Por Sonia Suárez y Nathalie Alvarado
La violencia juvenil ensombrece a América Latina y el Caribe (ALC), una región que se enfrenta a una de las tasas de homicidio juvenil más altas del mundo. De hecho, los jóvenes de entre 15 y 29 años tienen trágicamente tres veces más probabilidades de ser víctimas de homicidio que la media mundial, con una tasa que se dispara a 18 por cada 100.000.
La violencia juvenil es un problema complejo en el que influyen diversos factores: (i) individuales (traumas y abusos en la infancia, violencia intrafamiliar, etc.), (ii) interpersonales y comunitarios (barrios violentos, compañeros delincuentes, presencia de bandas, etc.), y (iii) sociales e institucionales (escasas oportunidades educativas y laborales, instituciones gubernamentales débiles, etc.). Las consecuencias de la violencia juvenil incluyen muertes, lesiones, discapacidades y problemas de salud duraderos, como el aumento de los comportamientos de riesgo y los problemas de salud mental. Además, la violencia juvenil está correlacionada con un mayor abandono escolar, efectos adversos en el desarrollo cognitivo y menores oportunidades para que los jóvenes se comprometan positivamente con sus comunidades.
Aunque sentirse seguro en la escuela aumenta el rendimiento académico y el sentido de pertenencia a la escuela, una parte relevante de los alumnos de la región participantes en PISA 2022 declararon no sentirse seguros en su aula (entre el 6% y el 10%) o en otros lugares de la escuela (entre el 8% y el 14%).
Estos retos afectan profundamente al aprendizaje de los alumnos y al potencial futuro de toda una generación. En este Día Internacional de la Paz, es hora de centrarnos en romper este ciclo fomentando la educación para la paz.
¿Qué es la educación para la paz?
La educación para la paz o Educación para la no violencia y la paz implica la formación y las habilidades que fomentan una cultura de paz basada en los derechos humanos. No sólo proporciona conocimientos, sino que también desarrolla las habilidades y actitudes necesarias para el reconocimiento y la resolución de conflictos, y para promover activamente la paz y la no violencia. Los objetivos de aprendizaje incluyen la comprensión de la violencia, la creación de capacidades para responder de forma constructiva y el conocimiento de alternativas a la violencia. Más concretamente, ¿cómo podemos dotar a los jóvenes de oportunidades para fomentar la paz y crear un futuro mejor para ALC?
Ciudadanía global y educación para la paz – Estrategias clave para prosperar
Para el BID, las competencias de ciudadanía mundial abarcan una comprensión y un compromiso polifacéticos con el mundo, haciendo hincapié en el sentido de pertenencia a una comunidad más amplia y reconociendo la interconexión entre los contextos local, nacional y mundial, lo que implica dimensiones cognitivas, socioemocionales y de comportamiento. Estas competencias se estructuran en cuatro conjuntos de competencias (i) cívicas, (ii) género y diversidad, (iii) ciudadanía verde, y (iv) derechos humanos y paz.
Un enfoque holístico en el proceso de aprendizaje es esencial para dotar a los alumnos de una profunda comprensión de las responsabilidades y la capacidad de acción que pueden tener para mejorar sus sociedades. Los sistemas escolares pueden ser poderosos promotores de este proceso impartiendo educación para la paz tanto en los planes de estudio como en las actividades extraescolares y capacitando a los profesores para ello.
Al conocer los principios de los derechos humanos, el origen del derecho humanitario, los métodos de resolución de conflictos, la comprensión de los sesgos y prejuicios y las estrategias para promover la paz, la justicia y la tolerancia, los alumnos desarrollan también aptitudes esenciales para prosperar en el siglo 21. En este proceso holístico, la educación para la paz debe caminar de la mano de la enseñanza de habilidades socioemocionales. La atención plena, la empatía y la compasión son grandes ejemplos de estas competencias esenciales.
Empatía y compasión: capacidades para una comprensión profunda a todos los niveles
La empatía y la compasión son habilidades vitales para el desarrollo emocional y social, que motivan comportamientos prosociales y la resolución eficaz de conflictos, por lo que son clave para la promoción de la paz en todos los niveles y contextos. La empatía implica comprender las emociones de los demás, mientras que la compasión impulsa acciones para aliviar su sufrimiento. Estas habilidades pueden desarrollarse mediante programas educativos e intervenciones como la atención plena y la formación en inteligencia emocional.
Y también pueden medirse. En 2019 ERCE midió la empatía en estudiantes de 6to grado utilizando ítems tipo Likert. Encontraron que los alumnos de 6to grado en la región reportan niveles moderadamente altos de empatía y que es más alta para las estudiantes mujeres (16 de 16 países), para los que asistieron a preescolar (5/16 países) y para los niños con antecedentes socioeconómicos más altos (10/16 países). Además, la empatía tiende a ser baja cuando existen altos niveles de victimización del alumno en la escuela (7/16 países) o de interrupción en el aula (11/16 países). El estudio destaca el potencial que tienen las escuelas latinoamericanas para mejorar las habilidades socioemocionales si se implementan como parte de la política educativa de la región.
Descarga aquí el brief sobre empatía y compasión.
Atención plena: prestar atención al momento presente sin juzgarlo
Aunque no hay muchas maneras de medir atención plena como las que hay sobre otras habilidades del siglo 21, la bibliografía sugiere que ha ido adquiriendo más relevancia con el tiempo. La atención plena puede considerarse una habilidad relacionada con la paz porque está vinculada a la autoconciencia y la autorregulación, por lo que es crucial para mejorar el bienestar. También está relacionada con la mejora del aprendizaje y la cognición, la salud física y mental, y la conciencia emocional y del propio comportamiento, que son clave para el desarrollo de las personas y relevantes para crear un entorno no violento. Al igual que otras habilidades, la atención plena puede desarrollarse desde la infancia hasta la edad adulta a través de diferentes estrategias dentro de programas educativos y prácticas como la meditación y el yoga.
Descarga aquí el brief sobre atención plena
¡Mantente conectado para leer más sobre habilidades de ciudadanía global! Presentaremos a autores como Enrique Chaux y Esperanza Torres Madroñero sobre la educación para la paz en contextos de transición tras un conflicto armado en América Latina.
Esta serie de blogs forma parte de la Iniciativa Habilidades para la Vida, un esfuerzo del Banco Interamericano de Desarrollo para desarrollar competencias cruciales entre los niños, niñas y jóvenes de América Latina y el Caribe y abordar la brecha de competencias profundamente presente en nuestra región.
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