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Pese a que representan menos del 1% de todas las empresas del mundo, las multinacionales, que son empresas que operan en más de un país, impulsan aproximadamente la mitad de todo el comercio internacional, contribuyendo con un tercio de la producción mundial y del PIB, y proporcionando una cuarta parte del empleo global. El papel de las multinacionales es especialmente determinante en regiones como América Latina y el Caribe, donde ampliaron su presencia en un 14% durante la última década y, solo en 2022, canalizaron USD$224.000 millones en inversión extranjera directa, lo que representa el 4% del PIB de la región.
Las empresas multinacionales (EMNs) ubican sus centros de producción de manera estratégica cerca de sus clientes, buscando eludir las barreras convencionales (como aranceles y costos de transporte) a las que se enfrentan los exportadores lejanos. Este enfoque altera la típica correlación negativa entre distancia geográfica y volumen de ventas, a menudo denominada efecto gravitacional del comercio. Similar a la fuerza de gravedad en física, donde los objetos se atraen en función de su masa y proximidad, el comercio entre países se basa de igual modo en sus magnitudes económicas y distancias geográficas. Por ejemplo, las empresas en Brasil venden más a Paraguay que a Guatemala, en gran medida debido a los menores costos de transporte y al menor número de barreras comerciales. Sin embargo, si una multinacional brasileña abre un centro de producción filial en Guatemala, puede sortear las barreras comerciales que suelen ser un lastre para los exportadores en Brasil, incluidos los costos de transporte y los aranceles.
El efecto de gravedad persiste: el papel del comercio intraempresa
A pesar de esta estrategia por parte de las EMNs, la distancia sigue jugando un papel importante en reducir las ventas de sus filiales, incluso después de que las multinacionales llevan la producción hasta sus clientes. Este patrón imprevisto está relacionado con el comercio intraempresa, en el que se realizan transacciones de insumos a través de las fronteras, pero dentro de los límites de las multinacionales.
Consideremos de nuevo el ejemplo de esta multinacional brasileña con un centro de producción en Guatemala. Supongamos que esta empresa está especializada en la fabricación de computadoras. Para ensamblar estas computadoras en Guatemala, la filial necesita componentes sofisticados, como tarjetas madre producidas en su sede brasileña, las cuales incluyen tecnología y diseños patentados. Por lo tanto, la multinacional debe enviar estos insumos directamente de Brasil a Guatemala, lo que reintroduce costos comerciales que pretendía reducir inicialmente mediante producción local, y dichos costos podrían afectar potencialmente las ventas de su filial en Guatemala.
Grandes empresas y el comercio intraempresa
Esta estructura del comercio intraempresa desempeña un papel decisivo en el ecosistema comercial mundial, sobre todo dentro de las grandes economías como la de Estados Unidos donde el 20% del total de las exportaciones e importaciones consiste en comercio intraempresa. Concretamente, si bien el comercio intraempresa es esencial para el comercio mundial, se concentra principalmente en las multinacionales más grandes. Esta tendencia no es puramente casual, sino que se deriva de las cuantiosas inversiones necesarias para establecer y mantener complejas redes intraempresa de producción y comercio de insumos intermedios, recursos que suelen estar fuera del alcance de las empresas más pequeñas.
En un estudio reciente, mi coautor Ayhab Saad y yo analizamos datos de multinacionales en 35 países. Descubrimos que el efecto gravitacional de la distancia geográfica en la disminución de las ventas en el país extranjero solo ocurre en las multinacionales más grandes. Aunque otros factores subyacentes, como las diferencias culturales o las distintas preferencias de los consumidores, también podrían influir en la relación negativa entre la distancia de la sede a las filiales y las ventas, nuestro análisis, que controla estas variables, demuestra que en el caso de las empresas más pequeñas (que no participan en el comercio intraempresa) no existe una relación significativa entre la distancia y las ventas de las filiales extranjeras. Esto pone de relieve el hecho de que el comercio intraempresa es el principal mecanismo a través del cual la distancia entre la sede central y las filiales afecta las ventas de las multinacionales en países extranjeros.
Implicaciones para la transferencia de conocimientos
Nuestra investigación también indica que las multinacionales intensivas en conocimiento registran caídas en las ventas más pronunciadas en sus filiales extranjeras a medida que aumenta la distancia a la sede central. Este resultado tiene consecuencias significativas para las transferencias transfronterizas de tecnología y productividad, subrayando la importancia de reducir las barreras comerciales al comercio intraempresa.
Tomemos, por ejemplo, el caso de la multinacional brasileña de computadoras con una filial en Guatemala, una multinacional intensiva en conocimiento. Esta empresa no solo transfiere insumos intermedios —como tarjetas madre integradas con planos patentados— desde su sede en Brasil hasta su sede en Guatemala, sino que también debe transferir un conjunto completo de conocimientos y procesos esenciales para completar e instalar estos insumos. Este paquete incluye conocimientos tecnológicos de vanguardia, técnicas de fabricación avanzadas y estrictas normas operativas, todo ello procedente de la sede central de Brasil. Este proceso implica más que solo ensamblar computadoras, sino que requiere dotar a la fuerza laboral en Guatemala con complejas capacidades tecnológicas, fomentando una comprensión más profunda de la tecnología.
Esta relación práctica y cercana no solo mejora las operaciones locales, sino que también impulsa la innovación en el país de acogida, demostrando el papel decisivo que juega el comercio intraempresa en la transferencia de tecnología y productividad directamente desde la sede central a las filiales extranjeras, un proceso que se hace más preminente en las empresas más intensivas en investigación y desarrollo. El compromiso de las multinacionales con la investigación y el desarrollo se traduce en transferencias de conocimientos sustanciales, que potencian los avances tecnológicos y de productividad a través de las fronteras.
Reducir las barreras comerciales, especialmente para empresas intensivas en conocimiento, no solo promueve beneficios globales bien documentados —como precios más bajos resultantes del aprovechamiento de la ventaja comparativa, el aumento del empleo y una mayor integración—, sino que también refuerza el comercio intraempresa y las operaciones multinacionales. Esta dinámica es crucial para fomentar la transferencia tecnológica entre países y, a largo plazo, reducir las diferencias de productividad e ingresos. Una necesidad especialmente urgente para América Latina y el Caribe, una región que en la última década ha luchado contra el bajo crecimiento de la productividad. Apoyar el comercio y la producción multinacional puede dar lugar a vínculos económicos más sólidos, una mejor difusión tecnológica y ganancias de bienestar. Al fomentar un entorno propicio al comercio, los formuladores de políticas públicas pueden mejorar el flujo de bienes y conocimientos esenciales a través de las fronteras, impulsando en última instancia el desarrollo económico y la innovación en la región.
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