En la última década, Panamá ha experimentado una significativa transición en su sector eléctrico, impulsada inicialmente por el Plan Energético Nacional (2015-2050), y reforzada por la Agenda de Transición Energética (ATE) de 2020. Este ambicioso plan, centrado en la descarbonización, descentralización, democratización y digitalización (conocido como “las cuatro D”) ha sentado las bases para un cambio radical en la forma en que el país produce, distribuye y consume energía.
La digitalización ha emergido como un componente crucial en este cambio, con la Hoja de Ruta de Digitalización establecida siguiendo los lineamientos de la ATE. Este documento se centra en la capacidad de tratamiento y análisis de datos, reconociendo que la información digitalizada constituye el núcleo del nuevo modelo energético. Su objetivo es facilitar la descentralización y democratización, abordando aspectos críticos como la supervisión de la red, la estabilidad del sistema y la gestión de la demanda.
¿Cómo impacta la digitalización en el sector eléctrico?
La digitalización tiene el potencial de revolucionar la eficiencia, la calidad de servicio y la seguridad del sector eléctrico. Mediante tecnologías como sensores y software de soporte, se facilita la recopilación detallada de datos en tiempo real sobre el estado del sistema. Esto disminuye los costos de operación y mantenimiento, y mejora la eficiencia de las plantas y redes de energía, además de reducir las interrupciones no planificadas.
En el día a día, esto se traduce en una mejor calidad de energía para los usuarios, a un menor costo. La implementación de datos y análisis digitales puede reducir significativamente los costos del sistema eléctrico, reducir interrupciones y el tiempo de restablecimiento contribuye a prolongar la vida operativa de los activos.
El potencial de la digitalización va más allá. Esta nueva era tecnológica puede crear nuevos modelos de negocio, como el intercambio de energía entre usuarios, la venta de servicios ancilares desde recursos energéticos distribuidos, o el comercio de energía en tiempo real. La digitalización también tendrá un impacto en la reducción de emisiones, al permitir una incorporación más eficiente de generación variable (eólica y solar), y almacenamiento, y su coordinación con el sistema.
Los beneficios potenciales de la digitalización son claros, y ya han sido documentados en diversas publicaciones. No obstante, desde un punto de vista de política pública, es necesario definir objetivos claros, acciones concretas, y metas medibles, a fin de guiar su implementación en el sector eléctrico.
Objetivos estratégicos y metas de la hoja de ruta de digitalización
Panamá ha propuesto su Hoja de Ruta de Digitalización con 8 objetivos estratégicos. Estos objetivos apuntan a resolver parte de la problemática actual del sector, y potenciar su desarrollo, e incluyen:
- Mejorar la calidad del servicio eléctrico.
- Fortalecer la autonomía y capacidad de restauración de las redes.
- Optimizar la estimación de consumo eléctrico.
- Fortalecer la comunicación entre instituciones y clientes.
- Garantizar la ciberseguridad, desarrollar las capacidades del recurso humano.
- Fomentar el desarrollo de nuevos modelos de negocio.
- Mejorar la fiscalización del sector.
De la misma manera, la Hoja de Ruta propone 7 metas estratégicas
- Para el año 2030, implementar sistemas avanzados digitales de monitoreo y control en al menos el 80% de la red eléctrica de media y baja tensión, con respecto al 2023, y así mejorar la eficiencia operativa y la fiabilidad del servicio eléctrico a nuestros clientes.
- Para el año 2035, aumentar la autonomía y capacidad de restauración de las redes de transmisión y distribución incorporando equipos y sistemas avanzados de inteligencia artificial en al menos el 10% de las subestaciones de transmisión y el 30% de las de distribución, en comparación al 2023.
- Para 2035, incrementar en un 10% las lecturas remotas y reconexiones automática de clientes urbanos de las empresas distribuidoras, mediante medidores inteligentes, en comparación al 2023.
- Desarrollar e implementar una plataforma digital interactiva para el 2027, que conecte a todas las instituciones del sector eléctrico, sus agentes y clientes finales, ofreciendo información actualizada, servicios en línea y mecanismos de retroalimentación en tiempo real.
- Realizar anualmente auditorías de ciberseguridad y alcanzar un nivel de cumplimiento de seguridad del 100% en todos los sistemas críticos del sector eléctrico para el 2030, según estándares internacionales reconocidos.
- Desarrollar y ejecutar un programa de capacitación continua que incremente en un 50% el número de profesionales certificados en tecnologías emergentes y sistemas de inteligencia en la empresa de transmisión y de distribución para el 2030.
- Implementar sistemas de gestión de activos digitales en un 100% de las instalaciones de distribución y transmisión para el 2030, mejorando la eficiencia en la gestión de mantenimiento y la toma de decisiones basada en datos.
De la estrategia a la acción
La digitalización desempeñará un papel fundamental en la transformación del sector eléctrico de Panamá hacia un futuro más sostenible y eficiente. Con una estrategia clara y metas ambiciosas, el país podrá posicionarse como líder en la adopción de tecnologías emergentes y en la búsqueda de soluciones innovadoras para los desafíos energéticos del siglo XXI. Este enfoque integral no solo beneficia al sector eléctrico, sino que también contribuye al desarrollo económico y social de Panamá, promoviendo un entorno más resiliente, equitativo y sostenible para mejorar la vida de más personas.
La implementación de esta Hoja de Ruta dependerá del concurso de todos los actores del sector, incluyendo a las empresas de generación, transmisión y distribución, muchas de las cuales ya han avanzado con la implementación de estas tecnologías, y al regulador del sector eléctrico (ASEP) que tiene el rol de adecuar o crear regulaciones a fin de permitir un uso de tecnologías digitales de la manera más costo efectiva. Las universidades panameñas deberán formar el capital humano con las habilidades técnicas en análisis de datos, ciberseguridad, y tecnologías emergentes. Finalmente, las personas usuarias no solo serán beneficiarios de esta revolución, sino actores claves a través de los recursos energéticos distribuidos.
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