Foto: Ciudades Emergentes del BID. Tegucigalpa, Honduras.
El sector residencial en América Latina y el Caribe está experimentado una pronunciada transición hacia el consumo de energías modernas. Entre 1971 y 2013, el consumo residencial de electricidad y gas se ha más que triplicado, tratándose de una tendencia fuertemente asociada con el crecimiento económico de la región. Dicha asociación plantea importantes desafíos respecto de cómo atender de forma sustentable la demanda futura de energía resultante de las mejoras en las condiciones económicas de los todos hogares en la región.
Con el objeto de contribuir a entender cómo evoluciona el consumo de energía en diferentes etapas de desarrollo económico, un estudio reciente del BID examina la composición y sensibilidad del consumo residencial de energía a cambios en el ingreso per cápita, en una muestra de 104 países. Al concentrarse en el sector residencial, este análisis incluye combustibles usados dentro de la vivienda, excluyendo combustibles para transporte privado. Los resultados indican que la elasticidad ingreso de consumo de fuentes de energía moderna tiene una forma de U-invertida a lo largo de la distribución global de ingresos. Es decir, aumentos de ingreso se traducen en incrementos más que proporcionales en el consumo de electricidad y gas. Sin embargo, ello ocurre hasta un nivel de ingreso alto, a partir del cual, la elasticidad se reduce gradualmente. Incluso, a niveles más altos de ingreso per cápita se observan elasticidades negativas, sugiriendo la presencia de ahorros netos de energía.
Estos resultados explican las tendencias observadas en el consumo energético per cápita en distintas regiones, y en particular, muestran que América Latina y el Caribe se encuentra actualmente en una fase altamente dependiente de energías modernas para acompañar su desarrollo económico. La Figura abajo resume las tendencias históricas en el consumo de energía del sector residencial, mostrando que a bajos niveles de desarrollo económico–a la izquierda de eje x–, el consumo per cápita total (línea negra) se encuentra principalmente conformado por biomasa. A medida que los ingresos aumentan, el consumo de biomasa se reduce notablemente, siendo sustituida por los denominados combustibles de transición y modernos. Los combustibles de transición (ej. querosene, carbón) aumentan de forma menos pronunciada y sólo hasta cierto nivel de ingresos per cápita (en torno a US$25,000 por año), a partir del cual, el consumo de electricidad y gas explica todo el crecimiento en el consumo de energía residencial. Conforme el nivel de ingreso continúa aumentando, se observan reducciones en el consumo per cápita de energía, evidenciando elasticidades ingreso negativas en países con mayor nivel de desarrollo económico.
Consumo Residencial de Energía en la Distribución Global de Ingresos
Fuente: cálculos propios basados en información de la Agencia Internacional de Energía. Nota: Ejes en escala logarítmica. Comprende 104 países durante el periodo 1971-2013. Curvas de tendencia son aproximaciones usando polinomios de segundo grado. PBI=Producto Bruto Interno; Ktoe = por sus siglas en inglés, kilo toneladas de petróleo equivalente; PPA = paridad de poder adquisitivo. |
Que la elasticidad ingreso no sea constante a lo largo de las fases de desarrollo económico tiene importantes implicancias para diseño de políticas públicas. Si bien, existe una fuerte asociación positiva entre el consumo de energías modernas y el ingreso per cápita, se espera que –en el sector residencial– aparezcan ganancias netas de eficiencia que reduzca el consumo energético. Estas consideraciones pueden tener efectos importantes en las proyecciones de demanda energética, y en sus necesidades de inversión asociadas. Medidas oportunas de eficiencia energética pueden contribuir a reducir considerablemente las futuras necesidades de inversión, y a su vez, colocar a la región en una senda de consumo de energía más sustentable. Ello llama a distinguir políticas que permitan acelerar mejoras tecnológicas a fin de cerrar la brecha de eficiencia energética con respecto a países desarrollados.
Cabe mencionar que, no obstante la transición observada hacia fuentes modernas de energía, Latinoamérica y el Caribe aún enfrenta el reto de proveer acceso universal a energía limpia y asequible. En esta región el uso de biomasa, combustibles líquidos fósiles y carbón es aun considerable. En promedio, el 45% del uso per cápita residencial de energía corresponde a dichos combustibles. Más aun, en países de bajos ingresos, su participación alcanza el 80% del consumo per cápita de energía. Por estas razones, las metas de eficiencia, equidad y sostenibilidad en el sector de energía son complementarias y constituyen prioridades en la agenda de trabajo con nuestros clientes. Con el fin de apoyar esta agenda, en una próxima publicación examinamos el consumo y gasto de los hogares en energía, incluyendo combustibles de trasporte.
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