El sector energético de América Latina y el Caribe (ALC) es vulnerable a los efectos del cambio climático. En los últimos años, la región ha sufrido eventos extremos que han impactado la producción y el uso de energía, generando incluso apagones generalizados, ya sea por exceso de demanda (en el caso de olas de calor) o por la indisponibilidad en la producción y transporte de energía (en el caso de sequías e inundaciones). La demanda de energía continúa en crecimiento; la Agencia Internacional de la Energía proyecta que podría casi duplicarse para 2050, aumentando la importancia de la resiliencia de la infraestructura energética para el crecimiento económico. Al mismo tiempo, en la región aún existen brechas en el acceso a energía moderna y en la equidad de género en el sector, aspectos que limitan los beneficios que la sociedad puede obtener de la energía.
Los países de la región avanzan en la implementación de medidas para diversificar sus matrices energéticas, fortalecer sus redes de transporte de energía y cerrar las brechas de acceso y equidad. Los procesos de transición presentan retos comunes, por lo que el intercambio de experiencias y lecciones a nivel regional es fundamental. La Semana de la Energía, a realizarse en Asunción, Paraguay, del 28 al 31 de octubre, es organizada por la Organización Latinoamericana de la Energía (OLADE) junto con el BID, el viceministerio de Minas y Energía del Gobierno de Paraguay y el Banco Mundial, es el evento regional de mayor importancia en el sector en el que se discutirá este panorama energético.
Estos son cinco de los temas clave que serán discutidos en sesiones magistrales y paneles durante esta semana:
1. Financiamiento de transiciones energéticas justas y sostenibles
La transición energética en América Latina y el Caribe debe ser tanto justa como sostenible, asegurando que las comunidades más vulnerables no queden rezagadas. El financiamiento es fundamental para este proceso, permitiendo que se desarrollen proyectos intensivos en capital (como las centrales renovables o la movilidad eléctrica), que no solo contribuyen a la descarbonización, sino que también promueven la inclusión social.
En el caso de ALC, el financiamiento de la transición energética implica también pensar en el desafío pendiente del acceso universal. Asimismo, el enfoque de género es esencial para garantizar que las mujeres participen activamente en el sector energético y se beneficien de las oportunidades que ofrece la transición.
Finalmente, la aceptación social de los proyectos es crucial para el éxito a largo plazo de las iniciativas energéticas, requiriendo un diálogo constante y la participación de las comunidades locales, por ejemplo, en proyectos eólicos o de líneas de transmisión.
2. Integración regional
La integración energética regional es un componente esencial para fortalecer la seguridad y confiabilidad del suministro energético en ALC. Los mercados energéticos regionales permiten una distribución más eficiente de los recursos, mejorando la resiliencia frente a fluctuaciones en la oferta y la demanda. Este enfoque también facilita la cooperación entre países, promoviendo economías de escala, el desarrollo de infraestructuras conjuntas y el intercambio de energía, lo que resulta en un sistema más robusto y eficiente. La integración regional, además, apoya la transición hacia una matriz energética más limpia y sostenible, potenciando el uso de recursos renovables en toda la región.
La región ha avanzado en integración eléctrica, con iniciativas como el Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC), el Sistema de Interconexión Eléctrica Andina (SINEA), Arco Norte y el Sistema de Interconexión Eléctrica para América del Sur (SIESUR), que apuntan a la creación de mercados eléctricos regionales. El sector privado juega un rol fundamental en el proceso de integración energética regional, como se ha evidenciado en Centroamérica, donde la mayor parte de los agentes que participan en el mercado eléctrico regional son privados. En la región también se desarrollaron diversas interconexiones eléctricas binacionales con un fuerte impulso del sector privado.
La integración regional no solo se enfoca en el comercio transfronterizo de energía, sino también en el intercambio de conocimiento y el establecimiento de metas y procesos comunes, que permiten potenciar los esfuerzos regionales. En este marco, son ejemplos la iniciativa de Renovables en América Latina (RELAC), que promueve el incremento de renovables en la matriz eléctrica, y CertHiLAC, que promueve el proceso de certificación de hidrogeno de bajas emisiones.
3. Planificación de nuevas tecnologías para el sistema eléctrico
Para avanzar hacia una red eléctrica descarbonizada, es esencial abordar varios desafíos, incluyendo la necesidad de almacenamiento, flexibilidad y estabilidad en el sistema eléctrico. A medida que se incrementa la participación de las energías renovables, la variabilidad en la generación requiere soluciones tecnológicas como baterías de alta capacidad y sistemas de gestión de la demanda para garantizar la estabilidad del suministro. Además, la regulación de los sistemas eléctricos debe adaptarse para fomentar la inversión en estas nuevas tecnologías, asegurando que el sistema sea capaz de integrar de manera eficiente y segura fuentes de energía renovable. Al mismo tiempo, es necesario continuar con el desarrollo de redes de transmisión y distribución, fundamentales para la confiabilidad y seguridad de suministro. Estudios prospectivos que proyecten la evolución del sistema eléctrico hasta 2050 son vitales para anticipar y planificar adecuadamente las futuras necesidades, al tiempo que la regulación del sector avanza a la par del desarrollo tecnológico.
4. Descarbonización de la demanda de energía
La descarbonización no se limita al sector eléctrico; otros sectores, como el transporte y la industria, también necesitan transformarse para reducir sus emisiones. El transporte fluvial, marítimo y aéreo, en particular, representa un gran reto debido a su alta dependencia de combustibles fósiles. La adopción de tecnologías más limpias, como el hidrógeno de bajas emisiones, combustibles sintéticos avanzados y biocombustibles, es fundamental para reducir la huella de carbono en estos sectores. Además, la disponibilidad de minerales críticos como el litio y el cobalto es esencial para la fabricación de tecnologías clave en la transición energética, como baterías y paneles solares. América Latina, rica en estos recursos, tiene una oportunidad significativa para liderar en la producción y exportación de estos materiales, siempre y cuando se manejen de manera sostenible y con un enfoque en la gobernanza responsable.
5. Resiliencia y adaptación de la matriz energética
La resiliencia es un tema central en la transición energética de América Latina, especialmente ante los impactos del cambio climático, como las olas de calor e inundaciones. La planificación energética debe integrar medidas que fortalezcan la capacidad de los sistemas para resistir y recuperarse de estos eventos. La eficiencia energética, por ejemplo, no solo ayuda a reducir la demanda de energía, sino que también disminuye la vulnerabilidad del sistema frente a interrupciones. Un enfoque resiliente y adaptativo en la planificación y desarrollo de infraestructuras energéticas es clave para asegurar que la región pueda enfrentar los desafíos climáticos y continuar su camino hacia una matriz energética sostenible y segura.
La Semana de la Energía
La Semana de la Energía es una oportunidad invaluable para avanzar en la discusión sobre los temas clave de la transición energética. Este evento no solo ofrecerá sesiones magistrales y paneles con tomadores de decisión y destacados expertos, sino que también permitirá a los participantes explorar soluciones innovadoras y estrategias regionales.
Te invitamos a revisar la agenda detallada y los panelistas confirmados para aprovechar al máximo esta ocasión: https://semanadelaenergia.olade.org/
Maria Eugenia Grimalt says
Hola!
Me gustaría participar de la semana de la enegia.
Como me puedo inscribir?
Gracias!