Hace quince años, pocas personas hubieran apostado por los arándanos como cultivo rentable en la costa norte de Perú. La región, formada por amplias zonas desérticas, no solo carecía de las temperaturas frías necesarias, sino que tenía una falta de tradición de la producción de la fruta. Pero entre 2010, cuando el país casi no exportaba arándanos, y el 2020, Perú se convirtió en una potencia en la producción de arándanos y en el mayor exportador de esa fruta en el mundo, con una producción anual de más de 162.000 toneladas métricas o mil millones de dólares en ingresos por exportaciones.
La historia de cómo se produjo esa extraordinaria transformación se remonta a las medidas que tomó el gobierno peruano desde finales de la década de 1990, que incluían una nueva ley de agricultura, un acuerdo de libre comercio y amplios proyectos de irrigación que ayudaron a transformar la costa peruana de una extensión árida en un granero con abundancia de uvas, aguacates y otras frutas y verduras exportables. Dicha historia también es el resultado de una evolución, compartida por muchas otras partes de América Latina, hacia una agricultura basada en la ciencia, con un acucioso trabajo de investigación en genética vegetal y otras ciencias biológicas, así como nuevas formas de organización empresarial destinadas a satisfacer nuevos nichos de mercado en Estados Unidos, Europa y otros mercados desarrollados.
Muchas de esas historias de transformación tecnológica y organizativa y su potencial de creación de empleo y crecimiento nacional se narran en un nuevo informe del BID titulado “Competir en la agroindustria Estrategias empresariales y políticas públicas para los desafíos del siglo XXI” que se basa en más de 30 casos de estudio de empresas latinoamericanas que se integraron con éxito en los mercados agroalimentarios internacionales. La historia de una empresa que ayudó a provocar la revolución en la producción de arándanos en Perú sirve, como muchas otras, para ilustrar los temas clave de la innovación agrícola moderna en la región y la diferencia que, incluso una empresa de tamaño mediano, puede marcar.
El despegue de una empresa de conocimiento intensivo en arándanos
La historia comienza en 2006 cuando Carlos Gereda, fundador de Inka’s Berries, regresó de Chile, donde el cultivo de arándanos estaba en auge, llevando consigo 14 variedades de la fruta para probar su viabilidad en Perú. Pese al poco conocimiento en materia de arándanos en los centros de investigación agrícola locales, Gereda se decidió por cuatro variedades que podrían cultivarse en la costa norte, y llegó a la conclusión de que la producción de arándanos era potencialmente muy rentable dada la gran demanda de la fruta en el hemisferio norte y la temporada de baja producción que se extiende entre septiembre y noviembre. Inka’s Berries finalmente se centró en una variedad llamada Biloxi, de patente libre, que se adaptaría mejor a las condiciones locales. La empresa se asoció con la Universidad Nacional Agraria de La Molina (UNALM) para desarrollar conjuntamente un vivero, y comenzaron a trabajar en la producción de plantas de semillero y plantas que pudieran crecer más rápido y venderse más barato que las disponibles en otros países. Su primer cliente y colaborador en la investigación resultó fundamental para estos esfuerzos, Camposol, empresa líder en agroexportación en Perú, que ayudó a Inka’s Berries a probar las variedades iniciales mientras se convertía en su cliente y se transformaba en una potencia en la exportación de arándanos.
Inka’s Berries pronto se convirtió en un importante proveedor de plantas de semillero para varias grandes empresas locales de agroexportación, adquirió 250 hectáreas de tierra al norte de Lima que sirvieran como parcelas de demostración, y se embarcó en una alianza con la Universidad de Georgia para desarrollar nuevas variedades de arándanos que reemplazarían su variedad Biloxi, por considerarla demasiado ácida y vieja para su uso a largo plazo. Esos esfuerzos con la universidad estadounidense produjeron dos nuevas variedades con mejor productividad, sabor, tamaño y vida útil. También dieron lugar a un acuerdo comercial en el que los colaboradores comparten los derechos de propiedad intelectual, pero las regalías de la Universidad de Georgia disminuyen con el tiempo a medida que se producen nuevas generaciones de plantas.
Actualmente, Inka’s Berries sigue expandiéndose, exportando variedades de arándanos a España, Portugal, Marruecos, México, Estados Unidos, Namibia y Sudáfrica, mientras se dedica a toda la cadena comercial de producción, con su propio laboratorio, vivero, planta empacadora y exportaciones de arándanos, incluyendo cantidades significativas de fruta vendida directamente a los supermercados.
Factores clave de la innovación agrícola en Perú
El éxito de la empresa se debe en gran medida a su ambición e ingenio en materia de genética y producción vegetal. Pero también han sido clave otros factores. Como en muchos otros triunfos de la agricultura moderna en la región, el Estado ha desempeñado un papel positivo en dos frentes, el primero, llevando a cabo grandes proyectos de riego y otras innovaciones que ayudaron a transformar el desierto costero de Perú y, el segundo, generando protocolos relativamente fáciles y rápidos para la importación de material genético que le permitió a Inka’s Berries importar y luego probar las plantas de semillero desarrolladas en la Universidad de Georgia. Inka’s Berries también se benefició del intercambio de conocimientos y de la colaboración financiera con sus clientes, en este caso Camposol, así como con instituciones académicas y de investigación, como la Universidad de Georgia y la UNALM de Perú.
Aunque otros factores más universales, como la creciente demanda de frutas y verduras sanas en los mercados extranjeros y la mejora del almacenamiento en frío para el transporte de larga distancia, han desempeñado igualmente un papel fundamental.
Transformación tecnológica y organizativa en toda la región
La historia de lnka’s Berries no es más que una de las muchas historias que revelan una profunda transformación de la estructura tecnológica y organizativa del sector agrícola en América Latina. En las dos últimas décadas, las empresas intensivas en conocimiento —que antes se consideraban mayoritariamente del sector manufacturero— han surgido con fuerza para crear nuevas empresas que puedan acceder a los mercados internacionales y cumplir los niveles internacionales de productividad. Así como Inka’s Berries innovó y triunfó, muchas otras empresas creativas están convirtiendo la agricultura en el epicentro de la modernización y la creación de empleo de alta calidad en la región, sustituyendo a las industrias manufactureras convencionales que fueron esenciales para el progreso tecnológico dinámico en las décadas de 1970 y 1980.
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