Dentro de la región latinoamericana, Chile ha sido considerado como un país ejemplar en la conducción de su política fiscal durante la mayor parte de las últimas tres décadas debido a los avances logrados a través de progresos institucionales, con mejoras en las prácticas y diseñando reglas.
Como resultado, la política fiscal pasó a guiarse bajo un esquema de balances cíclicamente ajustados lo que permitió al país acumular cuantiosas reservas en fondos soberanos. En varios estudios, se menciona a Chile como la mejor ilustración en las economías emergentes del progreso institucional en términos fiscales, logrando abandonar una política fiscal procíclica por una contracíclica.
Un reciente trabajo del BID muestra los aspectos primordiales que determinan el marco institucional de la política fiscal de Chile, con el objetivo de promover una discusión de los factores críticos para poder preservar y fortalecer la estabilidad, la responsabilidad y la eficiencia de la política fiscal de manera creíble y duradera. Para ello, se parte de una reseña de los progresos fiscales de Chile de los últimos decenios para luego analizar los desafíos emergentes que requerirán esfuerzos adicionales en términos de promover una mayor eficiencia del gasto y una sostenibilidad fiscal creíble a mediano y largo plazo.
La política fiscal chilena no siempre se desarrolló con las metas e institucionalidad actual, de acuerdo con el estudio. Durante muchas décadas Chile se caracterizó, al igual que el resto de la región, por tener una política fiscal procíclica que exacerbaba las crisis generadas especialmente por la caída del precio del cobre y/o el aumento de las tasas de interés internacionales.
La trayectoria que llevó a Chile a fortalecer su institucionalidad fiscal no fue lineal, sino mas bien un conjunto de reformas en el tiempo que permitieron moverse hacia una institucionalidad que favoreciera un régimen responsable y sostenible en el tiempo.
Desafíos emergentes para la política fiscal en Chile
No obstante, en los últimos 10 años, el país ha enfrentado nuevas tensiones, que podrían afectar la solidez fiscal de mediano y largo plazo. Una clase media numerosa comienza a exigir bienes y servicios públicos de mayor calidad. Asimismo, la sociedad comienza a envejecer y requiere hoy de mayores cuidados a su vez a mayor costo, y el gasto público inercial ineficiente han incrementado las presiones hacia mayor gasto y menor disciplina fiscal.
Estas tensiones se agudizaron con la crisis social de 2019 y luego con la pandemia del COVID-19, para la cual Chile pudo responder de manera sustancial debido a sus ahorros y el bajo nivel de deuda que tenía para amortiguar choques externos.
Sin embargo, la situación post-COVID nos muestra un entorno fiscal con menores holguras las que deberían restaurarse para responder a futuros choques. Para ello, el país debería adaptar su regla fiscal, intentando incorporar una mirada más a largo plazo de la disciplina fiscal, además de combinar distintos tipos de reglas fiscales como lo están haciendo otras economías.
Asimismo, los desafíos actuales son aun mas complejos. A las demandas sociales (salud, educación, vivienda y pensiones) que han sido fuente del descontento y en parte origen de la crisis de 2019, se suman los desafíos de los desastres naturales a los que Chile enfrenta en forma recurrente, y que con el cambio climático se harán aún más desafiantes, y una dependencia importante del cobre, que genera mayor volatilidad en los ingresos fiscales.
Adicionalmente, el escenario externo actual se ha tornado más complejo debido a un aumento de las tasas de interés internacionales y la alta inflación. Si bien Chile continúa teniendo un robusto acceso a los mercados de capitales, estos hoy son más exigentes y onerosos.
Desafíos emergentes para la política fiscal en Chile
En este marco, Chile tiene la oportunidad de volver a reformar sus instituciones fiscales, con focos en la eficiencia del gasto, la transparencia y la creación de un nuevo pacto fiscal que permita financiar las demandas sociales de modo responsable, con anclajes robustos y trayectorias sostenibles. Para que el marco sea sostenible hacia el futuro es bueno contar con reglas, pero las reglas e instituciones fiscales deben tener legitimidad y ser flexibles, permitiendo ciertas cláusulas de escape frente a futuras dificultades.
La reciente propuesta del ejecutivo enviada al congreso, incluyendo entre otras innovaciones, un límite prudencial de deuda, clausulas explicitas de escape y trayectorias de retorno, pareciera un buen punto de partida para robustecer el marco fiscal y permitir a Chile fortalecer uno de los pilares fundamentales que han permitido un sostenido crecimiento a lo largo de las últimas décadas.
Conoce más sobre o trabajo del BID en Chile.
Descubre cómo el BID apoya a sus países miembros en el área de política y gestión fiscal.
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