Escrito por Aimee Verdisco
El 15 de mayo el mundo celebra a las familias. Y ¿cómo no hacerlo, si nos dan seguridad y estabilidad? Uno de los libros favoritos de mi hija, Palabras Grandes para Gente Pequeña, lo dice mejor: “La familia es donde todos pertenecemos. Nos mantiene seguros, nos fortalece”. Y los estudios al respecto están de acuerdo. Cuando a la gente se le pregunta qué les hace feliz, en todas partes del mundo, la familia y las relaciones interpersonales están de primeros en la lista de respuestas. De forma consistente… En todos lados.
¿Y qué hay de los niños? ¿Qué los hace felices? ¿Qué los hace triunfar? A los niños les gusta jugar y divertirse. Las investigaciones nos dicen que los niños prosperan en ambientes enriquecedores. Esto significa tener estructuras conformadas por reglas consistentes, límites y rutinas y, en general, contar con el apoyo de quienes los rodean. Cuando los niños cuentan con el apoyo emocional y obtienen respuestas a sus preguntas y necesidades, se sienten seguros. A esta dinámica añádele estabilidad y seguridad y obtendrás, de nuevo, relaciones significativas.
Las familias, en el sentido amplio de la palabra, son importantes para los niños. Las interacciones de calidad con adultos forman la autoestima de los niños, las expectativas de sí mismos y de otros y sus formas de ver el mundo. También moldean su aprendizaje y su desarrollo general. De acuerdo a los datos del programa PRIDI del BID, a la edad de cinco años, los niños que han crecido en un ambiente enriquecedor muestran aproximadamente 8 meses más de desarrollo cognitivo y 13 meses más de habilidades de lenguaje que otros niños. Si los niños no cuentan con una familia amorosa y un ambiente enriquecedor, las brechas en desarrollo se ensanchan aún más con el tiempo y sus probabilidades de tener éxito en la escuela y en la vida se ven reducidas.
Los ambientes enriquecedores pueden encontrarse alrededor del mundo y en todo tipo de familias. Se caracterizan por proporcionar más que estabilidad y seguridad. En este tipo de ambientes, la interacción constante con los niños debe ser un paradigma que guíe a los padres: jugando con ellos, leyéndoles, contándoles historias. También deben establecerles rutinas (como la hora de la comida o de ir a dormir), a través de las cuales los niños adquirirán de forma progresiva responsabilidades con sí mismos y hacia otros. Los ambientes enriquecedores también son los espacios en los que la mente de un niño es estimulada y llevada a las alturas, donde se pueden formular y responder las preguntas más difíciles sobre la vida, y dónde la resiliencia y la firmeza de carácter son creadas. Hablando en términos de béisbol, los niños se van preparando para batear cualquier tipo de lanzamiento y se equipan con las habilidades duras y blandas que necesitan para esquivar las curvas o sacarlas de home run.
Los ambientes enriquecedores también contribuyen a cerrar las brechas. Los datos de PRIDI encuentran que existe una muy pequeña diferencia entre los niveles de habilidades socioemocionales de un niño pobre pero que creció en un ambiente enriquecedor y los de un niño más rico.
Carpe diem: Vayamos más allá de los “ajá” y los “porque sí” y conversemos a fondo con nuestros niños. Démosles mejores respuestas. Salgamos a caminar con ellos. Observemos las flores y hablemos sobre ellas. Creemos rutinas, pero más importante aún: ¡divirtámonos con ellos!
Mirna dice
Me pareció interesante, ahora estamos en una situación difícil, superando lo del terremoto. Muchas gracias
idaluz solis madrid dice
Muy interesante el artículo;da argumentos sólidos e importantes sobre la importancia que tiene la familia en el desarrollo de capacidades y oportunidades, convirtiéndose así en una “garantia” y en una inversión que “no tiene pierde” para mejorar la vida especialmente de los grupos sociales excluidos y de extrema pobreza. Gracias por el artículo. Hay algún escrito (libro o artículo)o referido a la importancia (social y política)del padre varón en la crianza de los hijos e hijas y en las tareas del hogar?. Saludos.
Idaluz
Luisa Ruiz Moreno dice
Siempre lo creí y lo viví en mi propia familia. Es allí donde el aprendizaje inicial es fundamental, no solo en lo cognitivo sino en lo afectivo. Además al transitar los primeros años de la vida con los padres o familiares directos que los reemplazan, vamos aprendiendo en los ratos de díalogos compartidos nuestra historia de vida, nuestros valores y costumbres que trasmitimos, después, a las próximas generaciones.