Cada día estamos más conectados. Facebook, Twitter, WhatsApp y otras aplicaciones forman parte de la vida cotidiana, nos permiten intercambiar experiencias, acercarnos y mantenernos informados.
Pero también existe una conexión que no forma parte del mundo virtual, sino de una realidad más física. Se trata de la conectividad que une a los países a través de puentes, autopistas y redes de energía que llevan electricidad a millones de hogares y mejoran sus vidas.
A diferencia de las redes sociales que atraen de un día para otro miles de usuarios, la conectividad física se construye con tiempo, destreza, planificación, trabajo en equipo, voluntad política y, sobretodo, grandes inversiones.
Un ejemplo es la extensa frontera entre Ecuador y Perú, que fue una zona de conflicto por décadas. Cuando se firmaron los acuerdos de paz, se suscribió un Plan Binacional de desarrollo para crear una red de interconexión terrestre entre ambos países.
Así surgió el nuevo puente entre las ciudades de Huaquillas (Ecuador) y Aguas Verdes (Perú), que no solo permite mejorar el tránsito de operadores turísticos, el transporte y reducir el intercambio informal, sino que se ha convertido en un verdadero símbolo de paz entre ambas naciones.
Como pueden ver, es difícil, pero no imposible. Desde el año 2000 los países de América del Sur trabajan juntos para estar mejor conectados y más integrados. Por primera vez los gobiernos de la región se sientan en la misma mesa para planificar e implementar las obras de infraestructura esenciales para la integración.
Pero, ¿por dónde empezar? Organizamos el territorio en Ejes de Integración y Desarrollo que trascienden las fronteras y tienen características similares. Las obras prioritarias de cada Eje conforman la Cartera de Proyectos de Infraestructura de Integración, un portafolio que hoy cuenta con 593 proyectos de energía, comunicaciones y transporte por una inversión estimada de 182.000 millones de dólares.
Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (COSIPLAN-IIRSA)
A esta tarea está abocada la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (COSIPLAN-IIRSA), en el marco de la UNASUR, que cuenta con el apoyo técnico y financiero de BID, CAF y FONPLATA. El Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) coordina la labor de estas tres instituciones y facilita la ejecución de los planes de trabajo.
La inversión conjunta en infraestructura es uno de los elementos que contribuye a achicar la brecha de desigualdad y promover un desarrollo con inclusión.
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay coordinaron esfuerzos para poner en marcha una red de transporte multimodal, conformada por carreteras, hidrovías y ferrocarriles de carga, entre otras obras. Un proyecto que nunca hubiera podido realizarse sin la cooperación mutua y la sumatoria de esfuerzos, y que ahora acompaña el crecimiento del intercambio comercial en la región.
Lo mismo ocurre con los 26 pasos de frontera que Chile y Argentina priorizaron a lo largo de la Cordillera de los Andes. Trabajos de suma complejidad que amplían las alternativas de conexión y profundizan el vínculo social, cultural y económico entre ambos países.
Ninguno de estos logros sería posible sin el compromiso de los funcionarios de planificación y obras públicas, y de muchas otras áreas de gobierno, que trabajaron en conjunto para fortalecer el hardware de la integración, el andamiaje sobre el cuál se edificará el desarrollo regional.
Esta integración física es uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la unidad suramericana y es el legado de nuestros próceres, mirar América del Sur como un territorio único, más allá de las fronteras, construyendo bases sólidas para que cada día estemos más cerca.
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