La crisis nos dejó un sabor amargo en este 2020, que quizás será inolvidable para nuestras generaciones. No estábamos preparados para una pandemia de las magnitudes que todos hemos vivido. En ese escenario, el sector de energía se tornó fundamental durante los momentos más álgidos, cuando aún no entendíamos cómo realmente enfrentar la pandemia o si las medidas de contención estaban funcionando o no. Hoy, los anuncios de las vacunas nos hacen ver un futuro con mayor optimismo.
En este 2020, a pesar de las dificultades y desafíos fiscales que enfrentaron los gobiernos, logramos ver noticias positivas en todo el sector de energía. Algunos países en medio de la pandemia implementaron medidas inmediatas para ayudar a las poblaciones vulnerables. Entre esas medidas se incluyeron la suspensión de corte del servicio eléctrico por falta de pago, diferimientos del pago o porcentajes de la factura, reducción de tarifas, exoneraciones de pago, entre otros.
Sin embargo, más allá de esas medidas, algunos gobiernos lograron avanzar en sus metas, desarrollaron estrategias más agresivas o continuaron con sus planes de inversión para la transición energética.
Por ejemplo, en Chile, la generación de energías renovables no convencionales este año superó el 21%. El país también avanzó en un reglamento de generación distribuida para promover la electricidad en las viviendas, y las inversiones en energía limpia superaron los US$ 30 mil millones. El BID también apoyó en la organización y promoción de la Cumbre Internacional de Hidrógeno, en el que se lanzó la estrategia y los planes de inversión para los próximos años.
Por otro lado, en Panamá establecieron medidas para la reactivación económica pospandemia a través de inversiones que integran acciones climáticas. Los consumidores están en el centro de la estrategia. Según datos del gobierno, el camino a la transición energética incluye iniciativas que apuestan a las fuentes de energía renovables y a una red de distribución moderna e inteligente. Asimismo, se busca aumentar el acceso a la electrificación en comunidades aisladas para reducir la pobreza y la desigualdad.
Otros países como Nicaragua continúan avanzando en cobertura eléctrica. Según información del gobierno, a inicios de diciembre del 2020 el 98.5% de la población contaba con el servicio de energía eléctrica, y se espera que para 2021 esa cifra aumente al 99%. Asimismo, el 75% de la matriz de generación se compuso por fuentes renovables.
Por su parte, Costa Rica tiene metas ambiciosas y ya anunció un Plan de Descarbonización, que busca precisamente reducir las emisiones cercanas a cero para 2050. El plan, que transformará el modelo económico y social del país, busca electrificar el transporte, reducir el uso de fuentes fósiles en el sector industrial a través de la electrificación o uso de biomasa cuando no sea posible; asimismo, Costa Rica se plantea integrar el almacenamiento, generación distribuida y la gestión de la demanda de forma sostenible, flexible e inteligente.
Este año, Colombia continuó aumentando la cobertura eléctrica en zonas aisladas o rurales e incrementó por siete la capacidad instalada de energías renovables no convencionales. Las autoridades nacionales anunciaron que actualmente 13 departamentos del país cuentan con proyectos que suman 225 MW de fuentes de energía no convencionales. Asimismo, el BID trabajará en conjunto con Colombia para desarrollar una hoja de ruta que contribuya aún más a la transición energética.
El camino hacia un futuro más verde y limpio es posible, y nuestros países han dado pasos importantes en los últimos años. A pesar de la pandemia, la transición energética ya está avanzando y en el BID continuaremos apoyando a los países de la región en ese objetivo.
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