En solo 10 años, se duplicó la cantidad de niñas y niños migrantes de entre 0 y 5 años en América Latina y el Caribe, creciendo de 500.000 en 2010 a 1.200.000 en 2020. En simultáneo, la cantidad de niñas y niños en tránsito, por ejemplo, atravesando la Selva del Darién que separa Colombia y Panamá aumentó de 522 en 2018 a más de 113.000 en 2023. A ellos hay que sumar a los más de 750.000 mil niños que se estima nacieron de padres migrantes en sus países de destino y hasta un 25% de los niños de algunos países en la región que crecen en sus países de origen separados de alguno o ambos padres por haber migrado.
La migración impacta significativamente el desarrollo en la primera infancia, presentando tanto oportunidades como desafíos. Y lo hace de distinta forma en las niñas y los niños que crecer en un país distinto del de su nacimiento, en aquellos que crecen separados de uno o ambos padres porque han migrado y en aquellos que se desplazan entre países o que nacen en los países de destino de sus padres.
La publicación “Crecer en movimiento: desafíos y oportunidades para la niñez migrante” de la División de Protección Social y Salud y la Unidad de Migración del Banco Interamericano de Desarrollo analiza la relación entre migración y primera infancia y propone algunas estrategias para apoyar a las niñas y a los niños que crecen en contextos de movilidad humana.
Los impactos de la migración en la primera infancia
Impactos de la migración en las niñas y los niños no migrantes
Los niños que se quedan atrás cuando sus padres migran enfrentan una serie de desafíos y beneficios. Aunque el aumento del ingreso familiar a través de remesas puede tener efectos positivos en salud, mejorar la nutrición y reducir la mortalidad infantil, la ausencia de los padres puede afectar negativamente el desarrollo emocional y cognitivo de los niños. Estos efectos contrapuestos son parte de la razón detrás de los efectos mixtos que la literatura que estudia el efecto de la migración en la salud y el desarrollo infantil temprano.
Las diferencias en los efectos encontrados también pueden estar relacionadas con la duración y el tipo de migración (interna vs. internacional). Además, hay diferencias dependiendo de qué integrante del hogar migre. Por ejemplo, aunque el desarrollo cognitivo de los niños tiende a verse afectado negativamente por la migración de cualquier integrante del hogar, el efecto negativo es particularmente pronunciado cuando quien migra es la madre. Sin embargo, aún en estos casos, separaciones breves combinadas con actividades de estimulación pueden mitigar los efectos adversos.
Impactos de la migración en los niños migrantes
Los niños que migran junto con sus familias enfrentan un conjunto de desafíos relacionados con el desplazamiento y la adaptación a nuevos entornos. La falta de estímulos adecuados durante el viaje y el estrés asociado con la migración pueden afectar su desarrollo cognitivo y socioemocional. Además, los riesgos y traumas experimentados durante el proceso migratorio pueden tener efectos duraderos en su salud mental y bienestar general. Aunque la evidencia sobre los impactos de la migración sobre este grupo de niños migrantes es limitada, es crucial proporcionar apoyo psicosocial y programas educativos que se ajusten a sus circunstancias para ayudarles a superar los obstáculos y alcanzar su máximo potencial.
Impactos de la migración en los niños nacidos en el país de destino
Los niños nacidos en el país de destino de padres migrantes enfrentan una mezcla de oportunidades y desafíos. Por un lado, crecer en un entorno con mejores oportunidades económicas en comparación con el país de origen de sus padres puede tener efectos positivos en su desarrollo. Sin embargo, estos niños frecuentemente encuentran dificultades para acceder a servicios de salud y educación, especialmente si carecen de estatus migratorio regular. Esta situación genera un estrés considerable, afectando tanto a las mujeres migrantes embarazadas como a la salud de sus hijos.
A pesar de los obstáculos, los estudios sugieren que, aunque los niños migrantes de segunda generación suelen tener un rendimiento cognitivo inferior en pruebas debido a barreras lingüísticas, a menudo demuestran habilidades socioemocionales superiores, como atención enfocada y autocontrol, en comparación con sus pares nativos. Esta capacidad de adaptación y resiliencia es una fortaleza que puede ser potenciada mediante políticas y programas que aseguren su acceso a servicios esenciales y que apoyen su integración y desarrollo integral.
Una oportunidad para la niñez migrante
En resumen, aunque la migración puede proporcionar beneficios económicos que mejoran ciertos aspectos del desarrollo en la primera infancia, también plantea riesgos significativos para el bienestar emocional, cognitivo y socioemocional de los niños pequeños. Abordar estos desafíos requiere políticas y sistemas de apoyo integrales adaptados a las necesidades únicas de los niños migrantes y sus familias. Los gobiernos y las organizaciones deben trabajar juntos para crear entornos que apoyen el desarrollo saludable de todos los niños, independientemente de su estatus migratorio.
Descarga la publicación “Crecer en movimiento: desafíos y oportunidades para la niñez migrante” para conocer más sobre la relación entre migración y primera infancia las estrategias para apoyar a las niñas y los niños que crecen atravesados por contextos de movilidad humana.
Leave a Reply