El puerto en América Latina, en general, responde todavía al modelo industrial típico de las terminales marítimas de la interfase de mar-tierra, solo enfocado en la gestión de concesiones e infraestructura propia. En los casos más adelantados, se suma el papel de centro de transporte y distribución.
Pero hoy, para ser un verdadero instrumento vital de integración y comercio, debería navegar hacia un modelo más abierto, como un gran prestador de servicios al conjunto del sector privado, sin descuidar su tradicional papel como facilitador de infraestructura de transporte e intercambio modal marítimo.
En un mundo de transformaciones incesantes, asociadas a la Cuarta Revolución Industrial, una terminal portuaria, además de cumplir con su función estratégica en todo lo que implica el intercambio de bienes y servicios, debería incluir una nueva capacidad como supone su transformación en un ecosistema de innovación, una condición determinante para el crecimiento, la competitividad y el desarrollo económico.
Consciente de los cambios que ocurren en un sector tan dinámico, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) abordó este tema en un estudio reciente titulado “Ecosistema de Innovación en Puertos. Benchmarking internacional y recomendaciones para el desarrollo de América Latina”, importante en sí mismo y por el mérito de escudriñar un asunto todavía novedoso en la academia, incluso a nivel de expertos en gestión portuaria.
El informe del BID destaca varios factores clave que ayudan a crear un ecosistema de innovación portuaria: disponer de una visión estratégica; instituir una coordinación eficiente entre los diversos participantes del mundo portuario (operadores portuarios, empresas de transporte, autoridades portuarias y proveedores de servicios); promover una cultura de colaboración; y la apertura a la innovación. En ese contexto, la administración del puerto se convierte en un actor clave de la innovación tanto desde el punto de vista de la gobernanza como de la demanda.
El trabajo muestra el salto del puerto de 1ª generación, con el horizonte únicamente en el recinto portuario, al de 5ª generación, que además de utilizar tecnologías emergentes, por ejemplo, Internet de las Cosas, Big Data y Blockchain, y aprovechar las técnicas de aprendizaje automático y la inteligencia artificial, incorpora un modelo novedoso de gestión abierta, más favorable a la innovación y, por tanto, de mejores condiciones para acrecentar la gestión virtuosa en términos de eficiencia, sostenibilidad y resiliencia.
Una innovación, aliada del medio ambiente, que mediante servicios con base al conocimiento podría contribuir a la reducción de la huella de carbono de la actividad marítima.
El aporte de la 5.a generación se observa en los procedimientos de logística colaborativa, ambiente E-logistics Network y espacios de relaciones entre operadores, muestra el documento del BID.
Un nuevo paradigma portuario, fundamentado en que los proyectos de innovación no pueden prosperar a través de acciones aisladas de corporaciones individuales. Requiere del involucramiento de empresas, universidades, emprendedores, inversionistas, gobierno y de potenciales interesados.
Una gestión abierta que provoca una sinergia entre los agentes, por un lado, y los actores que nacen de las relaciones o interdependencias con aquellos, por otro, todos protagonistas de una conversación en torno a la toma de riesgos, la regulación y la cooperación.
El trabajo da cuenta de experiencias exitosas de planes estratégicos que incluyen en sus ecosistemas de innovación aceleradoras de startups, fondos específicos de inversión, espacios para el desarrollo de equipos y productos que simulan entornos variables y formación específica en tecnologías emergentes, entre otras estructuras de soporte.
A infraestructuras pensadas como laboratorio o incubadora/aceleradora, deben sumarse las conexiones entre ecosistemas globales para la trasferencia de conocimientos. Y un aspecto no menor: la instauración de una rutina de seguimiento de los resultados, análisis cuidadoso de los indicadores portuarios y de los posibles impactos del ambiente de transformación.
En ese sentido, se recogen los casos exitosos de los puertos de Rotterdam, Valencia y Singapur, aunque también existen otros ejemplos interesantes en el mundo.
América Latina no está ajena a esta modernización portuaria. Las terminales de Bahía Blanca (Argentina), Cartagena (Colombia) o las ubicadas en Itaquí y Santos (Brasil) dejan lecciones inspiradoras acerca de cómo empezar a introducir cambios para el impulso innovador e incluso políticas públicas que ayudan a consolidar ecosistemas de innovación.
En resumen, el estudio revela que la innovación en tecnología y el desarrollo hacia puertos inteligentes y sostenibles van de la mano de un entorno propicio para la creatividad y la innovación.
El BID se compromete a apoyar este nuevo y necesario rumbo portuario regional que, en definitiva, contribuye a fortalecer las capacidades de competencia en un mundo conectado e integrado.
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