
El comercio internacional a menudo es aclamado como un impulsor del crecimiento económico y del bienestar de los consumidores. Sin embargo, a pesar de sus beneficios para toda la economía, sigue siendo controvertido y políticamente polémico, particularmente en lo que respecta al empleo. Parte de esta dinámica tiene que ver con el hecho de que el comercio ayuda a las empresas orientadas a las exportaciones, pero perjudica a las que compiten con las importaciones. Dado que las personas son sensibles a su situación laboral, ¿cómo deberían entonces contextualizarse o explicarse las repercusiones del comercio, a fin de resaltar los beneficios y disipar las preocupaciones de la población?
Nuestro nuevo estudio arroja luz sobre esta cuestión fundamental. A partir de un experimento de encuestas a gran escala llevado a cabo en 18 países latinoamericanos en colaboración con LAPOP en Vanderbilt University, analizamos cómo los distintos tipos de mensajes sobre el impacto del comercio en el empleo influyen en el apoyo público a la liberalización comercial. Nuestras conclusiones, que dejan en evidencia el poder de los mensajes negativos y el efecto más limitado de los positivos, muestran cómo el contenido de los mensajes puede ser crucial, aportando reflexiones tanto para los formuladores de políticas públicas como para los comunicadores.
Investigaciones anteriores han demostrado que las personas son más receptivas a los mensajes negativos sobre el comercio —sobre todo a aquellos que hacen énfasis en la pérdida de empleo— que a los positivos acerca de precios más bajos y mayores opciones. Sin embargo, nuestro estudio es el primero en evaluar de manera sistemática la eficacia de los mensajes centrados específicamente en el aumento de empleo relacionado con el comercio o en las indemnizaciones relacionadas con el comercio para los trabajadores que perdieron sus empleos en diversos países.
Un experimento de contextualización: cuatro mensajes
Para analizar cómo los mensajes afectan las actitudes hacia el comercio, asignamos aleatoriamente a los participantes de la encuesta a uno de los cinco grupos. Uno de los grupos no recibió información adicional y sirvió como grupo de control. Los integrantes de cada uno de los otros cuatro grupos recibieron un mensaje diferente antes de que se les preguntara si apoyaban el aumento o la restricción del comercio.
Cada uno de los cuatro mensajes resaltaba un aspecto distinto de las repercusiones del comercio en el empleo. Uno de los mensajes advertía que la expansión del comercio podría reducir el empleo en las empresas que compiten con las importaciones, y otro lanzaba la misma advertencia, pero agregando que el gobierno indemnizaría a los trabajadores afectados. Un tercer mensaje hacía énfasis en que el aumento del comercio incrementaría el número de empleos en aquellas empresas que exportan a otros países. El mensaje final sugería que restringir el comercio podría reducir el empleo en las empresas orientadas a las exportaciones.
Resultados: los mensajes son importantes, las opiniones cambian
Nuestros resultados muestran que la mayoría de los latinoamericanos, por lo general, respaldan el comercio con otros países. Pero ese respaldo puede verse alterado por los mensajes. El análisis reveló que los mensajes negativos tuvieron mayores repercusiones. El mensaje acerca de la pérdida de empleo en los sectores que compiten con las importaciones disminuyó el apoyo al comercio en cerca de ocho puntos porcentuales. Resulta sorprendente que el hecho de agregar un mención acerca de una indemnización por parte del gobierno vuelva a las personas incluso más escépticas respecto al comercio. En lugar de contrarrestar el efecto, puede que haya hecho que los riesgos parezcan más reales o que haya despertado preocupaciones acerca de sobre quién recaerían los gastos.
Por su parte, los mensajes positivos tuvieron un efecto más limitado. El mensaje acerca del incremento del empleo en el sector de las exportaciones sí aumentó el apoyo al comercio, pero solo en aproximadamente la mitad de lo que lo redujeron los mensajes negativos. Este patrón puede estar relacionado con lo que los economistas llaman “aversión a las pérdidas”, es decir que las pérdidas se experimentan con mayor intensidad que las ganancias.
Entretanto, el mensaje acerca de las pérdidas de empleo provocadas por las restricciones al comercio no tuvo ningún efecto significativo. Es probable que las personas ya hubieran pensado en dichas pérdidas, por lo que el mensaje no les resultó sorprendente. De hecho, encontramos que las reacciones de los encuestados a los mensajes son más intensas cuando el mensaje va en contra de lo que ellos perciben como la opinión dominante de los expertos en materia de comercio, lo que sugiere que las personas están abiertas a actualizar sus convicciones sobre el tema.
Sopesar las repercusiones para la política comercial
Estas conclusiones tienen repercusiones reales. La forma cómo se dicen las cosas es tan importante como lo que se dice, y si los formuladores de políticas públicas desean conseguir apoyo público para acuerdos comerciales o reformas, tienen que ser muy prudentes con sus mensajes.
Centrarse en la creación de empleo en los sectores de exportación puede ayudar, pero es necesario que sea de manera clara y concreta. Hablar acerca de indemnizaciones por pérdida de empleo podría resultar contraproducente si eso hace que los riesgos se perciban como más inmediatos o si suscita preocupaciones acerca de la equidad o la viabilidad. Y simplemente el hecho de advertir sobre los costos de restringir el comercio no parece convencer a la mayoría del público.
El lado positivo es que las personas que, desde el principio, eran escépticas con respecto al comercio fueron las más propensas a cambiar de opinión al escuchar un mensaje positivo. Eso es un indicativo de que incluso aquellas personas que se muestran precavidas con respecto al comercio pueden ser persuadidas si se utiliza el mensaje correcto.
La política comercial no es solo cuestión de economía. También tiene que ver con la opinión pública. Y la opinión pública se forma a partir de historias, especialmente historias sobre el empleo. Para quienes trabajan en política comercial, estrategias de comunicación o participación pública, esta es una lección que vale la pena recordar.
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