¿Por qué los amantes de los videojuegos, aún reniegan para adquirir la PlayStation 5? Si indagamos un poco, alguien entendido nos dirá que es porque hay un gran faltante de semiconductores a escala global, y que no son solo las consolas de videojuegos las que se ven afectadas por ello. Pero, ¿qué son los semiconductores? ¿Y por qué son tan importantes?
Los semiconductores, también conocidos como chips o circuitos integrados, están presentes en casi cualquier acción que llevamos a cabo en nuestra cotidianidad. Lo que tienen en común la PlayStation, un despertador, una cafetera, un automóvil, un teléfono, un computador, y muchos otros bienes, es que todos necesitan de semiconductores para poder funcionar. Es por ello que para muchos los semiconductores son la columna vertebral de la economía; y ese sector está atravesando grandes cambios.
Luego de la pandemia, hubo un cambio estructural hacia una mayor demanda por productos con alto contenido de semiconductores, como computadores, celulares y autos, entre otros. Debido a las particularidades del sector, ese salto en la demanda de chips aún no logra ser cubierto con la capacidad productiva disponible, dando lugar a problemas de desabastecimiento que aún no logran resolverse. Para entender estos problemas, es necesario que realicemos antes una breve caracterización de la cadena.
El proceso productivo de un semiconductor es sumamente complejo y especializado. Se trata de una cadena muy globalizada y dispersa geográficamente, que involucra una gran cantidad de etapas muy específicas y una fragmentación de la producción a lo largo de todo el hemisferio norte.
Más allá de su complejidad, de manera simplificada puede decirse que la Cadena Global de Valor (CGV) de semiconductores se conforma de tres eslabones: uno de diseño, muy intensivo en conocimiento, uno de fabricación (frontend) más intensivo en capital, y finalmente el eslabón de ensamblado y testeo (backend), trabajo intensivo, donde los chips son testeados masivamente, y empacados para ser finalmente entregados a las verticales tecnológicas que los demandan.
Respecto a la distribución geográfica de la CGV, las actividades del eslabón de diseño son desarrolladas mayormente en Estados Unidos y Europa. El eslabón de fabricación, que hace veinte años era de dominio estadounidense-europeo, hoy tiene fuerte presencia en Asia, sobre todo en Taiwán, y la nueva capacidad instalada es objeto de disputa para los países de cara a la próxima década. El eslabón de backend, está dominado mayormente por países asiáticos. En el caso de México, se cuenta con cuatro empresas que realizan actividades de la CGV en los eslabones de diseño y backend, lo cual puede presentar oportunidades significativas para el territorio, como se detallará más adelante.
En resumen, producir un semiconductor requiere de un gran número de actividades muy especializadas, realizadas en unos pocos países, lo que a la vez determinan que ninguno de ellos pueda desarrollar todo el proceso productivo dentro de sus fronteras.
Crisis, alertas y respuestas: resiliencia en la cadena de los semis
Esta hiper especialización en pocos países ha llevado a que la cadena se encuentre muy expuesta a shocks cada vez más frecuentes y de mayor magnitud, que tuvieron su máxima expresión con la crisis del Covid-19. La aceleración de la digitalización a raíz de la pandemia llevó a un fuerte aumento de la demanda de semis que no pudo ser convalidado por la oferta: en este contexto, el eslabón de fabricación se transformó en el cuello de botella que dio origen al famoso shortage de semiconductores.
Con niveles de utilización de la capacidad instalada que venían por encima del 80%, las empresas tuvieron poco margen de reacción en el corto plazo, expandiendo la producción y consumiendo inventarios donde era posible, lo cual no alcanzó para evitar que varias verticales, sobre todo la automotriz, aún se encuentren afectadas por la escasez de chips.
Lo anterior derivó en que, como respuesta de mediano plazo, se activaran cuantiosos planes de inversiones en frontend para expandir la capacidad productiva de la industria y hacerla más resiliente; el gasto en capital de la CGV pasó de USD 113 mil millones en 2020 a un estimado de más de USD 200 mil millones en 2022, el valor más alto del que se tenga registro.
También inédita en la historia de la cadena fue la respuesta de los gobiernos; todos los países centrales de la CGV de semis anunciaron enormes paquetes de estímulo fiscal para lograr atraer las inversiones en frontend que les permita ganar liderazgo en la próxima década. Esta fuerte intervención pública, incluso en países no intervencionistas como Estados Unidos, responde no tanto a factores puramente tecnológicos y económicos sino más bien de carácter geopolítico, donde muchos países declaran perseguir un objetivo de autoabastecimiento de semiconductores, aun cuando ello es técnicamente imposible.
