Esta es la primera mitad de una serie de dos artículos de Martha Farah sobre neurociencia ética y pobreza en relación con el desarrollo infantil.
En epidemiología, una de las relaciones más fuertemente documentada es la que existe entre el estatus socioeconómico de una persona y su riesgo de padecer trastornos de ansiedad y estado de ánimo. En el campo de la psicometría, se identifica una relación igualmente sólida entre el estatus socioeconómico y la capacidad cognitiva (medida por el coeficiente intelectual y otras pruebas estandarizadas). El estatus socioeconómico predice varios resultados de la calidad de vida y muchos de ellos, como el bienestar emocional y la inteligencia, están relacionados con la función cerebral. Por esta razón, muchos neurocientíficos han centrado su atención en el estatus socioeconómico y, particularmente, en el extremo del espectro del estatus socioeconómico que padece más privaciones materiales: la pobreza.
La neurociencia del estatus socioeconómico es un área de estudio reciente (¡Incluso más reciente que la neuroética!), pero ha venido creciendo rápidamente, como lo muestra la Figura 1. En este artículo me centraré no en la neurociencia del estatus socioeconómico sino en la neuroética del mismo. En particular, me concentraré en la neuroética de la pobreza, que fue el tema de una reunión fascinante a la que asistí en el Medical College of Wisconsin, organizada por el especialista en neuroética Fabrice Jotterand. El título de la reunión fue “Este es tu cerebro en situación de pobreza” y la misma contó con la presencia de personas de diferentes disciplinas que luchan contra la pobreza: médicos, científicos, especialistas en bioética, educadores, trabajadores sociales y miembros del clero.
Figura 1: El estatus socioeconómico y el cerebro
La neurociencia de la pobreza y la neuroética
En la reunión surgió la siguiente pregunta: ¿Cómo debemos abordar el problema de la pobreza y, más específicamente, es posible usar la neurociencia para abordar el problema de la pobreza sin perjudicar aún más a las personas a las que esperamos entender y ayudar? Dicho sin rodeos, ¿la neurociencia de la pobreza va contra la ética?
La neurociencia en sí simplemente describe hechos y prueba hipótesis, por lo que, a primera vista, es éticamente neutral. Por ejemplo, Noble et al. (2015) descubrieron que los ingresos familiares están asociados con la superficie de la corteza cerebral de los niños y que la superficie de la corteza cerebral de los niños más ricos es más extensa, en especial en las áreas que aparecen en amarillo en la figura 2 abajo. Sin embargo, este tipo de hallazgo evoca imágenes, asociaciones y connotaciones que pueden afectar nuestra actitud hacia los pobres y, consecuentemente, hasta pueden influir en cómo actuamos frente a ellos.
[Texto de la figura:b Izq.; Der. 0,05;10-5 Valores P corregidos por Tasa de Falsos Descubrimientos]
Figura 2. Los ingresos familiares y la superficie de la corteza cerebral (Imagen cortesía de Martha Farah)
Artículo originalmente publicado en: http://www.theneuroethicsblog.com/2019/07/the-neuroethics-of-poverty_2.html
Referencias
- Farah, M. J. (2018). Socioeconomic status and the brain: prospects for neuroscience-informed policy. Nature Reviews Neuroscience, julio, 428-438.
Aparte de ser una disciplina nueva, y de poder analizar a fondo los factores a nivel individual, sería interesante plantear la hipótesis de como estos factores se valorarían a nivel de grupo y de que resultado se daría si las acciones de generar bienestar y oportunidades de parte del resto de individuos (grupo social), se pueden interpretar en el resultado de la situación de capacidades neurológicas a nivel de individuo y su desarrollo material o económico. La causa de pobreza es fisiológica entonces, o por condicionantes sociales ? Sabemos que la nutrición en estadios primarios infantiles, define en mucho su salud, tanto física como cognitiva, o sea, a mejor nivel de alimentación, mejores oportunidades para el futuro. Así que es lógico pensar, que las carencias tempranas van a degenerar en incapacidades tanto físicas, como psíquicas. Y es atrevido e inapropiado medir la pobreza de una persona, por su capacidad neurológica, sino más bien, por sus condiciones previas de oportunidades de alimentación, educación, trabajo y sanidad. Cuántos de los científicos de estos estudios, tuvieron condiciones negativas económicas en su desarrollo infantil y pudieron tener éxito y mayor bienestar ?
Muy interesantes los hallazgos.
Quienes trabajamos en Neurociencia y Educación tenemos claro el impacto de la política económica del mundo, que presionó la salida de la mujer (madre) a hacer parte del aparato productivo, especialmente en los estratos menos favorecidos, lo cual tiene un impacto horriblemente devastador en la construcción emocional y la capacidad intelectual del cerebro del niño en edad temprana.
Posiblemente preguntarse si la ciencia, en este caso la neurociencia, es neutral o no, puede ser engañoso, lo importante es la evidencia que están arrojando estos hallazgos y lo que se hace con ello. Ciertamente la pobreza incide en el desarrollo neural del individuo y, así como la percepción de los pobres (distinguirlos así tiene de trasfondo creer que son constitutivamente así, así la pobreza es una condición que se genera a partir de estructuras socioeconómicas. Las personas no eligen ser pobres) gatilla conductas inadecuadas de discriminación por ejemplo, del mismo modo la autopercepción de las personas en situación de pobreza aumenta la misma, se transforma en unc irculo vicioso. Lo relevante a mi juicio es que se hace con esta información y evidencia, así son los estados y organismos supranacionales, los responsables de generar políticas públicas con oportunidades reales (no políticas del chorreo por ejemplo), que permitan salir de la pobreza así también a quienes se les distingue como clase media, que efectivamente “no anden a medias con todo”. Me refiero en esto último al caso de Chile, en general con buenos indicadores macroeconómicos, pero con un nivel de desigualdad brutal. En resumen el aporte de la ciencia, en el ámbito que sea, no sera de utilidad si los sistemas de gobierno privilegian intereses por sobre los humanos y el medioambiente.