al personal de la unidad ejecutora del gobierno central, sino también a las empresas constructoras, supervisoras de obra, fiscalizadores regionales y personal local de salud durante todo el proceso, para evitar malentendidos como la implementación de hamacas y azulejos fríos en salas de parto adecuadas a las necesidades culturales.
Eso es solo una de las tantas anécdotas y lecciones de la construcción y remodelación de establecimientos del primer nivel de atención con adecuación cultural en el área rural de Bolivia, financiadas por los programas de “Apoyo al Plan de Erradicación de Extrema Pobreza (PEEP) – Fase 1” y “Comunidades en Acción”.

La política SAFCI y los lineamientos de interculturalidad respiran reforma verdadera en el sector salud boliviano. El reto es su implementación en la práctica, sobre todo porque el enfoque es amplio, los objetivos generales y el aterrizaje operativo escaso.
Bolivia adoptó algunas variaciones en la implementación de la adaptación cultural con respecto a otros países de la región. Mientras Perú se limitó a implementar un solo aspecto de su medicina tradicional, el parto vertical, de manera obligatoria, normada y a gran escala en el país, Bolivia opta por un concepto integral, diferenciado y complejo.
El avance concreto en la adecuación cultural desde 2012 ha sido lento. Aún queda mucho por hacer en lo que se refiere al componente humano, la formación y cambio de mentalidad del personal, el buen trato del paciente indígena, y la calidad y capacidad resolutiva del servicio en el primer nivel de atención. Y como bien sabemos, más que el cemento, serán la calidad y calidez del servicio los que influirán en la preferencia de la mujer para tener el parto en su casa o en un establecimiento de salud.
¿Es necesaria la adaptación cultural de los sistemas de salud en tu comunidad? ¿Cómo lo hacen? Cuéntanos en la sección de comentarios abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.
Julia Johannsen fue especialista sénior en protección social en las oficinas del BID en Bolivia por 5 años y hoy desempeña esa función en Ecuador.
Christian Lünstedt es analista de operaciones en las oficinas del BID en Bolivia.
Me parece una excelente forma de implementar la adecuación cultural en los servicios de salud, agradecería si tienen mas información sobre esta temática, ya que estamos trabajando en propuestas para la adecuación cultural en los servicios de consejería en salud sexual y salud reproductiva para adolescentes y jóvenes indígenas y afrobolivianos que viven en contexto urbano