En ese contexto, una de las principales estrategias adoptadas por parte de jugadores importantes de la industria (como Intel), ha sido anunciar una fuerte ola de inversiones en Estados Unidos para trasladar parte de sus actividades de fabricación desde Asia hacia ese país.
¿Cuáles son las oportunidades y desafíos para México?
Este cambio en la geografía de la CGV de los semiconductores es muy importante para México, porque la relocalización (reshoring) de actividades de la cadena en Estados Unidos puede abrir oportunidades de nearshoring y una mayor regionalización de la cadena en el continente americano.
México es un gran demandante de semiconductores, sobre todo porque cuenta con industrias muy competitivas como la automotriz, que fue precisamente una de las más afectadas por el desabastecimiento de circuitos integrados a nivel global.
Como se mencionó, existen cuatro empresas con actividades de la CGV de semiconductores en México, así como con capacidades consolidadas en la formación de talento específico para el sector, tal como se desprende de consultas a más de quince actores clave con presencia en el país que relevamos en un estudio. En el eslabón de Diseño está el Centro de Intel en Guadalajara, mientras que en actividades de backend se cuenta con las instalaciones de Skyworks en Mexicali, las de Texas Instruments en Aguascalientes y la de Infineon (la principal proveedora de semiconductores para el sector automotriz) en Tijuana.
Por su parte, entre los organismos públicos, se destaca el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), que posee gran prestigio en la industria y, además de desarrollar actividades de investigación precompetitiva, brinda servicios de software a empresas centrales de la industria, como IBM, Motorola, Intel y Global Foundries.
En cuanto al eslabón de “frontend”, si bien México no cuenta hoy con instalaciones de producción de semiconductores, vale destacar que hace décadas este eslabón estuvo presente en Guadalajara, de la mano de Motorola. Se constituye ON Semiconductor (actualmente Onsemi) en 1999, una IDM enfocada en el segmento de semiconductores discretos para diversos fines, que finalmente decidió relocalizarse en Asia. La parte restante del negocio se convirtió en Freescale Semiconductor en 2004, la cual fue adquirida por NXP en 2015 y sostiene operaciones enfocadas a brindar soporte a los clientes del sector automotriz a los cuales abastece la empresa a nivel global.
México puede seguir la estrategia de potenciar los eslabones en donde tiene presencia y también considerar recuperar presencia en fabricación, aunque con inversiones en plantas menos avanzadas tecnológicamente pero que sirvan para satisfacer demandas de sectores estratégicos del país como el automotriz y el electrónico.
Por ejemplo, se podrían explorar soluciones específicas de producción para industrias como la automotriz, cuyo desabastecimiento es más que nada en chips de baja complejidad. Debido a que las inversiones de mayor capacidad de producción se dirigen hacia los chips más sofisticados, es esperable que el desabastecimiento en el tipo de dispositivos que afecta a las automotrices lleve más tiempo en resolverse.
Como respuesta a esto, una práctica promisoria es la de las fabs lite, que consisten en pequeñas fábricas montadas por empresas que no pertenecen a la industria de los semiconductores, para producir dispositivos muy específicos a sus necesidades, garantizándose de esa manera el suministro del componente. Este tipo de estrategias puede contribuir a expandir capacidades y ecosistema, potenciando también de manera natural los otros eslabones que ya tienen operaciones en el país.
Más allá de cuál sea la estrategia a seguir, la política pública puede tener un rol fundamental para mejorar la inserción de México en cadenas de valor como la de semiconductores, con instrumentos que faciliten la formación de talento, el entorno de innovación y el desarrollo de proveedores, factores clave para potenciar la productividad de las firmas locales y atraer inversión extranjera directa.
México tiene oportunidades para mejorar su inserción en la CGV de semiconductores: cercanía geográfica con Estados Unidos, demanda importante de sectores competitivos y presencia de empresas en segmentos estratégicos de la cadena. Se trata de un juego complejo, de apuestas elevadas, que requiere coordinación sofisticada a distintos niveles (privada-privada, público-privada y dentro del sector público), y donde, dada la creciente importancia de la tecnología en las economías, la discusión no está en si jugar o no, sino en cómo hacerlo.
Si quieres saber más sobre el análisis enfocado en la cadena de valor de semiconductores en general, no dejes de leer está publicación.
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