La ceremonia de los Oscar 2016 dejó varios temas de debate abiertos. Uno de ellos, quizás el más explotado por los gags cómicos, fue el de la inclusión de las “minorías”, pues había una manifiesta escasez de artistas afroamericanos entre los nominados.
Hace medio siglo, se veía al bahameño Sidney Poitier, primer actor afroamericano en ganar el Oscar al mejor actor, como una verdadera excepción, algo anecdótico. Él seguramente no se imaginaría que las producciones que en estos últimos tres años ganaron el premio a mejor dirección en los Oscar –Gravity, Birdman y The Revenant– fueron dirigidas por cineastas latinoamericanos, que forman parte de una industria que emplea a más de 115.000 personas en la región y que aporta 5.400 millones de dólares en ingresos en 2013, según un reciente estudio de EY.
También este año se llevó el Oscar al mejor cortometraje de animación la película chilena Historia de un oso, y en la categoría de mejor fotografía el mexicano Emmanuel Lubezki, por su contribución en The Revenant, repitiendo premio por segundo año consecutivo. Colombia metió por primera vez en su historia a una candidata al Oscar con El abrazo de la serpiente. Y unas semanas antes se llevó un Globo de Oro Gael García Bernal y estuvo nominado Pablo Larraín, por su largometraje El Club.
De acuerdo con datos publicados por la Motion Pictures Association of America, entre 2009 y 2013 los países latinoamericanos registraron el crecimiento más alto a nivel mundial en taquilla, con un 78%, pasando de 1.700 a 3.000 miles de millones de dólares, lo que significó un incremento en la taquilla mundial del 5.78% al 8.35%, especialmente porque México, Brasil y Argentina se ubicaron entre los 15 países del mundo que generaron mayores ingresos.
Estos datos son una pequeña muestra de lo que los artistas hispanos son capaces de hacer, y del hambre por el séptimo arte en la región. Lo mejor de todo es que estos creativos no sólo hacen películas y obras de teatro, sino que son capaces de impactar con nuevas soluciones disruptivas a los desafíos de América Latina y el Caribe. Hoy no es extraño para nadie la circulación de capitales, talento e innovación.
El cine latinoamericano pasa por un momento dulce en términos creativos, pero no podemos quedarnos atrás. Necesitamos algunos avances más en políticas públicas encaminadas a crear ecosistemas creativos.
Cantinflas, uno de los primeros en lograr cosas importantes en Hollywood, estaría orgulloso de ver a sus compatriotas Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón impactando de esa forma al epicentro audiovisual mundial, y más todavía de ver cómo América Latina le cuenta mundo sus propias historias, viviendo de ello. La inclusión en la élite planetaria se la han ganado a pulso.
Para conocer más datos y estadísticas acerca de las industrias culturales latinoamericanas, consulta el Sistema de Iinformación Cultural de las Américas.
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